La Navidad es el periodo familiar por excelencia. Las imágenes con las que identificamos esta celebración están llenas de gente que se reúne, se hace regalos, comparte un tiempo y unas tradiciones en torno a la mesa y al abeto... Pero no todas las familias pueden disfrutar de un entorno idílico. Ya sea porque viven fuera del país, porque las relaciones con la familia extensa no son buenas, o porque se trata de familias muy cortas, hay hogares en que la Navidad se celebra de forma menos multitudinaria. ¿Cómo explicarle a los niños esta situación?
Hemos preguntado sobre ello a Margarita Carrasco, psicóloga de bluaU de Sanitas. Ella nos cuenta lo que hay que saber para que los más pequeños vivan unas fiestas llenas de momentos inolvidables, aunque no estén rodeados de mucha gente.
Cómo explicarles que no te reúnes con una familia grande en Navidad
La clave para enfrentarse a una Navidad con hijos donde no hay un gran soporte familiar es “abordar la situación transmitiendo calma y empatía hacia lo que puedan sentir nuestros hijos”, resalta la experta. En este sentido, ofrece una serie de recomendaciones:
- Usar un lenguaje ajustado tanto a la edad como al desarrollodel niño: asegurándose de que comprendan la situación con frases sencillas y concretas.
- Validar sus emociones: les tenemos que dar un espacio y un lugar para expresar sus emociones, sin juzgar, aunque aparezcan emociones diferentes a las nuestras.
- Hacerles partícipes: preguntarles qué les gustaría hacer y dar a elegir entre posibles alternativas hace que fortalezcamos su autoestima y que la situación les resulte menos aversiva.
- Brindarles apoyo emocional: ayudarlos en lo que necesiten y tratar de buscar actividades con las que fomenten emociones agradables.
Puede que haya pequeños que no sientan la falta de un ambiente más numeroso, pero si no es así, y expresan su deseo de celebrar la Navidad con más gente, y esto no es viable, la empatía hacia sus sentimientos va a ser muy importante, centrándose en “todo aquello que les proporcione bienestar emocional y conexión, a pesar de las limitaciones circunstanciales”.
¿Hay que hacerlos partícipes de los problemas con la familia de origen?
En muchos casos en que la familia nuclear pasa sola las Navidades hay un conflicto subyacente con las familias de origen (abuelos, tíos, hermanos...). ¿Se debe contar a los niños lo que sucede realmente? Margarita Carrasco lo tiene claro: “La clave es equilibrar la sinceridad con la protección emocional de los niños. La comunicación abierta es valiosa, pero siempre debe estar guiada por el bienestar de los niños y adaptarse a sus necesidades y nivel de comprensión”.
En este sentido, la psicóloga de Sanitas ofrece las siguientes pautas:
- La capacidad de comprensión de los niños varía según su edad y madurez emocional. Los niños más pequeños suelen tener dificultades para entender las complejidades de las relaciones familiares, mientras que los adolescentes lo normal es que tengan una comprensión más profunda.
- Si la información va a causarles angustia o ansiedad, es recomendable ser selectivo en la cantidad y la naturaleza de los detalles que se comparten.
- Se debe evitar hablar mal de otros miembros de la familia, incluso si hay conflictos. Mantener una posición neutral ayuda a prevenir que los niños se sientan amenazados ante los conflictos familiares.
- Si se decide compartir información con los niños, hay que asegurarse de tener un propósito claro. ¿Es para explicar la situación de manera constructiva, o es más para desahogarse emocionalmente? Porque la comunicación debe ser centrada en las necesidades de los niños.
Algunas estrategias que pueden funcionar
Dependiendo de la situación que ha dado origen al hecho de tener que vivir las Navidades más en solitario, se pueden emplear distintos planes para que todo sea más llevadero.
Si la familia está expatriada y no ha podido regresar a su país, puede ser buena idea integrarse en las celebraciones locales, además de conectar con otras familias expatriadas en ese lugar para buscar apoyo mutuo y forjar una comunidad que va a resultar muy valiosa. Esto no significa que se abandonen las tradiciones del lugar de origen, ya que fomentarlas “proporciona un vínculo emocional con el hogar”. También es aconsejable realizar videollamadas para mantener el contacto con los familiares y amigos a los que no se va a poder ver presencialmente. “Esto reduce la distancia emocional y permite que los niños se sientan más conectados”, insiste Margarita Carrasco.
Igualmente puede servir crear tradiciones propias, de modo que se generen recuerdos especiales, lo que supone una oportunidad “para enfocarse en el valor de la unidad familiar y la conexión emocional”, destaca.
Otras familias optan por viajar a lugares donde no haya tanta presencia de la estética navideña. Esto “puede cambiar la perspectiva y evitar la sensación de ausencia”. Al final, cada familia debe encontrar el equilibrio que le permita satisfacer sus necesidades emocionales, dependiendo de la situación en la que estén.