A los niños, por lo general, por muy tranquilos que sean, les encanta el deporte. Correr, saltar, hacer piruetas, dar patadas a un balón… y pasar un buen rato con amigos es lo que más les gusta en el mundo. Por eso cuando, de repente, empiezan a decir que no les gusta el deporte, hay que estar alerta e intentar averiguar por qué. Los motivos pueden ser muchos y muy diversos, desde que se lleve mal con un compañero a que les haya caído alguna que otra reprimenda por parte del entrenador, pero también podrían estar relacionados con motivos de salud. A veces, quieren dejar de hacer deporte porque “no aguantan y, ante eso, prefieren no jugar o no entrenar”, nos indica Gemma Morera es pediatra en el Centro Médico y Pediátrico Gemma Morera y una de las pocas especialistas que hay en neumología y alergia infantil.
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¿Cómo saber si el desinterés por el deporte tiene que ver con un problema de salud?
Es fundamental averiguar el motivo que hay detrás del desinterés de un niño por el deporte, especialmente si a ese niño antes le gustaba y disfrutaba practicándolo. Saber las causas es la clave para darle el apoyo que necesita, ya sea emocional o médico. En lo que a la salud se refiere, hay una serie de señales de alerta que debemos identificar: la primera es “cuando el propio niño nos dice que no aguanta como antes o que no aguanta como los compañeros, que se cansa enseguida”. Aquí es evidente que algo está ocurriendo y él mismo nos dice que tiene que ver con su resistencia física.
“Otro signo es que cada vez que termina de correr o de entrenar le entra un ataque de tos fuerte. También un flato intenso y repetido. A veces este último no se asocia a problemas respiratorios, pero un flato casi a diario puede ser precisamente por un esfuerzo del diafragma, que necesita hacer un mayor esfuerzo para coger aire”, nos indica la especialista en neumología.
¿Por qué los niños se cansan haciendo deporte?
Cuando consideremos que nuestro hijo se cansa más de lo normal al hacer deporte, lo primero que debemos hacer es ir a un pediatra o a un especialista para que revise al niño. Las causas que lo originen pueden ser de diversa gravedad, por lo que cuanto antes se detecten, antes se podrán abordar y podremos así evitar consecuencias indeseables, puesto que ese cansancio, “normalmente se asocia con enfermedades cardiacas o pulmonares”, apunta Morera. “Entre las cardiacas, puede haber una arritmia o una miocardiopatía hipertrófica (que es cuando el corazón es más grande de lo habitual, con lo que le cuesta más bombear la sangre). Entre las pulmonares, estaría el asma como la más habitual, esa a la que llamamos asma del deporte ; o una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que se da normalmente en niños más grandes”.
En otras ocasiones, no tiene tanto que ver con una enfermedad asociada, sino que “se trata simplemente de que el niño no sabe respirar bien, y eso le causa el flato o el cansancio”. Esta es una buena noticia en lo que a salud se refiere, puesto que tiene solución y esta no es, además, invasiva: “en estos casos hay que reeducar esa coordinación de la respiración con el entrenador o con un fisio respiratorio, para enseñarle a respirar bien cuando haga deporte”.
¿Qué tratamiento deben seguir los niños que se cansan haciendo deporte?
Como es de suponer, el tratamiento a seguir depende de la causa que origine el cansancio. “Es algo muy complejo que debe verse con un especialista”, puntualiza la doctora. “Lo importante es detectarlas para poder luego tratarlas”.
- Cuando la causa es un problema de coordinación en la respiración. En este caso, “los mismos entrenadores, preparadores personales o fisios respiratorios le enseñarán ejercicios para solucionarlo”.
- Cuando la causa es el asma. El niño necesitará “un tratamiento broncodilatador adecuado a su asma. A veces podrá ser puntual, antes del ejercicio; y otras tendrá que ser un tratamiento de base diario”.
- Cuando la causa es una cardiopatía. Aquí es preciso saber que “hay causas tratables y otras que no lo son, pero siempre se trata de que el niño pueda volver a llevar una vida normal”, puntualiza la experta. “Son diferentes a las cardiopatías adultas: en los pequeños lo más habitual sería una cardiopatía congénita, en el adolescente ya serían otras como la miocardiopatía hipertrófica, síndrome del QT largo, arritmias o una miocardiopatía dilatada”.