La vitamina D3 o Colecalciferol es una vitamina liposoluble indispensable para el normal metabolismo de diferentes órganos y sistemas y tiene una vital importancia para el bebé y el niño en el normal funcionamiento del metabolismo del calcio y en la formación del tejido óseo. Debido a esto y a que la vitamina D se sintetiza en el organismo sano a través de la acción de las radiaciones ultravioleta de la luz solar sobre la piel, en países del norte de Europa, donde la insolación es escasa, se comenzó a administrar a los recién nacidos suplementos de vitamina D3.
Esta práctica se ha mostrado muy eficaz y, desde entonces, tanto en la lactancia materna como en la de fórmula, se recomienda la administración diaria de 400 a 800 unidades de vitamina D3 para prevenir una enfermedad infantil que afecta al tejido óseo conocida como raquitismo carencial, que se manifiesta por un reblandecimiento del esqueleto (osteomalacia), con retraso en el desarrollo del tejido óseo.
La administración de vitamina D3 en las leches de fórmula o la administración de suplementos de vitamina D3 desde el nacimiento y durante la lactancia es una terapia muy necesaria que en la actualidad se ha generalizado, pero que debe estar controlada y regulada por el pediatra, pues su híperdosificación puede generar riesgos para la salud.
Recordar que las necesidades diarias de vitamina D3 del lactante son superiores a las 400 unidades (400-800) y que debe tomar este suplemento hasta que pueda ingerir alimentos ricos en vitamina D y hasta que puede estar al aire libre para que su piel pueda sintetizar esta vitamina a través de la acción de las radiaciones solares sobre la piel.
La vitamina D3 potencia el sistema inmune
El organismo del recién nacido solo tiene las defensas transmitidas a través de la placenta por su madre en forma de inmunoglobulinas IgG. A lo largo de las primeras semanas y ayudado por la leche materna, las vacunas y los contactos repetidos con virus y bacterias, consigue una inmunidad eficaz y duradera y no será hasta los siete años cuando se le podrá considerar como un organismo inmunológicamente competente.
A partir de los siete años el niño comienza a disfrutar de una inmunidad eficaz formada por la inmunidad celular, linfocitos B y T y por la inmunidad humoral. Para defenderse de los microorganismos infecciosos, depende de la eficacia del sistema inmune, influido por factores internos como la vitamina D3 y factores externos como los pro bióticos de la micro biota intestinal.
La vitamina D3 ante las infecciones
Aunque la acción más importante de la vitamina D3 en el organismo humano es la de absorber el calcio en el intestino y la de intervenir en la formación del tejido óseo, recientemente se ha descrito su trascendente actividad para el buen funcionamiento de la inmunidad frente a las infecciones.
La forma activa de la vitamina D3 es el Calcitriol, el cual favorece la respuesta celular inmune frente a los microorganismos invasores. Además produce una inhibición de las citoquinas inflamatorias. Ambas condiciones parecen ser muy útiles, tanto en la prevención de las infecciones como en el tratamiento de muchas enfermedades.
Cuando los linfocitos T controlan a un microorganismo externo invasor necesitan la presencia del Calcitriol para activarse y así poder ejercer sus funciones defensivas. Estos linfocitos T, además de destruir el microorganismo patógeno invasor, ayudan al sistema inmune a adquirir memoria inmunológica.
Igualmente, el Calcitriol inhibe la producción de citoquinas inflamatorias, acción que ejercen los linfocitos T reguladores encargados de controlar la respuesta inmune para conseguir evitar el desarrollo de fenómenos de autoinmunidad y de enfermedades autoinmunes.