Skip to main contentSkip to footer
entrenamiento cerebral© MindStudio

Neurociencia

Terapia de entrenamiento cerebral para niños y adolescentes, ¿el gimnasio del futuro?

Hoy en día ya es posible entrenar su cerebro para obtengan un mejor rendimiento académico, así como para mejorar síntomas asociados al TDAH y al autismo


20 de noviembre de 2023 - 15:36 CET

Ana Ibánez, autora del libro Sorprende a tu mente. Entrena tu cerebro y descubre el poder de transformar tu vida (Planeta) y directora de MindStudio, es ingeniera química y lleva más de una década dedicándose de lleno a la investigación en torno a sistemas de entrenamiento cerebral. Tras comprobar in situ cómo algunos de ellos se aplicaban a atletas de alto rendimiento en diferentes países, se volcó en cómo aplicarlos en otros ámbitos hasta acabar desarrollando su propio método, con una sólida base neurocientífica. Este tipo de entrenamiento es apto tanto para adultos como para niños y adolescentes y trabaja con ellos, en los centros MindStudio de Madrid (mindstudio.es), desde aspectos más genéricos sobre cómo mejorar la concentración destinada a un mejor rendimiento académico a otros más concretos, orientados a mejorar los síntomas de trastornos como el TDAH o el autismo. Los resultados, asegura, se empiezan a observar enseguida. Por eso, Ibáñez está convencida de que el entrenamiento cerebral será mucho más común en el futuro y que, en unos años, se entenderá que, del mismo modo que acudimos al gimnasio para ponernos en forma, debemos ejercitar el cerebro. Hemos charlado con ella y nos ha detallado de manera pormenorizada cómo funciona su sistema de entrenamiento cerebral.

¿En qué consiste el entrenamiento cerebral que haces con niños y adolescentes?

El entrenamiento en sí es igual para todo tipo de personas. La base del entrenamiento es poder optimizar las frecuencias cerebrales. Y para entender eso hay que saber que nuestro cerebro es electroquímico; las neuronas, cuando hablan unas con otras, emiten unos impulsos eléctricos. Las sumas de esos impulsos generan unas ondas de frecuencia de electricidad, y nosotros podemos leer eso en un electroencefalograma, igual que se puede leer la frecuencia del corazón en un electrocardiograma.

Lo que nosotros hacemos es optimizar esas ondas a través de leer la actividad cerebral y mostrársela al cerebro para que el cerebro pueda ir corrigiendo esa actividad. Es, por así decirlo, aprovechar una capacidad de neurociencia y del cerebro que se llama autorregulación cerebral, que indica que, cuando nuestro cerebro es capaz de ver lo que está haciendo, él es capaz de mejorarlo. Es como ponerle un sensor: si tú lees las frecuencias y le haces consciente de esas frecuencias, el cerebro puede mejorarlas.

Nosotros no le imponemos al cerebro a que haga nada, sino que es él mismo, con su información, el que decide qué hace, que le viene bien. Por eso es un sistema no invasivo, porque solamente leemos frecuencias y no introducimos nada. Eso es importante; es tu cerebro trabajando consigo mismo.

En cuanto a los protocolos de entrenamiento para niños, tienen que ver con entender la situación específica de cada niño. Y ahí es donde viene nuestra gran profesionalidad o destreza, que es algo de lo que yo me enorgullezco mucho, que es saber leer muy bien qué frecuencias enseñarle al cerebro para que él trabaje esas cosas, porque eso sí que es una elección. No le puedes pedir que trabaje todo de golpe, sino que se lo enseñas por partes. Y esa estrategia de entrenamiento es a la que yo particularmente he dedicado años a desarrollar. Eso creo que es lo que marca totalmente la diferencia.

¿Cómo se aplica esto en la práctica? ¿Qué es lo que se muestra al niño en la pantalla?

La actividad eléctrica que leemos a través de un electroencefalograma (utilizamos unos sensores que se llaman electrodos y que leen esta electricidad) necesitamos que el cerebro la vea, que vea esa actividad. Podríamos ponerle un electroencefalograma, que son unas gráficas y el cerebro de la persona que tiene colocados los sensores, al cabo de unos minutos, entiende que eso que está viendo es él mismo. Eso ya serviría de espejo; el que tú estés mirando una gráfica con tu actividad cerebral hace que tu cerebro identifique que esa actividad es la suya. Es increíble.

El mirar directamente tu actividad eléctrica produce que tú puedas hacer cambios sobre tu actividad eléctrica. ¿Qué hacemos nosotros? Utilizamos esa capacidad, pero como mirar una gráfica sería muy aburrido y además metería ruido en el entrenamiento, la gráfica de ese electroencefalograma nosotros lo traducimos en una señal digital. Esa señal digital es la que nosotros alimentamos a una televisión. Por eso cuando te entrenas estás mirando una pantalla, estás viendo una película, pero la imagen de esa pantalla va a hacer cambios de tamaño, de colores, de luz… etcétera. Todos esos cambios son exactamente lo mismo que nosotros estamos viendo en la actividad eléctrica; por así decirlo, los saltos en las frecuencias son los saltos que estamos viendo en la pantalla. A tu cerebro le ocurre lo mismo que mirando esa gráfica, está mirando ese electro, está mirando esos cambios y está siendo consciente de que eso lo está haciendo él mismo. Entonces él empieza a mejorar su actividad eléctrica al mirar la pantalla.

¿Cómo es el entrenamiento cerebral para niños con TDAH? ¿Cómo les ayuda este entrenamiento a mejorar la atención y la impulsividad?

Los niños que vienen por problemas de concentración o de impulsividad, en el 80% de los casos es porque su cerebro está incómodo emocionalmente, que es lo mismo que decir que su cerebro no tiene la capacidad de poder gestionar la información emocional que recibe. Los padres no nos damos cuenta y esa información emocional muchísimas veces es subliminal. Tú puedes pensar que tu hijo no está captando nada porque lo estás escondiendo, pero los niños tienen un cerebro muy perceptivo. Entienden perfectamente cuando en una familia hay problemas o cuando los padres están pasándolo mal; ellos lo están absorbiendo y ni siquiera se dan cuenta. Hay mucha incomodidad emocional detrás de todos estos casos que pasa, primero, por calmar a su cerebro, por hacerlo más maduro emocionalmente.

Ahí empiezan a solucionarse muchas cosas; ya vemos que ese cerebro puede tener la atención más sostenida, se puede concentrar mejor. En los casos que no, que sí que tengan déficit de atención detrás (entendido como trastorno), eso significa que las áreas de la concentración que están en el hemisferio izquierdo, en el frontal y en el prefrontal izquierdo, que esas áreas sí están sub activadas y nosotros tenemos que activarlas con el entrenamiento. Podemos hacer un entrenamiento específico para enseñar al cerebro y para activar más esas áreas.

Ana Ibáñez© Ana Ibáñez

Al ver en una pantalla cómo ‘funciona’ el cerebro de un niño, ¿veis indicios ya de un TDAH o de algún otro posible trastorno?

Nosotros tenemos un sistema que es lo más avanzado que existe hoy en día, donde en 30 minutos, con unas gafas de realidad virtual y un programa que utilizamos, podemos hacer un análisis cualitativo y cuantitativo súper preciso de si existe o no déficit de atención con o sin hiperactividad. Llevamos a los niños a un aula virtual y metemos distractores, por ejemplo, y evaluamos variables como la atención sostenida, la impulsividad, el aburrimiento, la necesidad de movimiento… Esa información la recogemos y hacemos un entrenamiento acorde a lo que estamos viendo en esa evaluación.

El entrenamiento cerebral, ¿lo compagináis con algún otro tipo de terapia psicológica?

Todo el equipo son psicólogas expertas en entrenamiento cerebral, salvo yo que soy ingeniera y que estoy detrás de toda la investigación. Ellas son una extensión mía de conocimiento, de toda mi investigación. Nosotras trabajamos todos los casos en conjunto; cuando tenemos un paciente, aunque sea una sola psicóloga la que está llevando su caso, siempre y sobre todo con niños, está sometido a los ojos de las demás. Todos los casos los hablamos.

El entrenamiento en sí tiene distintas partes: normalmente, no empezamos con parte de psicoterapia porque queremos evitarlo; queremos llevar primero al cerebro a un mejor lugar y, una vez que existe esa apertura natural para poder hablar, ahí es donde compaginamos, en una misma sesión, psicoterapia y entrenamiento cerebral.

A parte de que trabajamos con neurólogos, con psiquiatras y con psicólogos que nos traen a los pacientes y eso está muy bien para tener también la referencia, y hablamos con ellos. Además, cuando alguien ha tenido un proceso con psicología o con psiquiatría previo, nosotros intentamos siempre ponernos en contacto (con los otros profesionales) para tener todo el historial para entrenarles. Nos ponemos de acuerdo con ese equipo que está trabajando con un niño, obviamente, pero sí que es verdad que muchas veces se diluye la necesidad de psicoterapia tal cual. Por eso es bueno que aquí se cierre el círculo; intentamos cerrarlo. Va muy bien porque, primero, quitas mucha preocupación también a los padres. Ya, de repente, ven que no es un problema, sino un proceso; ven que es un aprendizaje.

Un trastorno como el TDAH no tiene cura, el niño lo va a tener toda su vida. ¿El entrenamiento le va a proporcionar estas herramientas para toda su vida o tendrán que volver a hacer de sesiones de mantenimiento en unos años?

Es que pasan las dos cosas porque, cuando tú entrenas cerebralmente, estás creando nuevos caminos neuronales, estás haciendo nuevas conexiones neuronales. Cuando tú enseñas en el entrenamiento a activar el súperfrontal izquierdo, eso es algo que su cerebro aprende a hacer y empieza a hacer unas conexiones neuronales que no tenía antes; eso es algo que se mantiene. Y eso es lo maravilloso de entrenar cerebralmente porque, cuando tú tomas un medicamento, para la concentración, te hace efecto en el momento en el que se está la química dentro, porque es la que hace que los neurotransmisores sean distintos. En el momento en el que esa química se va porque dejas de tomarlo, tu cerebro vuelve a la situación inicial, no ha aprendido nada. En cambio, con el entrenamiento cerebral estás creando nuevas conexiones, tu cerebro aprende a hacer nuevas conexiones.

Cuando te has entrenado, ya tienes dos ayudas: la primera es que tu cerebro ya ha hecho las conexiones neuronales; y la segunda es que, como tú empiezas a identificar lo que le ocurre a tu cerebro, empiezas a utilizar herramientas que te ayuden a concentrarte mejor, porque ya sabes de qué pie cojea.

Entrenamiento cerebral© MindStudio

¿Cómo entrenáis a niños con autismo, teniendo en cuenta que es un espectro y sabemos que dos niños autistas pueden presentar necesidades completamente diferentes?

Pues igual. En el fondo ponemos un espejo delante de su cerebro. En este caso, siempre partimos por el área de percepción del entorno y de relación con el entorno. Estas son las áreas cerebrales en el hemisferio derecho que hacen que conectes más con el mundo emocional de dar respuestas a lo que estás recibiendo. Empiezas a tener más fluidez de entender la información que recibes del entorno.

Los casos que tenemos son súper bonitos. Hemos tratado casos, los más difíciles de niños bastante pequeños, de 5 y 6 años, donde no había una conexión emocional normaldonde los padres pudieran sentir que había realmente una conexión entre los niños y los padres y, después de las sesiones, empezar a ver un diálogo emocional. Un diálogo emocional que es distinto, pero ya se empieza a ver que ocurre algo, que se pueden comunicar. Y eso tiene que ver con activar las áreas. Ahí yo siempre soy muy cauta en hasta dónde podemos llegar, pero en todos los casos de autismo nunca he visto un retroceso; siempre he visto algo positivo.

Y con niños que son neurotípicos, que no tienen ningún trastorno ni ningún tipo de problema, ¿también trabajáis?

Sí, con mis hijas, las primeras. Mis hijas empezaron a entrenar con seis y siete años. Es igual que pedirle a nuestro cuerpo que haga ejercicio físico; es pedirle a nuestro cerebro que haga ejercicio cerebral o que se ejercite. Los niños que se entrenan son niños que utilizan mejor sus capacidades.

Tenemos que enseñarle a nuestros niños cómo funciona el cerebro de una manera muy simple. Yo espero que las generaciones nuevas sepan que nuestro cerebro es una parte más de nuestro cuerpo, que se puede trabajar con ella.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.