La influencia nociva del porno sobre los menores es indiscutible. Acceden a él con toda facilidad, lo busquen o no, a través de Internet. Así, van creándose una idea muy desajustada de lo que son las relaciones sexuales y la relación de pareja.
Anna Salvia es psicóloga especializada en educación sexual. Junto con la ilustradora Cristina Torrón ha creado el libro El porno NO mola (Ed. Montena), una obra donde se acerca a los más jóvenes y les habla de tú a tú de sus peligros y de cómo deshacerse de su influencia. Hemos charlado con ella.
¿Hemos desprotegido los adultos a los niños en relación a su acceso al porno?
Sí, internet nos ha cogido por sorpresa y ha hecho que ocurriera lo que no permitimos en el mundo offline: que los menores vean porno. El porno sigue siendo un producto para mayores de 18 años, como lo ha sido siempre, pero hoy en día no hay ninguna restricción que barra el acceso de los menores. Necesitamos que niños y niñas y adolescentes puedan usar internet con la seguridad de que no se van a encontrar porno, y eso depende tanto del gobierno como de las familias.
En el libro hablas de que es normal querer tener más información sobre sexualidad, pero que el porno ha usurpado esa función que correspondería a la familia y otros educadores. ¿Qué se puede hacer?
El porno se ha convertido en el principal educador sexual de las nuevas generaciones. Para revertir esta situación debemos trabajar en tres direcciones. Por un lado, debemos restringir el acceso de los menores al porno, como ya hacemos con el acceso a discotecas, salas de apuestas, alcohol o tabaco, y como hacíamos también con el porno antes de internet. Por el otro, debemos hablar de sexualidad con ellos tanto en casa como en la escuela para que seamos nosotros, y no el porno, quien responda a sus necesidades de educación sexual. Finalmente, con los preadolescentes y adolescentes debemos hablar de porno directamente, porque forma parte de la realidad que les ha tocado vivir.
¿Deben preguntar abiertamente los padres a sus hijos si han tenido acceso al porno y cómo ha de ser esa conversación?
No creo que sea una buena estrategia preguntarles si han visto porno, porque se sentirán acorralados y no podrán conversar con calma sobre este tema. La mayoría de niños y niñas y adolescentes no se atreven a decirles a sus padres que han visto porno, ni siquiera cuando eso ocurre sin que lo hayan buscado. Es mejor empezar a hablar del tema sin preguntas personales para que vayan cogiendo confianza y sean ellos mismos los que acaben explicando las cosas que les han pasado.
En tu obra comentas que el mensaje del porno está en todas partes, ¿cómo salvaguardar a los menores?
Este fenómeno se llama “pornificación de la cultura” y significa que como todas las generaciones que están creando contenidos (series, canciones, libros, etc.) se han educado sexualmente con el porno, las escenas de sexo que crean se parecen más al porno que a la vida real y la estética del porno la encontramos en todas partes (moda, videojuegos, películas, arte, etc.). Eso hace que aunque ese menor no haya visto porno ya se ha acostumbrado a su imaginario, de modo que cuando mire porno le costará aún más cuestionar lo que está viendo.
Subrayas que el porno normaliza la desigualdad y la violencia sexual contra las mujeres; ¿cómo desandar ese camino de los niños que ya se han expuesto?
Hay que analizar con los y las adolescentes la visión del sexo que relata el porno y ayudarles a darse cuenta de las diferencias entre tener relaciones sexuales y la violencia sexual, así como de los roles de género tan marcados y jerárquicos que transmite. Es un gran trabajo que nos llevará mucho tiempo; es mucho más fácil evitar que vean porno y explicarles por qué no deben consumirlo. Por eso, nuestro libro está pensado para chicos y chicas a partir de once años, para poder explicarles qué es el porno y cómo les afectará antes de que empiecen a consumirlo, y que así puedan tomar sus propias decisiones.
¿Qué tipo de problemas sexuales y afectivos puede tener un menor que vea porno de forma habitual?
El principal problema es que tendrá una idea del sexo totalmente irreal, tan irreal como si no hubiera visto nunca a nadie conducir y aprendiera a hacerlo viendo Fast&Furious. Eso le provocará problemas en la autoimagen, la masturbación y las relaciones sexuales. El consumo habitual de porno transforma la sexualidad de esa persona, y en el caso de los menores aún tiene más poder porque su sexualidad está en plena construcción.
Proteger a los menores del porno y darles una buena educación sexual que les permita tener una sexualidad saludable, segura y placentera, es uno de los retos que tenemos como familias y como sociedad. Saber lo que está pasando en las habitaciones de nuestros hijos e hijas no debe darnos miedo sino animarnos a actuar. Deseo que este libro te haga más fácil hablar con ellos sobre el porno.