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Adolescentes

Hikikomori: el grave síndrome de aislamiento social que afecta a los adolescentes

El hikikomori es un trastorno que comenzó en Japón, pero que se ha ido extendiendo al resto del mundo. Los afectados, especialmente adolescentes, se aíslan de la sociedad totalmente, con todas las implicaciones que esto tiene.


27 de noviembre de 2023 - 12:34 CET

El síndrome de hikikomori comenzó a describirse a finales del siglo XX en Japón, donde los estudios hablan de que es una auténtica “epidemia”, quizá por las características de una sociedad muy hermética. No obstante, ahora pueden encontrarse adolescentes y jóvenes afectados en todas las partes del mundo, con sutiles diferencias en cuanto a la forma en que se desarrolla, según los rasgos culturales de cada lugar.

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Es una situación muy grave de aislamiento social, y para saber más de ella hemos recurrido a Laura Rico Uribe, profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

¿En qué consiste el síndrome de hikikomori?

El rasgo esencial de los adolescentes que padecen este trastorno es que tienen un comportamiento asocial por el que evitan cualquier participación en la sociedad, es decir, se aíslan totalmente y ‘abandonan’ la esfera social.

Para considerarlo como tal, ha de cumplir una serie de características:

  • El tiempo mínimo de aislamiento es de seis meses.
  • Pasan la mayor parte del tiempo en casa, habitualmente encerrados en su habitación, donde comen y se dedican a Internet o a otro tipo de actividades solitarias como la lectura.
  • Pierden totalmente el interés por ir a su centro educativo o a su lugar de trabajo.
  • No mantienen relaciones personales, y si tienen amigos, se trata de relaciones pasivas y no muestran ningún interés en los demás.
  • Los afectados no tienen ni esquizofrenia, ni retraso mental ni trastorno bipolar.
  • En muchos casos tienen el ritmo sueño-vigilia alterado y no se asean.

¿Por qué aparece el síndrome de hikikomori?

Hay distintas teorías en relación a las causas que hacen emerger este síndrome. Tal como cita la experta de la UNIR, algunos estudios hacen referencia a una adicción a las tecnologías digitales, otros hablan de eventos adversos ambientales, como  haber padecido episodios de acoso escolar,  y también parece jugar un papel importante las características personales. Así, es más frecuente en adolescentes con baja autoestima, y “otras investigaciones también indican que existe una asociación con el trastorno de ansiedad social y con la depresión mayor”.

Es un trastorno que se da más entre varones y que suele estar ligado a alguna crisis personal importante. “En esta línea, un suceso ambiental e histórico que sin duda sabemos que  disparó los problemas en salud mental, incluyendo este síndrome fue la pandemia por COVID-19”,  asegura Laura Rico Uribe.

¿Cómo pueden reaccionar los padres?

Muchos padres se ven absolutamente sobrepasados por esta situación, por lo que acaban pidiendo ayuda después de varios años, cuando todo es mucho más complejo.

“Una actuación temprana puede ser de gran ayuda para prevenir un deterioro mayor. La principal recomendación es acudir al médico de atención primaria para que puedan ser derivados al especialista”, recomienda Laura Rico. Es una parte que se completa con la “psicoeducación de los miembros del entorno más cercano para una detección precoz”.

Al ser un trastorno poco conocido, las familias piden ayuda muy tarde, pero el hecho de que se estén diagnosticando más casos en los últimos años puede que traslade el foco hacia la atención y prevención.

El hecho de que el adolescente se aísle en su habitación y no quiera salir hace que todo sea más difícil y que la atención terapéutica tenga que ser específica. “Existen tratamientos que se llevan a cabo desde casa; es decir, se suele designar a un grupo de atención ambulatoria con profesionales expertos en salud mental”, indica. Si esto no fuera posible, a través de medios online también se intenta conectar con el adolescente afectado para hacer la terapia por esa vía.

¿Por qué es tan grave este trastorno?

Los afectados por el síndrome de hikikomori pasan muchos meses, e incluso años, aislados sin ningún contacto social en una época donde  necesitan a sus iguales para completar un desarrollo adecuado.  Al margen de todas las implicaciones que esto puede tener, los adolescentes que presentan hikikomori, tienen un riesgo más alto de suicidio.

Hasta el momento hay poca evidencia científica acerca de cómo evolucionan estos adolescentes. “Sabemos que posiblemente el pronóstico va a depender de la comorbilidad, es decir, de si se solapa con un trastorno mental”, indica la especialista de la UNIR. Por eso, lo ideal es que puedan disponer de un tratamiento multidisciplinar con un enfoque biopsicosocial.

Todo ello sin olvidar a los cuidadores de estos adolescentes, “que requieren de psicoeducación y atención psicológica para abordar sus necesidades y tener herramientas”, subraya.