Morder es una costumbre relativamente frecuente en los niños por debajo de los tres años. El origen de este hábito o de esta actitud no es bien conocido. El uso que el bebé y el niño pequeño hacen de la boca para explorar el mundo que les rodea puede ser un importante factor predisponente que les impulse a morder, e igualmente, la erupción dentaria; durante esa época les puede inclinar a utilizarla para esta actividad tan poco recomendable.
Cuando este hábito se hace repetido y persistente debe ser reprimido de forma pertinaz y mantenida por padres y educadores, pues, aunque el niño no es consciente de lo que genera, su costumbre da lugar al rechazo social, al temor de otros niños y de sus familias y a las dificultades que para la convivencia y relación con otros niños representa.
Por qué muerden los niños pequeños
Es muy probable que el niño después de haber mordido por primera vez note la violenta reacción que generalmente el hecho genera en el mordido. El susto, el llanto súbito y el dolor suelen ser la reacción que él espera que se produzca en las sucesivas ocasiones que lo realiza. Aunque parezca un contrasentido es una forma de relacionarse, una forma de hacerse notar y una forma de llamar la atención.
Debemos también tener en cuenta que estas mordeduras se producen generalmente durante la relación física con otros niños y en situaciones de juegos, nerviosismo, tensión y competencia y que morder es una forma intuitiva de manifestarse. Otras veces pueden morder para expresar cómo se sienten. Las emociones fuertes, el miedo o la frustración pueden estimular la agresividad que induce a morder.
Finalmente, algunos niños todavía muy pequeños, con hermanos más mayores muerden durante el juego a sus hermanos, estos se ríen, se lo perdonan, le estimulan, le provocan y hacen que el niño les muerda más, creyendo que morder se trata de un juego y no de una agresión.
Niños nerviosos
En general los niños nerviosos fueron bebés difíciles, irritables y muy llorones. Malos comedores y con cólicos del lactante, que suelen permanecer tensos y que aunque duermen bien, lo suelen hacer con un sueño intermitente y ligero.
A lo largo de su primera infancia las características que predominan en su comportamiento son las guiadas por su temperamento. Con el temperamento se nace y a los niños nerviosos les corresponde un temperamento colérico. Son activos, dominantes y manipuladores. Toleran muy mal la frustración y se cogen rabietas con facilidad. Son intrépidos y decididos, algo alocados y poco obedientes. Son extrovertidos, sensibles y en ocasiones violentos. Lloran con facilidad y se asustan con frecuencia. A veces, agresivos y siempre independientes y tenaces. Entre estos niños nerviosos, con tantas cualidades positivas y negativas, se encuentran casi siempre los niños mordedores.
¿Cómo puedo corregirlo?
Afortunadamente este hábito de morder mejora y desaparece con la edad. La mejora de su capacidad para relacionarse, la mejora en la expresión oral, el dominio del lenguaje y la posibilidad de transmitir sus emociones de manera más civilizada acaba con esta fea costumbre. Además la mayoría de los niños, por experiencia propia o ajena, perciben y se dan cuenta de que el morder lastima y esa propensión la van dominando y olvidando.
Sin embargo, sí es conveniente recordar que tanto los padres como los cuidadores y educadores deben manifestarse enérgicamente en actitud y expresión oral y facial ante el agresor, desde la primera vez que muerda a otro niño. Que note la oposición inmediata. Déjele las cosas claras desde el principio diciéndole que “morder está mal, que hace daño y que no debe volver a suceder”.
Si el comportamiento no se modifica y las agresiones no se detienen, se puede acudir a castigos educativos y no violentos, para demostrarle lo perjudicial de su acción. Lo habitual es que pasados los tres años los niños mordedores ya no muerdan. Pero si con la edad, los síntomas parece que van empeorando en lugar de mejorar, es aconsejable ponerse en manos del pediatra, el psicólogo o en manos de un especialista en conductas infantiles para resolver este grave trastorno que tanto afecta y repercute sobre la vida familiar, escolar y social del niño.