Siempre supo que era diferente. Ya en el colegio en el que estudió, en Estados Unidos, donde pasó su infancia y adolescencia, a Aline Bravo (35) le pusieron apoyo como Asperger, aunque no fue hasta 2021 cuando le llegó el diagnóstico oficial. Tenía más de 30 años y ya era madre de su primer hijo, que ahora tiene 6 años; de hecho, su diagnóstico vino tras el del niño, que tiene autismo no verbal. A pesar de haberse adentrado ya en la maternidad cuando le confirmaron que era autista, Aline era consciente de sus “pensamientos estrictos” y tenía claro que no sería una madre corriente; tomó igualmente la decisión de serlo. Una decisión consensuada, junto a su marido, de la manera más cabal posible, planificando absolutamente todo lo planificable desde el instante mismo en el que el pequeño iba a venir al mundo y, por tanto, siendo mucho más consciente de a lo que se enfrentaba que la mayoría de madres primerizas.
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Eso no implica que no haya experimentado “un cambio completamente brutal” en su día a día, como ella misma nos cuenta, lo cual no ha sido impedimento para repetir en esto de la maternidad y, tras su hijo mayor, vinieron otros dos niños (el mediano tiene 2 años y el pequeño, tan solo 11 meses). “Supongo que tengo el mismo derecho que cualquier persona a tener una familia”, nos dice en una charla de lo más enriquecedora en la que detalla cómo es su día a día y cómo vive la crianza de sus hijos como madre trabajadora (trabaja en una multinacional) y autista.
La maternidad no es, para ninguna mujer (o para casi ninguna), un camino de rosas; hay muchos obstáculos. ¿Hay más obstáculos cuando la madre es autista?
No sé si son más porque no puedo compararlo, ya que no soy una persona neurotípica, sino que no tengo ni condición, pero sí que es diferente, porque mucha gente TEA (Trastorno del Espectro Autista) tiene el problema de la introspección, de no saber qué pasa en su cuerpo, de no entender lo que está sintiendo. Tanto en lo emocional como en lo físico, es más complicado, es más difícil de entender. Y, además, como uno de los aspectos afectados es el lenguaje y expresar lo que sentimos, es aún más complicado. Por eso, tener un apoyo médico que te entienda muy bien y que te ayuden con las preguntas que tienes de fondo de todo es lo mejor que puede pasar.
Te confirmaron que estás incluida en el espectro del trastorno autista de adulta, cuando ya eras madre de tu primer hijo; ¿cómo recibiste la noticia?
Yo ya tenía la sospecha porque en Estados Unidos, en el colegio, me hablaban de Asperger y me ponían mucho apoyo, entonces no es que fuera nuevo del todo.
Teniendo en cuenta que la noticia no era del todo una novedad para ti, ¿cómo te imaginabas que sería tu maternidad antes de que naciera el mayor de tus hijos?
Como me he desarrollado bastante de forma productiva y activa tanto laboralmente como en mi vida personal, yo no sabía si iba a ser difícil o no, porque tengo bastante control y apoyo con lo que yo necesito: una pareja estupenda. Mi marido es súper sólido y es una persona que está muy presente, así que no pensé que sería una dificultad, aunque sí que sé que tengo mis manías y mis cosas, mis pensamientos estrictos y esa necesidad de tener todo muy ordenado y controlado. Cuando yo decidí que quería tener un hijo, sabía lo que estaba haciendo, tenía muy planeado lo que quería yo para este hijo, o sea, cómo quería ser yo como madre y tuvimos unas conversaciones mi marido y yo: qué haríamos con el niño, qué viene primero, qué es lo importante…
He tenido un cambio completamente brutal, de 180 grados, en las expectativas; yo sabía lo que venía, sabía lo que era un niño, pero vivirlo en primera persona 24 horas al día es un cambio bastante drástico.
¿Cómo afrontas la maternidad en tu día a día como madre? ¿Cómo son tus rutinas diarias como madre que, además, trabaja fuera de casa?
Tenemos bastantes rutinas. Los peques van a la guardería y al cole y, por las tardes, además, hay terapias a las que tiene que ir el mayor. Una de las mejores cosas que yo tengo en mi trabajo es la completa flexibilidad de poder acudir o o estar con los peques cuando lo necesite o cuando hay citas médicas; es fundamental, sino sería imposible para cualquier persona desarrollarse profesionalmente y tener hijos a la vez.
Los peques están bastante organizados: las comidas, yo las organizo todos los fines de semana para toda la semana; es bastante metódica esa parte porque yo soy muy de repetir todo, de comer siempre lo mismo.
Y cuando surge, de manera repentina, algo con lo que no contabas (cualquier tipo de cambio en el colegio, en las extraescolares o te llaman porque se ha puesto malo uno de tus hijos en la escuela infantil o en el cole...
Son imprevistos que, gracias a Dios, tanto el trabajo de mi marido como el mío nos permiten esa flexibilidad de poder ir a recoger el niño y trabajar desde casa, pero yo tengo que planear todo por adelantado por el tema de la abstracción; cuando hay algo completamente nuevo y no tienes un planning, te descuadra mucho y genera muchísima ansiedad por la incertidumbre que produce.
Tengo que planearlo todo siempre muy a fondo. Tengo un plan de acción de todo y en lista: si pasa esto, yo lo que hago es primero, esto; segundo, esto otro; tercero, hablo con mi jefa; cuarto, vamos a casa… También tengo apuntados los procedimientos médicos. Tengo bastante bien entendidos los procesos que van a pasar; me recuerda a un script de programación, en el que das a enter y sale el script entero. Necesito tener todo planificado; ayuda muchísimo a entender, a saber qué hacer cuando te vas de vacaciones, cuando algo no funciona…
Según algunos estudios, muchas madres neurotípicas se sienten juzgadas por cómo crían a sus hijos; ¿tú te has sentido o te sientes juzgada?
Sí y no. Públicamente no porque nadie te va a decir nada, pero como he hablado en público del autismo, he dado charlas estando embarazada, sé que hay ciertas personas que piensan “cómo haces eso”, “cómo tienes un hijo teniendo una condición, un trastorno”. Pero supongo que tengo el mismo derecho que cualquier persona a tener una familia, entonces no lo veo como ellos, aunque sí sé que obviamente yo no soy una persona común y corriente que va a dejar todo para ir, por ejemplo, a una fiesta de cumpleaños que, primero, es tortura para mí y, segundo, para mi hijo. No desarrollamos las mismas actividades sociales; si en mi trabajo quedan para una comida, voy lo justo, lo indispensable y necesario porque se congrega mucha gente. Los cumples a los que hemos ido son súper medidos (con los compañeros de clase de mi hijo mayor, que entienden que tiene TEA y están muy concienciados); y vamos, estamos un ratito y hacemos bomba de humo. Pero esto son necesidades, que no por ser distintas a los demás, tienen que ser peores.
En ocasiones, esa presión social viene del propio entorno familiar; ¿a ti te ha ocurrido?
Lo ven distinto porque soy una persona que, cuando estás conmigo, notas que hay algo que no es normal, por decir algo, pero sí que lo están entendiendo bastante bien porque como mi hijo es autista, como yo, han tenido que entender ciertos comportamientos. Por ejemplo, las transiciones para nosotros no pueden ser iguales, hay que tener mucho preaviso. A mí no me puedes llegar de un día para otro y decirme “coge todo que nos vamos mañana o ahora mismo a tal sitio”; eso nos descuadra un montón. El lunes se hace esto; el martes, esto otro, y como me vengas con alguna sorpresa no planeada, como que me bloqueo, me quedo sin capacidad de acción. Yo entiendo que para una familia tradicional es difícil o distinto aprender cómo funcionan ciertas personas, pero como al fin y al cabo todos tenemos la misma meta, que es la la buena crianza y felicidad de los peques, se lleva todo muy bien.
En relación a tu hijo mayor, ¿cómo afrontas su crianza? ¿En este caso podemos decir que sea una ayuda que tú también seas autista para comprenderlo mejor?
Yo creo que cien por cien porque una de las cuestiones del TEA es la dificultad de abstraer; cuando alguien te suelta algo muy ambiguo, es bastante difícil de entender sin especificar. Yo entiendo las situaciones y, como las veo yo, es más fácil explicarle los pasos que a mí me interesan. Por ejemplo, si yo te digo “hay que freír un huevo”, tú sabes perfectamente lo que tienes que hacer, pero yo no: qué sartén, qué huevo, cómo lo quieres…. a mí me surgen muchos más problemas de esa acción. Por eso me resulta mucho más fácil presentárselo a él más machacado para que pueda comprender lo que va a pasar porque yo ya lo he vivido.
También por entender el tema sensorial. Si yo entro en un sitio que hay un cambio de luz, lo noto perfectamente; o en un restaurante, que a veces la gente no se da cuenta del ruido que se produce al hablar. Y, para él, que es más sensible sensorialmente que yo, le llega a molestar mucho más. Entonces yo siempre me doy cuenta y digo “está teniendo un problema sensorial ahora mismo, pero sé cuál es el problema”, básicamente por tener un perfil parecido.
¿Qué le dirías a otras mujeres autistas que estén embarazadas o que estén dando sus primeros pasos en la crianza de sus hijos?
Que se escuche lo que necesitan. Si tienen que saber información a fondo del parto, que lo pregunten. En mi cesárea, mi médico me explicó exactamente el proceso, lo que iba a hacer, lo que iba a pasar, cómo iba a cortar, qué instrumento sabía que iba a sentir… A veces no se comparte información a fondo y hay gente que puede vivir la situación sin entenderla, así que que pregunten, que no tengan miedo de pedir ese apoyo médico un poco más especial ni de contar qué sensibilidades tienen, como “yo no puedo estar sola en este cuarto por esto”.
Yo creo que el el miedo de preguntar y ser juzgados nos afecta mucho, el estigma social de ser autista. Y no tiene que ser ningún estigma; nuestro cerebro funciona distinto, pero somos completamente capaces de tener unos hijos muy bien cuidados y felices.
Y a madres neurotípicas con un hijo autista, ¿les darías algún consejo?
Sí, tengo mucha relación con varias. Yo entiendo que no es lo que esperaban, que es algo completamente distinto a lo que tenían en mente, y es difícil decirles algo porque hay tantos niveles distintos del autismo, que cada persona lo vive de una forma completamente distinta. Si su niño tiene muchas necesidades de apoyo, entiendo que es una lucha sin fin, especialmente por recibir ayuda, por tener un apoyo profesional… Diría que siempre veles por el bienestar de tu peque, que luches por ello, que busques mucho, que mires qué es lo mejor para vosotros porque no hay una persona que tenga la solución ideal, porque hay tantos profesionales como perfiles de TEA y a lo mejor no te funciona un profesional y a otros niños autistas, sí. Que busquen esa variedad porque, al fin y al cabo, por muy autista que sea, como padre, sabes quién es tu hijo, lo has sabido parido, es tuyo y sabes perfectamente cómo es, cuándo está mejor y cuándo no; entonces, que te guste el profesional.
Que te apoyes con otras madres y que no tengas vergüenza ninguna de salir a la calle con tu peque. Yo entiendo que, cuando somos más pequeños, tenemos comportamientos diferentes por ese tema sensorial, pero que no te dé vergüenza porque tu hijo tiene tanto derecho a participar en sociedad como cualquier otra persona. Vete donde quieras; si el niño grita porque es autista, ¿qué le vamos a hacer? Todo mundo tiene derecho a participar en la vida social, en la vida laboral, en la vida romántica… en la vida.