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ni o sorprendido© GettyImages

Nuevas tecnologías

Marina Marroquí: ‘Los chicos empiezan a tener su primer contacto con la pornografía a los 8 años’

Hablamos con la educadora social, una de las principales divulgadoras sobre esta problemática, y nos detalla cómo estos contenidos les llegan a los niños aunque no los busquen y de las consecuencias que eso entraña


21 de noviembre de 2023 - 15:48 CET

El acceso a contenido pornográfico por parte de menores es una problemática de un calado inimaginable para la mayoría de los padres. Entre otros motivos porque, cuando hablamos de menores, no solo nos referimos a adolescentes de 15 ó 16 años; hablamos incluso de niños, tal y como confirma una de las mayores divulgadoras de nuestro país que recorre toda la geografía nacional para concienciar sobre este asunto, Marina Marroquí, educadora social y autora del libro Eso no es sexo (Ed. Destino). “Los chicos empiezan a tener su primer contacto con la pornografía a los 8 años y la consumen de forma habitual a los 12”, asegura, tajante.

Habitualmente, cuando a un padre o a una madre le llegan datos de este tipo, el primer pensamiento que le viene a la mente es ‘mi hijo no’: “es importante saber que ellos no buscan el porno en esas edades, por eso a las familias les cuesta tanto de entender porque dicen ‘mi hijo de 8, 9 años, imposible; es cariñoso, tierno…”. La cuestión es que “el porno les encuentra en el momento que tienen cualquier acceso digital”, advierte la experta. “Es cierto que el móvil es el principal acceso, pero una de las principales fuentes de captación para mandarles porno es el chat de la Play o de la Switch o de cualquier videojuego que se pueda jugar en línea”.

Por eso tres sociedades españolas de pediatría -la Asociación Española de Pediatría (AEP), la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria (SEPEAP)- y Save the Children reclaman medidas legislativas urgentes para impedir el acceso de menores de edad a ese tipo de contenido. En su petición, exponen datos del informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, que la citada ONG publicó en 2020 y que concluye que la mitad de los adolescentes de 13 y 17 años accedió por primera vez a contenidos pornográficos antes de los 13 años, y un 8,7 % antes de los 10 años. Datos recavados hace tres años y que van totalmente en consonancia con lo que nos cuenta Marina Marroquí.

Es imprescindible “no perder tiempo y proteger cuanto antes a los menores de la pornografía para evitar la degradación en su forma de relacionarse”, advierten las sociedades pediátricas y Save the Children en el comunicado conjunto.

¿Por qué es tan urgente legislar para impedir el acceso de los menores al contenido pornográfico?

¿Por qué es tan importante esa legislación? “Porque de los 8 a los 12 años se están desarrollando cosas en el cerebro tan importantes como la construcción del deseo. Si el 88% de los videos pornográficos llevan violencia física contra las mujeres y se consumen en la edad en la que se construye esa sexualidad y esa concepción del sexo, vas a necesitar violencia para excitarte”, explica Marroquí. “Son decenas, casi cientos de chavales los que después de un taller se me acercan y me dicen ‘yo te prometo que soy buena persona, que yo quiero mucho a mi novia, pero si no la cojo del cuello, le tiro del pelo o la insulto, noto que no puedo’”.

Otro de los aspectos vitales para todo individuo que se está desarrollando a esas edades es, tal y como indica la educadora social, la empatía, la capacidad de sentir el dolor de otra persona. “¿Cómo se llama alguien que no ha podido desarrollar su empatía?”, respuesta: “psicópata”.

“Hay tantos estudios que demuestran que estar expuesto a violencia extrema en los años en los que se desarrolla la empatía, impide su correcto desarrollo... Tanto que hemos puesto edad a cada película y videojuego que existe. Yo creo que se nos olvida lo difícil que es un consenso mundial así” a la hora de establecer los parámetros que debe cumplir un contenido audiovisual para que sea apto a partir de una determinada edad. ¿Por qué entonces adolescentes y niños no solo pueden acceder con facilidad, sino que también se les ofrece un tipo de contenido audiovisual que pueden herir la sensibilidad incluso de adultos?

“Es más, los videos más sádicos y violentos les llegarán de los 8 a los 14 años”, alerta Marroquí. Llegados a este punto, es esencial subrayar que el tipo de contenido pornográfico al que pueden acceder estos niños es de una violencia extrema que resulta difícil de imaginar para la mayoría de adultos. Los ejemplos sobre los vídeos que les llegan a los chicos y que cita la experta en la entrevista que le hemos hecho son de tal calibre que resulta complicado poderlos reproducir en un artículo de un medio de comunicación. Es mucho más que pornografía; algunos de los ejemplos son de una crueldad y un encarnizamiento inhumanos. Y todo eso tiene importantes consecuencias.

Esa violencia está, además, “muy centrada en las mujeres y eso es muy peligroso”. Eso se traduce en una mayor cosificación de la mujer y, por ende, de las niñas y de las jóvenes adolescentes. Es evidente que hay más agresiones grupales, muchas veces ejercidas por menores, que hace unos años, pero estamos empezando a ver las consecuencias en otros aspectos menos evidentes que son también muy dañinos. Así, el chico que consume pornografía “puede ser un chaval socialmente deportista, ecologista, animalista... que cuando ve una chica llorar, contando cómo la violaron, su cerebro busque respuestas rápidas: iba borracha, era mentira., seguro que se lo inventa... para no sentir el dolor”, pone como ejemplo la divulgadora. “Aún no podemos imaginar las consecuencias de una sociedad en la que a la mitad no le importe ni le duela el dolor de la otra mitad”.

-¿Qué medidas son más urgentes por parte de las autoridades?

Una de las primeras medidas sería “el certificado digital”, apunta. “Si tú eres capaz de firmar en Hacienda porque ya hay tecnología que certifica que eres tú la persona que está ahí, ¿por qué no se puede hacer para este tipo de contenido? No tiene sentido que la única opción sea darle a una pestaña para decir si soy mayor de edad o si no”.

Afortunadamente, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) está trabajando en un sistema de verificación de edad y filtrado de contenidos que está previsto que esté disponible a mediados de diciembre. El sistema en cuestión no ha a ser un certificado digital tal cual, sino más bien de reconocimiento de que el usuario tiene la mayoría de edad. Y, para eso, necesita la autorización paterna, puesto que tendría que descargarse un atributo (así lo llaman en la AEPD) asociado a un documento oficial, como el DNI, y si se lo quiere descargar un menor, le tendría que dar autorización un progenitor o tutor legal.

Aún hay otras medidas que se pueden tomar por parte de las autoridades, como, por ejemplo, que la ley permita al poder judicial iniciar de manera mucho más ágil y rápida el procedimiento para sancionar o bloquear páginas que ofrecen contenidos pornográficos. Queda mucho camino por hacer.

Niño mira al móvil© GettyImages

¿Qué podemos hacer padres y educadores para evitar el acceso de los menores a este contenido?

1. Retrasar el acceso al móvil

El movimiento de familias para no dar un móvil a menores de 16 años está cobrando fuerza y ya son al menos 4.000 las que se han unido. Esto es un gran punto de partida: “es importante atrasar los tiempos porque tu desarrollo cerebral no es ni mucho menos igual a los 16 que a los 9; tu capacidad de ser crítico con el contenido que estás recibiendo, de aprenderlo o de interiorizarlo, no es igual”. Es necesario, pero no suficiente: “¿está bien retrasar la edad de darles el móvil?, sí, pero incluso no ponerle YouTube mientras está comiendo a los dos años. Es decir, la sobreestimulación de las pantallas en el desarrollo tiene muchísimas consecuencias, más allá de toda esta normalización de violencia”. Por eso, “necesitamos la formación a familias y prepararles para el contenido que en el momento que sus hijos tengan un dispositivo van a recibir”.

2. Formarnos como padres 

“Antes de que a tu hijo le llegue un contenido en el que agreden y matan una chica, tenemos que prepararles porque ¿qué pasa en su cabeza para que a los 8 se asusten y no se lo cuenten a nadie porque sepan que está prohibido y a los 12 me lo cuenten entre risas?”, se cuestiona la activista social.

3. Educación sexual

“La educación sexual y el desarrollo de la sexualidad es algo evolutivo”, recuerda. “Se tiene que empezar desde la infancia y eso no significa hablar de sexo desde la infancia; significa empezar a dejarnos interiorizar de forma muy profunda valores como la intimidad, como el respeto, la igualdad…”. El primer paso, señala, es enseñarles, por un lado, a lavarse y limpiarse sus partes íntimas solos y hacerles entender que nadie puede tocar ahí y, por otro, no obligarles a dar besos, ni a extraños ni a familiares.

Un paso más allá y también imprescindible es “hacerles conscientes del dolor ajeno y despertar una mentalidad crítica”, recomienda. “Si sabemos que a los 8 ó 9 años les empiezan a llegar, no tengamos miedo a decirles ‘puede ser que algún amigo para hacerse el gracioso, te mande vídeos, que salgan personas haciendo esto, que salgan haciendo daño a una chica… Esto no es ver porno con ellos porque entonces estaríamos aceptando que la pornografía es una vía de educación sexual. La mejor manera es que sepan lo que es el sexo, por lo menos sus valores básicos, antes de que ese contenido les llegue”, dice Marina Marroquí. “Y generar conversaciones de confianza para que cuando les lleguen los primeros momentos tú puedas saberlo, te lo pueda contar. Y a partir de ahí poder hablar de lo que le llega para que sea crítico sobre el contenido porque esa pornografía tan violenta de la que hablaba no tiene nada que ver con la excitación; es más un agente socializador (‘si hoy me ha llegado este vídeo y se lo mando a todos mis amigos, ese día soy el protagonista del recreo’)”.