En pleno debate social sobre la posibilidad de restringir el uso del móvil para los menores, llega la Navidad y, con ella, los deseos de muchos niños de tener un teléfono. ¿A partir de qué edad puede considerarse un regalo adecuado?
Juan García es consultor de transformación digital y divulgador en @crianzadigital, en Instagram, donde analiza con rigor y, basándose en la evidencia científica, el efecto de las pantallas sobre los niños. A él le hemos preguntado sobre este tema para que nos oriente sobre cómo debe ser la relación de los menores y los móviles.
¿Desde qué edad crees que es una buena idea regalar un móvil con Internet a un niño?
Depende de la madurez, autonomía del menor y del tiempo que estén dispuestos los padres a supervisar su uso. Hay que recordar que en España un menor de 14 años no puede dar de alta una línea de móvil de forma autónoma por lo que, aunque sea un regalo, tanto la conexión de datos o la línea de internet en casa estarán a nombre de sus padres o tutores y legalmente serán ellos responsables de lo que allí ocurra, velando por la seguridad del menor. Si hay posibilidad de supervisión y se define bien cuál va a ser el uso del mismo, puede traer cosas positivas, sin duda.
¿Crees que son positivos los ‘contratos’ que a veces se firman con el hijo cuando se le da el móvil?
Puede ser positivo como cualquier contrato conductual siempre y cuando se cumplan algunas condiciones: las reglas del contrato deben establecerse de forma conjunta para facilitar su cumplimiento, el tono tiene que ser más positivo que punitivo y debe adaptarse a la realidad del menor (no podemos esperar que un niño de 12 años se comporte como un adulto de 40). El principal peligro es darle un misticismo al móvil que no tiene. En todas las casas hay normas de orden o para comer en la mesa, pero no es necesario firmar un contrato para todo.
¿Cómo debería ser la supervisión y regulación que hagan los padres del móvil del menor, dependiendo de la edad?
Una vez más depende del contexto del menor. En general partiría de una supervisión 100% usando dispositivos de los padres (viendo YouTube de forma conjunta o jugando algún minijuego a medias) para ir soltando cuerda poco a poco. Por ejemplo se puede poner YouTube en la tele en un espacio común y dejarle al menor que vea algún vídeo de forma autónoma echando un ojo de vez en cuando. Progresivamente podemos facilitar una tablet o un móvil con filtros de control parental activados sabiendo que no son 100% efectivos y animando al menor a que nos cuente cualquier dificultad con un enfoque conciliador. Si las normas se cumplen y no hay mayores dramas (algún problemilla surgirá, normal), lo ideal sería que llegara a la adolescencia pudiendo mantener autonomía, pero para eso tiene que haber años de supervisión previa y tecnología en familia. Pasar de 0 a 100 no suele ser buena idea.
En este sentido, ¿qué tiempo de uso consideras adecuado según la edad del niño?
El foco no se debe poner tanto en el tiempo de pantalla como en el coste de oportunidad de las pantallas. Cuando estamos con el móvil o con videojuegos a veces dejamos de hacer cosas fundamentales para el desarrollo como hacer deporte, estar con los amigos o disfrutar de otros reforzadores caseros como la lectura o la música. En la medida en la que no se esté usando la tecnología para suplir otras actividades fundamentales y se integre en un estilo de vida saludable, el tiempo se puede ir adaptando a la realidad del menor. Hay más peligro en un menor que sólo entra 30 minutos los fines de semana a un canal de Telegram de apuestas deportivas o criptomonedas que en uno que juega todos los días una hora a videojuegos después de las extraescolares y haber hecho los deberes.
¿Cuál es tu opinión sobre la corriente que pide la prohibición del móvil hasta los 16 años?
Como decía al principio, los móviles ya están prohibidos para menores de 14 años. Si lo tienen, es porque los padres han decidido dárselo y legalmente ya se les exige supervisión, como en la noticia reciente de un padre multado con 10.000€ por una suplantación de identidad que hizo su hijo en Instagram. Este movimiento a su vez tiene muchos matices, hay gente que lo aterriza mucho más hablando de prohibir el acceso en los centros escolares, otros que piden más información de cara a supervisar mejor y otros que son más radicales. Depende de la medida concreta tendré una opinión distinta, pero, en general, en lo que respecta a la tecnología mi postura es que tendemos a sobrevalorar los riesgos y a infravalorar las oportunidades. Creo firmemente que una mayor facilidad para conciliar y pasar tiempo de calidad con nuestros hijos (con pantallas o sin ellas) reduciría en gran medida los problemas asociados al uso de las TIC.
¿Crees que el móvil en los niños debe regularse en cada hogar o que el Estado debe intervenir de alguna manera en determinados aspectos?
Debe quedarse como está. Ya hay algunas cuestiones reguladas a nivel legal (por poner otro ejemplo, el derecho a decidir sobre la imagen de los menores en redes) y el resto, como en otros muchos aspectos de la vida, entra dentro del ejercicio de la patria potestad. Me parece el equilibrio lógico.
En relación a otras pantallas, ¿cuál es la clave para hacerlo bien en casa con los hijos?
Ejercer una mediación habilitante. La tecnología está aquí para quedarse y nuestros hijos crecerán en un mundo donde será clave en sus relaciones sociales, profesionales y en la formación de su identidad y opinión. No podemos darle la espalda a esa realidad, hay que mostrar interés, ver la parte positiva y hacer un esfuerzo para acompañarlos. Debemos enfrentar nuestros prejuicios a la realidad de que el uso principal que hacen los menores de las pantallas es básicamente socializar con sus pares, divertirse e informarse, necesidades todas ellas de lo más razonables.