Ya son más de 10.000 los padres que se han unido a una iniciativa en Cataluña por una adolescencia sin móviles. Piden, en principio, una regulación para que los teléfonos inteligentes no puedan entrar en el aula y después una normativa común que plante las bases de una convivencia adolescente sin la mediación de pantallas. A raíz de su movilización se ha generado un gran debate social en torno a esta cuestión que ha hecho incluso que la Asociación Española de Pediatría (AEP) se posicionara.
Francisco Villar Cabezas es psicólogo experto en conducta suicida del adolescente del Hospital San Joan de Déu de Barcelona. Acaba de publicar el libro Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos (Ed. Herder) y hemos charlado con él para pedirle su punto de vista.
¿Qué le parece la iniciativa de pedir que el móvil no se dé antes de los 16 años?
Me parece que es totalmente razonable esta petición. De hecho, yo alargaría hasta los 18 años. Creo que antes de los 16 el móvil es un peligro en manos de los chicos porque interfiere en su desarrollo. Alguien lo tenía que decir y es una lástima que hayan tenido que ser los padres. Deberíamos haber sido los profesionales.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha emitido un comunicado en el que comenta que no hay estudios que demuestren que la tecnología por sí misma causa un daño al niño sino que lo que es nocivo es el mal uso de esa tecnología. Abogan por enseñar y acompañar a los niños para enseñarles a utilizar esta herramienta. ¿Cuál es su opinión sobre este posicionamiento?
Estoy en desacuerdo, porque en la propia declaración te dicen que el móvil está relacionado con distintos problemas de salud mental, de desarrollo… También dicen que no todos los padres tienen la cultura para poder llevar a cabo un acompañamiento del niño en este sentido.
La AEP dice que el mal uso es el que genera problemas, pero ¿cuántos niños se sientan con sus padres a ver un documental mientras sus padres le explican lo que están viendo? La mayor parte del tiempo los niños están solos frente a las pantallas.
Hay que preguntarse cuál es el objetivo de haber metido la tecnología a los niños: ellos estaban jugando, estaban aprendiendo, comunicándose, desarrollándose… Es un impedimento entre la vida y ellos. En el momento en que a un niño le pones una pantalla delante lo estás excluyendo de la vida, lo privas de la socialización del que tienen al lado. ¿Por qué queremos que nuestros niños tengan móvil? ¿Para mejorar su aprendizaje? No, porque lo empeora. Si estamos viendo que todo este uso de pantallas conlleva asumir un ciberbullying, los abusos sexuales entre menores por el acceso al porno … ¿no deberíamos proteger a los menores?
No es cierto que se pretenda una alfabetización digital, este entorno es cada vez más fácil de utilizar y nadie se va a quedar fuera. Los hijos de los dueños de las grandes tecnológicas tienen a sus hijos sin móvil, ¿cómo se explica? ¿Es porque tienen más cultura? ¿Entonces no queremos un mundo con equidad? La AEP lo dice: los que más expuestos están al móvil son los que menos recursos tienen.
Si prohíbes el móvil en el colegio, pero lo tienen fuera, ¿se acabará el problema?
Se restarán muchos problemas de los que estamos viendo ahora, como los del aprendizaje. Si tú a un niño le das un arma, a lo mejor le da un tiro a alguien, pero si no tiene un arma, no lo va a hacer. ¿Qué les aporta el móvil? Porque el balance está claro: está afectando al sueño, a la obesidad, al bienestar, a la salud mental, al acoso… Está reduciendo la capacidad de memoria, de atención y de concentración y, por tanto, la capacidad de lectura en los niños. A esto respondemos como sociedad haciendo los textos más cortos y más sencillos. ¿Es esto razonable? Podemos hacer los textos más fáciles, pero no podemos hacer que la vida sea más fácil. Porque, además, es que se la estamos haciendo más cruda, porque están expuestos a una violencia que antes no estábamos expuestos.
¿Cuál es su propuesta en relación al móvil?
Me alineo con algunos estudiosos que proponen que antes de los seis años, cero pantallas, aunque yo lo ampliaría hasta los ocho años. Hasta ahí, todo vida, seres humanos y juguetes que generen oportunidades para que tengan sus propios recursos. Si un niño coge un palo, tiene que poder convertirlo con su imaginación en una lanza, en una espada, en una varita mágica…
A partir de entonces, si tienes que poner una pantalla, que no sea más de media hora al día, y nunca dos horas antes de irse a dormir para que no le afecte al sueño, tampoco nunca antes de ir al colegio, y nunca en multitarea (comiendo, viendo otras pantallas…). Yo nunca daría un móvil, en ningún caso, antes de los 16 años y lo haría con estrictos controles parentales. Hablo de smartphones, con acceso a Internet. Distinto es un teléfono solo con llamadas que puede ser útil si necesito llamar a mi hijo.
Si necesitan alguna pantalla para los deberes escolares, nada de un portátil en la habitación, sino un ordenador en el salón de casa, de forma que los padres puedan ver a lo que están accediendo sus hijos. Eso es control parental efectivo. Los niños se saltan todas las medidas de control de los padres y de los colegios, y no es porque sean unos genios sino porque lo buscan en Youtube.
El tiempo de nuestros hijos por el que compiten TikTok e Instagram es tiempo de vida de nuestros hijos, y tenemos la obligación de protegerlos.
¿Qué pasa cuando como familia decide renunciar a los móviles, hay riesgo de que ese niño quede apartado del grupo?
Tu hijo queda apartado cuando está con los amigos sentado en un banco y está imbuido en su móvil, ahí sí que se queda apartado. Lo que está pasando en los colegios que están prohibiendo el móvil en la ESO, y algunos en Bachillerato, es que se han puesto a participar, a jugar, porque se ha quitado el elemento distractor y entonces la vida brota. Los directores dicen que los chicos juegan e interactúan entre ellos y han percibido que ha habido una disminución del conflicto entre ellos y una mayor vinculación entre ellos.
Si todos los demás niños quedan a través del móvil y el tuyo no tiene, ¿cómo puede participar de ese grupo?
La propuesta del grupo de padres de Barcelona es colectiva. Se trata de conseguir que, como mínimo, en cada aula de cada colegio, haya cinco familias que se hayan podido resistir y que no les den el teléfono. Entonces para quedar tendrán que hacer lo que se ha hecho toda la vida: quedar en el patio o a través de sus padres.
Cuando les das el dispositivo dejan de relacionarse con sus amigos, porque te confiesan que están más rato en Internet que conectados con sus amigos. Lo que es un atentado contra la socialización es justamente el móvil.
¿Cree que va a salir adelante esta propuesta?
Estoy convencido. Algo tendrán que hacer los políticos. Los pediatras dicen que no hay evidencias de que prohibirlo mejore la situación; claro, es que no se ha hecho. La Policía Nacional recomienda el móvil a partir de los 16 años, pero ahora ya se regala desde la Primera Comunión. Las tecnológicas no van a parar de introducirse en la vida de los niños y tenemos que ponerles límites. Hay que conseguir una equidad y no es justo que los niños que tienen menos supervisión parental y menos extraescolares, menos recursos, estén más expuestos que otros.
Desde el punto de vista legislativo, ¿por qué no se actúa, por ejemplo, para evitar el acceso de un menor al porno?
Los controles parentales son claramente insuficientes y los políticos no lo están legislando aquí porque tienen muchas ‘carpetas’ encima de la mesa y todas son urgentes. Ahora se han movilizado los padres, que han puesto el asunto encima de la mesa. Igual que los colegios, que adelantándose a las autoridades educativas, han dado la oportunidad de ver qué pasa cuando prohíben los dispositivos en las escuelas. Y lo que pasa es nada, que la vida brota. En Francia están haciendo prohibiciones alertando de estos riesgos. No hemos tenido nunca tantos sentimientos de soledad, tristeza y desesperanza en los adolescentes como ahora. Amnistía Internacional también ha denunciado la vulneración de los derechos de los menores en este tema.
El uso que están haciendo los chicos actualmente es perjudicial para todos los ámbitos de la salud, por lo tanto el legislador tendrá que ver qué hace y alguna respuesta tendrá que dar. Si a esto se une cómo afecta a la paz en las familias, a la socialización y al rendimiento académico, habrá que dar una respuesta.
¿Hay algún aspecto positivo en la exposición a la tecnología en niños?
Cuando lo pongo en el balance con los negativos, me cuesta. Con todos los perjuicios que tiene la tecnología y que veo en mis consultas, ¿será lo positivo que es más divertido que la vida? No podemos competir en la vida real con las luces, los colores, la inmediatez, la velocidad, los gráficos, los refuerzos positivos… Todo eso nos tiene imbuidos a niños y a adultos. Pero los niños también se lo pasan muy bien fuera de eso y aprenden otras cosas. La tecnología no es la que tendría que estar en el foco, sino el niño. En el futuro, la tecnología debería liberar horas al ser humano, pero horas que no vamos a emplear en pantallas sino en lo humano, en tener espacios con otras personas.
Si se prohíben los móviles a los adolescentes, protegemos a la sociedad entera. ¿Cómo se reguló el tabaco? Intentando proteger a los niños. Cuando tengas a los niños sin pantallas en una casa, te buscarán, intentarán que participes con ellos, dejarán de estar hipnotizados frente a la pantalla, como tú.
Si el poco tiempo que tenemos para compartir con nuestros hijos lo pasamos frente a las pantallas, es un robo a lo esencial, a lo humano. Se puede ver una película con palomitas con tus hijos el fin de semana, pero, por sistema, llegar del colegio y enchufarle la televisión u otras pantallas, no. Cuando no tienen pantallas se ponen a jugar, se mueven más y hacen más ruido, pero el movimiento y el ruido en la infancia y la adolescencia generalmente son salud, no son enfermedad. Lo que preocupa es cuando están demasiado callados. Un móvil parece un juguete, pero no lo es.