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Familia

Navidad con padres separados: consejos para que todo salga bien

Cómo repartir las vacaciones, de qué modo actuar para garantizar el bienestar del niño y otros puntos clave


18 de diciembre de 2023 - 12:16 CET

En España, más de 24.000 parejas ha decidido romper su matrimonio en el segundo semestre de 2023, según datos del Consejo General del Poder Judicial. Son cifras altas, que continúan con la tendencia de los años anteriores, y en las que en muchas ocasiones hay hijos menores.

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Cuando la expareja tiene buena relación, los acontecimientos especiales como la Navidad se llevan mejor, pero no siempre es así, y son los niños los que pueden resultar muy perjudicados. Aida Casanova es abogada de familia (www.aidacasanova.com). A ella le hemos consultado sobre cómo preparar las Navidades en este caso.

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Dejarlo fijado de antemano en el convenio regulador

Al igual que sucede con otro tipo de periodos vacaciones, las fechas de Navidad quedan reflejadas en el convenio regulador tras un divorcio cuando hay hijos. Esto tiene ventajas importantes, como indica la experta:

  • Reduce la incertidumbre. Cuando se sabe de antemano los días que los niños pasan con cada familia se siente más tranquilidad y es más fácil explicárselo a los pequeños. “Yo suelo recomendar un calendario de estas fechas pegado en la nevera en el que aparezca una foto de cada progenitor los días que está con los hijos (o un dibujo elegido por los niños que sea representativo de papá/mamá). Así los hijos al mirar el calendario podrán ver qué días están con cada uno y cuándo se vuelven a ver”.
  • Evita discusiones futuras. “Un proceso de divorcio es doloroso, incluso en los mejores acuerdos. Por tanto, si nos evitamos discutir temas como las vacaciones cada año, conseguiremos, al menos, calma”. Es una manera de no pasar por ese desgaste emocional y dedicarle tiempo cada año a un asunto que se va a repetir.
  • Ayuda a no incumplir acuerdos. El hecho de que las vacaciones de Navidad con los niños estén ya pactadas contribuye a que ninguno de los progenitores se salte ese acuerdo y a que, en el caso de que sí lo hiciera, el otro pueda tomar medidas cuanto antes en el Juzgado. “Quienes no tienen nada previsto en un convenio o en una sentencia tendrán que cruzar los dedos y esperar que el otro cumpla lo que hay acordado de palabra”, advierte.
  • Permite planificar las vacaciones. Saber con antelación qué días estarás con tus hijos permite planificar las actividades y los viajes que se puedan hacer tanto con ellos como en solitario con una anticipación que ayuda económicamente, por la posibilidad de optar a mejores ofertas.
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¿Qué pasa si se quiere modificar el convenio en las Navidades?

Cada familia decide cómo se reparten las vacaciones con sus hijos: de modo alterno, siempre las mismas fechas con uno de ellos, dejando a uno de los progenitores decidir primero cada año... Hay muchas fórmulas. No obstante, a pesar de los acuerdos, puede surgir algún imprevisto que lleve a querer modificar lo convenido. ¿Qué hacer en estos casos?

“Si los dos progenitores están de acuerdo, se podrá hacer con muchísima rapidez”, comenta Aida Casanova. “Lo ideal es que lo hablaran directamente entre ellos y que, una vez de acuerdo, si se tratara de un cambio puntual, se enviaran un correo electrónico o un WhatsApp con el ok de ambos”, aclara.

Si es un cambio importante que modifique las vacaciones de otros años también, es conveniente que se haga un anexo al convenio con la participación de los abogados.

“En caso de que no hubiera un acuerdo en el cambio, el progenitor interesado tendría que iniciar un procedimiento judicial de modificación de medidas, pero si solo es para cambiar el periodo navideño de lo que ya pactó o se acordó en sentencia es difícil que lo acepten, salvo que se acrediten situaciones muy justificadas para esa modificación”, insiste.

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¿Desde qué edad se puede pedir opinión a los hijos?

¿Se debe preguntar a los hijos cómo organizar las fiestas navideñas con cada progenitor? “Creo que es importante entender que la responsabilidad de cómo viven los hijos es de los adultos y no de los niños”, apunta la abogada.

Así, aunque se les pueda hacer partícipes de cómo serán las Navidades, no se debe descargar en ellos la decisión de con quién estarán, pues es algo que por edad, sobre todo en los primeros años de la infancia, no les corresponde, ya que “incluso pueden sentirse en un conflicto de deslealtades por tener que elegir entre las personas que más quieren”.

Son los adultos los que deben asumir estas decisiones y negociaciones y si no logran ponerse de acuerdo, o la comunicación entre ellos es difícil, acudir a sus respectivos abogados.

Desde los 12 años, o incluso antes, los Juzgados ya escuchan a los hijos cuando hay procedimientos de separación o divorcio sin acuerdo de los padres, y deciden teniendo en cuenta sus deseos, junto con otra serie de pruebas.

En el caso concreto de la Navidad, lo cierto es que cuando los hijos están en plena adolescencia, sobre los 15 o 16 años, “son quienes suelen decidir con quién quieren estar, también en Navidad”, destaca.

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¿Pueden pernoctar fuera los niños pequeños en Navidad?

Si la separación o el divorcio se produce cuando los niños son muy pequeños, hay un tema importante a considerar en el reparto de tiempo que pasan con cada uno y es si están preparados para pernoctar fuera de casa.

Aunque no hay una edad establecida legalmente, “sería importante tener en cuenta de si hablamos de peques aún lactantes o no y de si en periodos normales los peques ven mucho al otro progenitor o no”, destaca la especialista.

En este asunto, para ella es clave también la cuestión de la corresponsabilidad en el cuidado del menor, que indicará si, por el tiempo dedicado al niño habitualmente, el niño podría dormir con los dos de forma indistinta.

“Normalmente, con dos añitos ya se pueden empezar a establecer algunas pernoctas. Y digo algunas porque creo que lo que no puede hacerse es repartir una semana con cada uno cuando hablamos de niños tan pequeños, pero que, sin embargo, podemos llegar al acuerdo de establecer que durante esa semana vaya por el día y solo algunas noches”, señala.

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La importancia de la videollamada diaria

En Navidad, a los niños les hace ilusión contar lo que hacen cada día, también al otro progenitor con el que no están. Por eso es importante que tengan la posibilidad de hacerlo con una videollamada diaria. Es una forma de que sientan que el otro progenitor ‘no ha desaparecido’.

“Si esto no se deja regulado por convenio, por desgracia hay progenitores que usan ese poder de que mientras están con sus hijos son quienes toman las decisiones para impedir ese contacto y dañar a su ex”, alerta la abogada, que también divulga en Instagram (@aida.casanova).

Su recomendación es que se llegue a un acuerdo sobre las videollamadas diarias y, de no ser así, que se pida al juez que en la sentencia las regule.

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Permitir mantener las tradiciones navideñas

Muchas familias mantienen tradiciones en las que participan los niños, por ejemplo, juntarse todos los primos por parte de uno de los progenitores, abrir juntos los regalos de Reyes, comer un día en concreto... ¿Qué sucede cuándo hay una separación y puede que esa fecha el menor esté con el otro?

“El divorcio de sus padres no debería ser la causa de que estos encuentros familiares se perdieran y, en la medida de lo posible, soy partidaria de dejar a un lado la comodidad de ‘una semana con cada uno y punto’, a adaptarlo a esas vivencias y momentos familiares que dejarán recuerdos preciosos en los niños”, concreta Aida Casanova.

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No hacer una competición por los regalos

A veces, los niños se ven inmersos en una competición donde cada uno de los progenitores intenta obsequiarlo en Navidad con los mejores regalos. Es algo que no se puede regular legal ni judicialmente, pero donde hay que poner el sentido común y el bienestar del niño por encima.

Por ejemplo, no puede haber regalos repetidos (¿cómo podrían los Reyes Magos o Papá Noel tener ese error?) y tampoco es bueno, como indica la Aida Casanova, que en una casa los juguetes sean muy deseados y en otra no les hagan ilusión.

“¿Queremos que los niños se sientan de verdad a gusto cuando están con su padre o su madre o solo queremos sentir que estamos por encima?”, se pregunta. Y añade: “No se trata de ‘comprar’ el cariño, sino de que nuestros hijos vivan estas fechas como mágicas y lo más felices posibles, a pesar de que ahora sean distintas, y debemos querer su felicidad por encima de todo y en cualquier casa”.

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Dejar que lleven los regalos a la otra casa

“Cuando hay un juguete nuevo o preferido para los peques, lo único que quieren es poder disfrutarlo y jugar, da igual dónde y con quién. Cuando los adultos, sin embargo, les envían el mensaje de ‘este juguete es de esta casa y no lo puedes llevar a casa de mamá/papa’, creo que ellos pueden recibir el mensaje de que hay algo tabú o prohibido que tiene que ver con su mamá o su papá y probablemente no les haga sentir bien aunque no lo digan”, alerta la experta.

En este sentido, aboga por algo mucho más respetuoso para los niños y es permitirles llevarse el juguete a casa del otro progenitor porque es lo natural para los niños.

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Evitar los conflictos de lealtades en los hijos

Muchos niños sienten conflictos de lealtades con respecto a algún progenitor, que se puede agudizar en épocas como la Navidad. Lo importante es poner el bienestar de los pequeños por encima de todo, y no hacerlo solo en este periodo, sino durante todo el año. Es la forma de que los hijos sean más felices.

“Una buena comunicación entre los adultos y con los niños ayudará mucho en estas fechas y, especialmente, aprender a elegir las ‘batallas’. A veces los adultos discuten durante semanas sobre un único día, sobre la hora de recogida de los niños, sobre si dejar que hagan un plan guay con el otro... y no se paran a pensar que, en el conjunto del año, o de toda una vida, todas esas discusiones son sobre un único momento (un momento muy pequeñito en el conjunto de esa vida) y que, sin embargo, van a afectar a la relación diaria con el ex, y los niños lo van a percibir”, señala Aida Casanova.

“Me parece más importante marcar los límites en las cuestiones fundamentales (custodia, respeto, que no haya incumplimientos sistemáticos, que haya buena comunicación, etc), y permitir cierta flexibilidad en aquellas cosas que, puestas en una balanza, no son tan importantes y no merece la pena discutir sobre ellas”, concluye.