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ces rea y nuevo embarazo© AdobeStock

Embarazo

¿Una cesárea puede dificultar un nuevo embarazo?

Algunas parejas tienen problemas para lograr una siguiente gestación tras haber tenido a su primer hijo. Hablamos entonces de infertilidad secundaria. A veces está causada por situaciones producidas a raíz de una cesárea.


12 de enero de 2024 - 10:02 CET

Cuando el parto no es natural, el niño nace mediante cesárea. Estamos ante una cirugía mayor abdominal que, aunque está muy controlada, puede conllevar algunos riesgos, también en relación a lograr embarazos posteriores, ya sea de forma espontánea o mediante reproducción asistida.

Para aclararnos cuáles son estos problemas, hemos recurrido a la Dra. Carmen Avilés, ginecóloga, obstetra y especialista en medicina reproductiva en la Clínica Phi Fertility Alicante (www.phifertility.com).

¿Qué problemas puede haber?

Las cicatrices que se producen en el útero tras una cesárea pueden dar lugar a distintos problemas como adherencias y también a la formación de un istmocele. ¿En qué consisten?

Adherencias uterinas

Las adherencias pueden formarse tanto dentro del útero como fuera de él. En este segundo caso afectarán a órganos como la vejiga a o las trompas. “Las adherencias pueden alterar la morfología uterina y el endometrio,  dificultando la implantación del embrión”,  señala la experta. Si se producen en las trompas, la movilidad de las mismas queda también reducida. “De esta manera dificultan tanto el transporte de los espermatozoides para encontrarse con el óvulo, como el del embrión”, apunta. El embrión se forma en la trompa y debe llegar hasta el útero, donde se implantará.

El istmocele postcesárea

El istmocele es una cavidad que se forma en el útero, justo  donde se localiza la cicatriz de la cesárea previa,  y que acumula sangre o fluido. ¿Por qué surge? Tal como explica la Dra. Avilés, el istmocele aprece por una curación inadecuada de la cicatriz uterina, lo que da lugar a un área más delgada y débil. “Se llama de esta forma por la ubicación de esta cavidad, ya que se encuentra en el istmo uterino, que es la parte más estrecha del útero”, aclara.

“El istmocele y la persistencia de flujo menstrual pueden influir negativamente sobre el moco cervical, interfiriendo en el transporte espermático y dificultando la penetración de espermatozoides en la cavidad uterina”, comenta la ginecóloga. Pero, además, el paso del líquido que se acumula en el istmocele puede propiciar problemas de implantación del embrión.

Por todo ello,  siempre que la mujer haya tenido una cesárea previa hay que evaluar su estado,  tanto si la concepción se intenta de manera natural como si se recurre a alguna técnica de reproducción asistida, ya que estas alteraciones pueden complicar la consecución del embarazo.

Istmocele postcesárea© AdobeStock

¿Qué soluciones hay en estos casos?

Cuando hay problemas para volver a conseguir el embarazo por alguna anomalia uterina, como las descritas, la medicina reproductiva ofrece distintas posibilidades para solventarlos. Habrá ocasiones en que no haya que intervenir, pero en otras se puede recurrir a las siguientes, como detalla la especialista de Phi Fertility Alicante.

  • Terapia hormonal. Se usa en casos leves, para controlar el sangrado menstrual hormonal a base de fármacos.
  • Tratramiento quirúrgico. Entre ellos están la laparoscopia y la histeroscopia, “técnicas mínimamente invasivas utilizadas en Ginecología para diagnosticar y tratar diversas condiciones uterinas”, resalta. Con la laparoscopia se realizan pequeñas incisiones en el abdomen con un instrumento que tiene cámara y luz. Esta forma permite un menor tiempo de recuperación, reducción del dolor postoperatorio y cicatrices más pequeñas, en comparación con las de una cirugía abierta.
    Por su parte, la histerocopía supone la inserción de un dispositivo delgado con una cámara a través de la vagina y el cuello del útero para examinar el interior del útero. “En el caso del istmocele, la histeroscopía puede utilizarse para evaluar y potencialmente tratar la anomalía”, resalta la Dra. Avilés. Ambos procedimientos pueden restaurar la anatomía normal del útero y elevar de forma significativa la posibilidad de embarazo cuando esta se relaciona con problemas uterinos.

El problema de la infertilidad secundaria

Hay parejas que tienen un primer hijo sin problemas, pero que encuentran muchas dificultades para lograr un siguiente embarazo.  Es lo que se denomina infertilidad secundaria.  

Además del istmocele postcesárea ya comentado, hay otros factores que influyen en esta situación. Es el caso del síndrome de Asherman (formación de adherencias o tejido cicatricial dentro de la cavidad uterina que pueden estar causados por legrados y que interfieren en la implantanción del embrión y la normalidad del endometrio).

También  haber sufrido complicaciones en el parto anterior, como hemorragias o infecciones en el útero;  problemas de salud como el hipotiroidismo, aparecidos tras la primera gestación (que pueden influir en la fertilidad); traumatismos o cirugías en el cuello del útero; problemas en las trompas de Falopio; e incluso factores emocionales o psicológicos como experiencias traumáticas relacionadas con el embarazo o el parto anterior, “que pueden tener un impacto psicológico, afectando indirectamente a la fertilidad”.

Los problemas de salud en general, un estilo de vida inadecuado y la mayor edad, tanto de la mujer como del hombre, también pueden estar detrás de la infertilidad secundaria.