Según datos del Consejo de Europa, uno de cada cinco menores será víctima de abuso sexual antes de llegar a la mayoría de edad. Son datos estremecedores que indican la trascendencia del problema.
La protección frente a estos casos comienza casi desde que el niño nace, a través de una serie de rutinas. La psicóloga infantil Carmen Esteban acaba de publicar el libro Con sentimiento (Ed. Timunmas), una obra que aborda este tema a través de la historia del erizo Enzo y que está recomendada a partir de los tres años de edad. Hemos charlado con ella.
El respeto del cuerpo desde la etapa de bebés
Aunque pueda parecer muy prematuro, el niño va aprendiendo que su cuerpo debe ser respetado desde que es bebé. En sus primeros meses de vida no van a entender lo que les decimos, pero sí captan sensaciones de lo que hacemos, y en ese sentido se les puede comenzar a transmitir ya que su cuerpo les pertenece. “Por ejemplo, el momento de cambiar el pañal debe ser un momento tranquilo donde notemos que el bebé se siente cómodo, y no un momento de forcejeo”, señala la experta. A partir del año, es más difícil que permanezcan quietos en el cambiador, por eso habría que seguir otras estrategias como cambiarlo de pie, darle la toallita y enseñarlo a limpiarse... “También es importante proteger su intimidad a la hora de dejarlos desnudos y evitar hacerlo en público”, advierte.
A medida que van creciendo y desarrollando el lenguaje, se debe ir enseñándole a nombrar correctamente sus partes íntimas (boca, pecho, vulva, pene y culo). “Cuando su nivel de comprensión vaya aumentando, sobre los 24-36 meses, ya podemos explicarles que nadie debe tocar sus partes íntimas sin permiso”, recomienda la psicóloga. Todo ello acompañado de una mayor autonomía en su higiene íntima.
¿Desde cuándo entienden lo que es el abuso sexual?
En los primeros años de vida, la educación afectivo-sexual del niño debe orientarse hacia el conocimiento del propio cuerpo y de sus partes íntimas, el autorrespeto y saber poner límites. “En esta etapa podemos explicarles que nadie debe tocar sus zonas íntimas, únicamente papá o mamá y el médico y solo en caso de necesitar curarles o limpiarles”, apunta Carmen Esteban.
En la última etapa de Primaria es posible que el niño comience a acceder al porno a través de Internet, ya que la edad de ese primer contacto está fijada alrededor de los ocho años. Si en este momento preguntan por el abuso sexual se les puede explicar, sin entrar en demasiados detalles, “que hay personas con malas intenciones que se aprovechan de otras más vulnerables y que si alguien alguna vez les toca o les hace tocar alguna zona íntima del cuerpo deben contarlo para poder ayudarles”.
Ya en la adolescencia es el momento de hablar con ellos sobre la comunicación en la pareja, el consentimiento en las relaciones sexuales, saber decir que no cuando no les apetece dar un paso más y lo que implica el abuso sexual. También es importante que conozcan otras formas de abuso, como el grooming o la manipulación de fotografías a través de la inteligencia artificial.“En esta conversación se debe escuchar al adolescente sin juzgar ni interrumpir para después poder abordar mejor sus dudas y preocupaciones”, comenta la especialista.
Saber reconocer lo que les hace sentir mal
En el libro, que incluye una parte didáctica para orientar a los adultos, Carmen Esteban plantea el modo de enseñar a los niños a distinguir esos sentimientos que les hacen sentir mal, pero que, lejos de ser malos, actúan como un avisador, por ejemplo, frente al abuso sexual.
“El gran desafío frente al que se encuentran los niños víctimas de abuso sexual es que las emociones pueden coexistir; es decir, en una misma situación yo puedo sentir varias emociones al mismo tiempo, tanto si son agradables como desagradables”, destaca la divulgadora (@mipsicologainfantil, en Instagram). “Debido a que en la mayoría de los casos el agresor es un conocido o familia del niño, es frecuente que el pequeño pueda sentirse confuso porque siente emociones desagradables, como asco, miedo y vergüenza, pero también otras como confianza e incluso amor hacia la persona agresora. Por eso es importante enseñarles a diferenciar estas emociones y que si en algún momento se enciende el semáforo rojo, el niño debe decir ‘NO’ y pedir ayuda”.
Teniendo en cuenta que, tal como cuenta la experta, entre el 70 y el 85% de los abusadores son personas cercanas a la familia, muchos menores víctimas de abuso sexual sufren un chantaje emocional que los desprotege todavía más. Por eso, hay que explicarles lo que es ese chantaje (”cuando alguien te intenta hacer sentir mal por no hacer lo que ellos quieren”) y cómo actuar ante él (enseñarles a decir no, a identificar que están sintiendo emociones desagradables y a hablarlo con algún adulto).
Las señales del abuso sexual infantil
“El abuso sexual infantil es una de las formas de violencia más invisibles y difíciles de detectar”, alerta Carmen Esteban. Por eso es muy importante estar atentos ante las señales que ofrece, entre las que están las siguientes, como detalla:
- Aislamiento repentino del niño (no le apetece relacionarse con otros niños).
- Estado continuo de hipervigilancia.
- De repente muestra miedo a dormir solo y sufre pesadillas intensas.
- Mucha tristeza.
- Dificultades de concentración.
- Ansiedad elevada ante determinadas personas o cuando se cambia de ropa.
- Conocimientos de sexualidad y lenguaje en este tema impropios para su edad.
- Regresiones en el control de esfínteres.
- Cambios en el apetito.
- Masturbación compulsiva.
- Dolores físicos o sangrados en la zona genital.