Es tradición en todos los tratados de alimentación del lactante dejar muy claro desde el principio que la leche ideal para la alimentación del recién nacido y del lactante es la leche de su madre. Y, por tanto, nosotros iniciamos estas recomendaciones apoyando la lactancia materna como la mejor forma de alimentar al recién nacido y al lactante durante los primeros meses de vida.
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Pero, cuando esto no es posible por diversas causas, ya sean maternas o del bebé, la lactancia con leches de fórmula , que generalmente tienen su origen en la leche de vaca, son un eficaz sustituto o complemento en la alimentación del recién nacido, y es tan eficaz, que esta forma de alimentación, ha salvado miles o millones de vidas a lo largo de la historia de la humanidad.
¿Qué leche le doy a mi bebe?
Todas las leches de fórmula fabricadas por diferentes laboratorios dietético-farmacéuticos en la actualidad tienen controles y garantías suficientes para asegurar al bebé una alimentación segura, completa y equilibrada que cubra todas sus necesidades y favorezca un crecimiento y desarrollo normal y saludable.
Todas ellas están fabricadas inspirándose en la leche materna. Están consideradas como alimentos funcionales, pues se le pueden añadir determinados nutrientes o se le pueden retirar otros. Por ello se reconocen también como leches adaptadas o maternizadas y sus componentes se parecen lo más posible a la leche materna. Además, las leches de fórmula, precisamente debido a su diferente formulación, pueden ser utilizadas para tratar diferentes patologías del lactante. Existen leches para los prematuros, para los cólicos, la regurgitación, el reflujo o el estreñimiento y lo que es más importante, hay leches de fórmula para tratar enfermedades como la intolerancia a las proteínas de la leche de vaca, a la lactosa o los síndromes de malabsorción intestinal.
Nuestro consejo para la elección de la leche es que sigáis las recomendaciones de vuestro pediatra, que es el experto que os puede asesorar. A veces, a lo largo de la lactancia es necesario cambiar de leche, pues al bebé pueden sentarle mejor unas que otras. Estos cambios suelen ser frecuentes, son bien aceptados por el bebé y no alteran el buen curso de la lactancia.
¿Cómo debo preparar los biberones?
La leche en polvo para preparar el biberón contiene nutrientes, hidratos de carbono, grasas y proteínas, y también vitaminas, electrolitos, minerales y oligoelementos. Para su preparación hay que añadir el agua.
La relación del agua con la leche en polvo es de gran importancia para preparar el biberón y se deben seguir las instrucciones que vienen en el envase o mejor las recomendaciones que os indique vuestro pediatra. La proporción suele ser de 30 mililitros por cada cacito raso de polvo.
En las primeras semanas los biberones y las tetinas deben ser esterilizados, y el agua debe ser de botella y a temperatura templada o “del tiempo”.
¿Qué cantidad debe tomar en cada toma y cuantas tomas debe hacer?
La cantidad de leche por toma debe ser progresivamente creciente en dependencia del peso del niño, hasta llegar a un límite en el que no supere los 150 ml de leche por kilogramo de peso y por día. Los primeros días se le deben dar los biberones “a demanda”, pero poco a poco se debe procurar una demanda modificada al ir dando los biberones cada de tres horas. Cuando el bebé ha admitido el horario diurno también deberá ir adaptándose al ritmo circadiano de sueño y vigilia e ir aumentando poco a poco el ayuno nocturno.
No es necesario que el bebé se termine todos los biberones. Recordad que se alimenta en base al “reflejo de succión” y que, si se prolongan las tomas, acabará por terminarlos, pero a veces se le sobrealimenta en exceso y es mejor que compense unas tomas con otras.
El número de tomas es variable y dependerá del volumen de estas. Los primeros días suelen ser siete tomas por día, bajando a seis al segundo mes de vida y a cinco tomas a partir de los cuatro-seis meses.
¿Estará bien alimentado? ¿Se quedará con hambre?
Cuando un bebé está sano y bien alimentado, está tranquilo, llora poco, solo cuando tiene hambre, duerme mucho, se despierta cada tres horas para comer, gana peso, y las heces y las orinas son abundantes.
Por el contrario, si está pasando hambre y come menos de lo que debe, está irritable, no gana peso, se despierta con frecuencia cada poco tiempo, llora y sus heces y sus orinas son escasas y poco frecuentes.