Papá Noel y Los Reyes Magos ya están ultimando los últimos preparativos para visitar las casas de todos los niños. Apenas faltan unos días para su llegada y pequeños y mayores llevan ya semanas pensando en su carta y… ¡por pedir que no quede! ¿Por qué no escribir una larga lista de deseos sabiendo que hay manga ancha y que traen cantidades ingentes de regalos? Tanto Papá Noel como sus Majestades de Oriente acceden a lo que, en la mayoría de las familias, los padres no suelen acceder el resto del año: comprarles todos (o casi todos) los juguetes que quieran. Que no haya límites en este sentido y convertir a nuestros hijos en niños hiperregalados puede traer consecuencias, más allá de lo puramente económico, pero ¿cómo poner límites? ¿En qué punto debemos decir basta?
Algunas familias se circunscriben a la llamada regla de los cuatro regalos , que consiste en hacer únicamente cuatro regalos a los niños en Navidad y en Reyes (algo para llevar puesto, algo para leer, algo que necesiten y algo que deseen), pero también hay quien prefiere no ser tan estricto en días tan especiales como estos. En cualquier caso, no es tarea fácil ni para los niños ni para los padres marcar un límite al número de objetos materiales a recibir; aún así, se opte por la opción que se opte, es fundamental que los progenitores guíen de manera adecuada a sus hijos a la hora de escribir la carta para evitar fomentar el materialismo en ellos y para ayudarles a valorar lo que reciben no solo de los Reyes Magos y Papá Noel, sino también de cualquier otra persona en cualquier momento del año. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo guiarles correctamente? “Recomendamos que la elaboración de la carta sea un momento de conexión familiar”, nos dicen Isabel Cuesta y Daniel Pérez, formadores de disciplina positiva y divulgadores en Educa En Positivo (@educa.en.positivo).
La clave en este punto es sentarnos con ellos y plasmar en la hoja, juntos, sus deseos. Para ello, “es interesante que acompañemos a nuestros hijos y formulemos las preguntas necesarias para indagar en sus gustos, sus preferencias reales e invitar a la reflexión, en lugar de dejarse llevar por el primer impulso”, aconsejan los expertos.
No cabe duda de que “si le das a un niño un catálogo de juguetes, señalará el 80% de los que aparecen en él porque todos entran por los ojos”. Podamos permitirnos o no económicamente acceder a sus deseos, hemos de ayudarles a elegir, pues será una gran enseñanza no solo de cara a las Navidades, sino para la vida: “el reto es ir más allá, hablar de lo que realmente va alineado con sus gustos, intereses y, por supuesto, con los valores familiares”.
No solo pedir
Si queremos transmitir una enseñanza real a nuestros hijos, la carta no debería ser solo una lista de la compra con todos aquellos objetos que desean. Podemos aprovechar la ocasión “para agradecer lo que ya tenemos”, pues esto ayudará a los niños a ir aprendiendo a valorar lo material si les enseñamos la ilusión que viene de la mano de quien te hace un regalo, así como el esfuerzo que, en ocasiones, realiza esa persona, ya sea económico o por tiempo para hacerlo o comprarlo. También será una oportunidad para valorar lo inmaterial o aquello a lo que los niños pequeños no suelen dar tanta importancia por darlo por hecho (tener a su familia, un hogar donde dormir y comer, amigos con los que disfrutar…).
Relacionado con esto último, podemos aprovechar también la carta para plasmar otro tipo de deseos “que tienen que ver con valores humanos como la generosidad, deseando el bien a otras personas o añadiendo regalos para otros miembros de la familia”, proponen Isabel Cuesta y Daniel Pérez.
Establecer un límite al número de juguetes
Aunque la regla de los cuatro regalos nos parezca demasiado estricta y prefiramos no seguirla, “no hay que tener miedo a limitar la elección a un número de regalos”. Pueden ser cuatro o pueden ser siete; cada familia debe valorar cuál es su límite, aunque lo difícil es precisamente eso, saber dónde marcarlo: “no somos amigos de reglas rígidas sobre los regalos”, manifiestan los formadores de disciplina positiva. “Quizás se podría resumir en menos regalos, pero que realmente gusten de verdad y, por lo tanto, a los que puedan sacar más partido”.
De este modo serán los niños, no los padres, los que establecerán en realidad el número de regalos a recibir. Esa será una de esas grandes lecciones que podemos ofrecerles, puesto que “en la vida no vamos a poder tener todo lo que deseamos y eso está bien”, apuntan. “Transitar la frustración entre lo que deseo y lo que obtengo es necesario y se entrena en la infancia”.