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adversidad temprana en la infancia© AdobeStock

Psicología

Qué es y qué implica la adversidad temprana en niños

La vida es muy difícil para algunos niños que, desde muy pequeños, tienen que enfrentarse a situaciones traumáticas que dejan huella en su desarrollo y en su personalidad. ¿Cómo les afecta tener un trauma en los primeros años de vida?


30 de noviembre de 2023 - 12:11 CET

Por adversidad temprana se entiende aquellos acontecimientos vividos o durante la gestación o durante los primeros años de vida, generalmente hasta los siete años, que resultan dañinos para el niño desde el punto de vista emocional. Vivir una adversidad temprana tiene consecuencias en el desarrollo del niño, pues sucede en un momento en que se están conformando, por ejemplo, las funciones ejecutivas, que son las que hacen referencia al control, la flexibilidad...

La adversidad temprana deja una huella biológica, pues se ha demostrado que ese estrés extremo afecta al neurodesarrollo, y deja una huella emocional que, en muchas ocasiones, se prolonga hasta la edad adulta.

Los tipos de adversidad temprana

La adversidad temprana puede deberse a factores ambientales, por ejemplo, un desastre natural,  estar en mitad de una guerra...  o situaciones similares en que algo externo condiciona y supone una ruptura con la vida normal del niño.

Hay otra adversidad temprana que se produce por negligencia de los padres, cuando esos niños no son cuidados como deberían, ya sea de modo consciente o inconsciente porque los progenitores no sepan hacerlo o porque estén inmersos en algún problema grave.

“La peor de todas es la negligencia no evitada por los padres. Esos niños que viven abandonados aunque no hayan sido abandonados, niños que están con los padres, pero sin ser atendidos”, señala Sylvie Pérez, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Educación de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya).

Son los casos, por ejemplo, en que los menores se quedan solos en casa durante horas y tienen que buscarse por ellos mismos el alimento, o en los que  un niño muy pequeño ha de cuidar de un hermano menor,  o cuando los padres están presentes, pero bajo el efecto de las drogas. Hablamos de una desatención, una negligencia o un maltrato que se puede dar tanto en el plano físico como en el psicólogico.

¿Cómo se manifiestan la adversidad temprana?

En niños más pequeños que han pasado por una adversidad temprana, lo habitual es que muestren  síntomas parecidos al trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).  “Hay casos en que hay maltrato en casa y los niños lo manifiestan así fuera porque están tan aterrorizados y controlados en el propio hogar que cuando salen fuera no pueden parar”, señala la experta.

En niños algo mayores, la sintomatología se expresa más con  falta de control de los impulsos, una susceptibilidad extrema, comportamientos disruptivos...  “Se muestran incapaces de regular su conducta, sienten que no pueden confiar en nadie porque su entorno les ha ido fallando. Han sufrido tanto que están siempre a la defensiva, y eso hace que perciban el mundo desde la indefensión”, comenta.

Y en adultos, muchas veces se descubre que fueron objeto de maltrato en su infancia porque ellos mismos repiten ese patrón de comportamiento con sus hijos. “No han tenido otro modelo y no saben actuar de otro modo. Cuando piden ayuda es porque su relación de pareja se deteriora o porque tienen dificultades de regulación de conducta con sus hijos y acuden a terapia. En ese momento se descubre a veces que sufrieron una adversidad temprana”, revela Sylvie Pérez.

Traumas en la infancia© AdobeStock

¿Las secuelas de las adversidad temprana se puede curar?

Para poder restaurar el daño que ha sufrido el niño en su primera infancia, el terapeuta ha de saber qué ha pasado exactamente, y esto no es fácil en todos los casos, o al menos no hasta que esos menores están alejados del foco del problema, que pueden ser sus propios padres. “Todo es recuperable, pero hay que saber lo que ha pasado”, insiste la especialista.

En este sentido, cuanto más se tarda en empezar la terapia, más puede costar superar lo pasado. “A veces no se logra reconstruir un vínculo de seguridad con los progenitores, pero sí  con otros adultos con los que esos niños pueden mantener un apego seguro”,  subraya. “Tu construcción de la personalidad y tu desarrollo se han visto afectados, pero se puede amortiguar”, tranquiliza.

De hecho, tal como cuenta, el concepto de resiliencia viene justamente de aquí. Resiliente no es el que se adapta a algo difícil, sino el que habiendo pasado por algo difícil es capaz de reconstruirse y de resurgir como el Ave Fénix.

La experiencia de la adversidad temprana en primera persona

Lola Sinisterra es trabajadora social, ha desempeñado su labor profesional en centros de protección a la infancia y también ha sido protagonista desde el otro lado, pues fue una niña tutelada por el Estado. Por problemas graves de sus padres, vivió desde los 3 hasta los 12 años en dos centros y luego pasó a una familia de acogida hasta los 17 años, con la que no pudo vincularse, pues, según comenta, “no se hizo bien la transición de pasar tantos años en un centro a estar con una familia”.

En su caso, ha conseguido sobreponerse a un escenario, el de vivir en un centro de protección de menores, que, según reclama, no debería ser el hogar de ningún niño: “Hace más de 20 años que estuve allí y ahora siguen teniendo las mismas carencias”. Y añade: “Las situaciones que vives con tu familia de origen ya son traumáticas y luego tienes que enfrentarte al segundo trauma, que es pasar a un centro de protección”. Por eso reivindica que se cumpla el derecho recogido en las leyes de que todo niño debe vivir con una familia.

A los niños que sufren una adversidad temprana todo les cuesta un poco más. “No es que no tengan la capacidad de lograr cosas, sino que la situación traumática está en su mochilita. Tienes tantas cosas en el corazón y en la cabeza que todo está bajo una nube en la que te cuesta avanzar”, comenta (@marionetas_del_sistema, en Instagram).

¿Qué secuelas le han quedado de todo aquello? “Vivo siempre a la defensiva, como alerta, pensando en que no suceda nada, con miedo al abandono, bloqueos en las relaciones afectivas, problemas de vinculación con los demás porque te falta una figura de seguridad, de apego... “. Aun así, considera que, la adversidad temprana, como en su caso, no impide tener una vida, con sus dificultades, pero normalizada.