Aunque cuando son recién nacidos se aconseja no bañar diariamente a los bebés para favorecer el cuidado de su piel, un poquito más adelante hacerlo cada día les aporta multitud de beneficios. Además, la hora del baño es uno de los momentos más especiales del día tanto para el bebé como para mamá o papá. Él lo disfruta y el adulto tiene la oportunidad de hacer piel con piel con su pequeño, cuidarlo y mimarlo mientras lo lavan y lo secan , lo que suele ser motivo de felicidad y bienestar para unos y para otros. Además de esto (que ya de por sí es fundamental), estos son muchos de los beneficios que bañarse a diario tiene para bebés y niños pequeños:
1. Ayuda a establecer rutinas
Los niños pequeños, y mucho menos aún los bebés, no comprenden aún la noción del paso del tiempo; por eso, el establecimiento de rutinas les ayuda enormemente a saber qué es lo que viene a continuación y, en consecuencia, se sentirán más seguros y calmados. Hacer del baño un hábito diario que tenga lugar, por ejemplo, antes de la cena, le hará ir asimilando que se acerca la hora de dormir, pues sabrá que siempre le toca, por ejemplo, cenar después de bañarse y, a continuación, le leerán un libro y, por último, se irá a la cuna o a la cama. Una rutina sencilla que le será de gran utilidad tanto en el presente, para lograr esa seguridad de la que hablábamos, como en el futuro.
2. Es un momento de estimulación multisensorial
Pocas cosas hay mejor que el agua para estimular los sentidos del bebé. Si a eso unimos los juegos (cuando ya tienen al menos unos 6 meses y pueden permanecer sentados en la bañera), los sonidos y los aromas, se trata de una experiencia perfecta para despertar y ayudar a un sano desarrollo de su cerebro. Además, la piel de los bebés está íntimamente conectada con su sistema nervioso, por lo que los masajes y los mimos de este momento del día implican una estimulación muy saludable que favorece a su cuerpo y a su mente.
3. Fomenta sus habilidades mentales
Precisamente esa conexión de la piel con el sistema nervioso del bebé le permitirá incrementar su capacidad de recepción al estar en contacto con el agua caliente, la toalla, la esponja… Todo ello les ayudará a conocer nuevas texturas, distintas temperaturas y a descubrir que su peso es más liviano en la bañera, lo que estimula su desarrollo cognitivo.
4. Es un momento de juego y de disfrute
Cuando ya se sientan en la bañera y tienen a su disposición sus primeros juguetes de agua, la hora del baño se convertirá en un momento divertido o de disfrute que estarán deseando que comience cada día. E incluso sin juguete alguno, el agua y la espuma por si mismas ofrecen infinidad de posibilidades que todo niño pequeño sabrá aprovechar y que le servirán para experimentar, pero sobre todo para pasarlo bien.
5. Es un momento de relajación
Esa distensión, ese momento de disfrute puede ser también uno de los momentos más relajantes del día. Bañar al pequeño sin prisas, con calma, mirándole y sonriendo, será como el mejor de los masajes para él. Una vez que, además, vaya interiorizando que forma parte de la rutina nocturna (en los casos en los que se bañe al niño por la tarde-noche), irá entendiendo que se acerca el momento de irse a dormir y, poco a poco e inconscientemente, se irá relajando.
6. Favorece el diálogo con papá o mamá
Aunque todavía no se comunique con palabras, los sonidos que emite y las miradas suponen una comunicación efectiva y enriquecedora. Cuando son recién nacidos o aún no saben sentarse solos y necesitan la ayuda constante de un adulto para bañarse, el hecho de que papá o mamá lo sujeten mientras lo limpian con la esponja al tiempo que lo miran y le hacen bonitos comentarios con voz dulce le hará sentirse feliz. ¿Has visto alguna vez, en esa situación, sonreír a tu bebé mientras te mira fijamente a los ojos? Eso es porque se ha establecido un diálogo entre vosotros; sin duda, un diálogo muy diferente al que estamos acostumbrados, pero os estáis transmitiendo algo el uno al otro: amor.
7. Fortalece el vínculo con el adulto de referencia
La consecuencia directa de eso es el fortalecimiento del vínculo, reforzado por el hecho de que el bebé se siente seguro en los brazos de su adulto de referencia, se siente protegido. Cuando ya tenga la edad suficiente como para sentarse por sí mismo, necesitará igualmente sentirse seguro para chapotear y jugar con tranquilidad; así, a medida que se incorpora el hábito del baño a su rutina diaria, va construyendo un lazo de confianza con su madre o padre, que lo sostiene, habla y sonríe.
8. Ayuda a conciliar el sueño
El agua relaja los músculos y provoca sensación de bienestar corporal y frescura, lo que ayudará al bebé a conciliar el sueño cuando, poco después, se vaya a la cama o a la cuna, especialmente si se le baña durante la tarde-noche y siempre sobre la misma hora. Eso sí, también hay niños y bebés a los que les da miedo meterse en la bañera con agua y el momento del baño se convierte en algo estresante; en ese caso, lo mejor es no hacerlo a última hora de la tarde (precisamente para que no se vea afectado el sueño) y no incorporarlo en la rutina diaria (hacerlo, por ejemplo cada dos o tres días). Mientras, habrá que ir buscando alternativas para ayudarle a relajarse y a disfrutar de todas las ventajas que el baño le aporta.
9. La importancia de la higiene
Y, por último, el beneficio más evidente: el de la higiene. Al eliminar la suciedad -visible o no- que su piel y su pelo han ido adquiriendo a lo largo del día, el baño se convierte en el mejor aliado de la salud del bebé, pues una correcta higiene evita, como bien sabemos, posibles enfermedades e infecciones.