“El juego llegó antes que el juguete. Una piedra, un trozo de piel convertido en muñeca... Los niños juegan desde siempre”, subraya Imma Marín, experta en juegos y juguetes, formadora y fundadora de Marinva, una consultoría donde aplica sus conocimientos lúdicos para instituciones y empresas (www.marinva.es).
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Acaba de publicar su libroJugar (Ed. Paidós), donde aporta recomendaciones muy valiososa sobre el juego a cada edad y lo que supone en el desarrollo. Con ella hemos hablado de cómo el juguete se integra en el juego del niño y qué hacer para que sí aporte realmente. “El objeto es un elemento enriquecedor del juego, pero hay que saber escoger bien”. ¿Cómo logralo?
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1. Adecuar el juguete a la edad del niño
Una de las claves fundamentales para que el juguete resulte adecuado es adaptarlo a la edad del niño. A veces, los fabricantes consignan una horquilla más amplia de edad para llegar a más consumidores. Es difícil, por ejemplo, que un mismo juguete sirva para un niño de un año y para otro de cinco.
Por eso, los padres han de fijarse en esa edad recomendada del juguete, pero decidiéndose en última instancia por lo que mejor le vaya a su hijo, según su edad actual y su desarrollo, tal como aconseja la experta.
“No es lo mismo un segundo hermano que un primer hijo. El segundo tiene los juguetes del primero desde que nace, sabe su manejo y sus usos. Cuando le llegue la edad de utilizarlos, posiblemente sea más habilidoso, y esto no significa que sea más listo, sino que ha podido imitar a su hermano y ha tenido otro entorno”, comenta.
2. Elegir según las características del niño
La edad es un dato importante a tener en cuenta, pero es orientativa. Hay que fijarse en otro aspecto esencial, como indica Imma Marín, y es las circunstancias que rodean a cada niño: “Hay que pensar en cada uno en concreto: cómo es, con qué se entretiene, es hijo único o tiene hermanos, la casa es grande o pequeña, va a usar el juguete en invierno o en verano...”.
En este sentido destaca la importancia de elegir no por las preferencias de los padres, por sus gustos, sino por lo que creen que le va a gustar al pequeño, teniendo, además, “la predisposición de investigar y jugar juntos después”.
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3. Asegurar la calidad del juguete
El mercado ofrece muchas alternativas de juguetes con precios muy diversos. Pero siempre hay que buscar que los juguetes elegidos cumplan los estándares vigentes de calidad. Que lleven el sello CE de la Unión Europea.
Además de por un asunto de seguridad básico, hay que cuidar “que el juguete no se rompa a la primera, que las piezas encajen bien, que cumpla la función para la que ha sido creado y que esté preparado para el juego simple de los niños”, indica Imma Marín.
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4. ¿Cuántos juguetes son demasiados?
Además de elegir juguetes de calidad y adaptados a cada niño, hay que saber cuál es el número adecuado. “El exceso de juguetes ‘mata’ las ganas de jugar”, advierte la especialista. De hecho, hay niños que se quejan de aburrimiento rodeados de juguetes. Los juguetes deben ser suficientes para cubrir las distintas áreas de desarrollo del niño y ser variados.
Así, hay que tener en cuenta lo que tiene ya en casa y revisar los juguetes que están rotos o sin uso antes de incorporar otros nuevos. “Este es un ejercicio importante, porque muchos juguetes pueden estar en mal estado o sin usar durante muchos años. Si los revisáramos veríamos que quizá no tienen tantos juguetes como parece”, advierte.
Un ejercicio muy positivo que sirve para educarlos en el consumo responsable es, como aconseja Imma Marín, pactar con ellos los juguetes que se quedan en casa y los que no y a quién se regalan o se donan.
5. Estimulan muchas áreas de desarrollo
Un buen juguete logra estimular el desarrollo del niño en distintas facetas: sus ganas de saber, de imaginar, de leer, de contar...
Hay un error muy común y es pensar que los denominados juguetes ‘educativos’ son mejores. “Un juguete es educativo cuando te permite jugar con las manos, con el pensamiento, con luz, colores, con las ganas de probar, de experimentar...”, recalca.
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6. Darle valor al juguete
“Para que los juguetes tengan éxito es importante cómo los entregamos y el valor que le damos al integrarlos en casa”, comenta la experta de Marinva.
Cuando los niños abren un paquete tras otro sin casi reparar en lo que tienen delante, no se facilita que a ese juguete se le dé un valor. “Se debe crear un ritual en familia y limitar el número de paquetes que abre para mantener la emoción y dedicarle a cada uno su tiempo”, resalta.
Además, es importante que en casa los juguetes tengan un lugar asignado que refuerce su importancia. “¿Están tirados en el suelo?, ¿amontonados? Si los dejas de cualquier forma, les estás diciendo sin decir que ese juguete no tiene valor”, alerta.
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7. Que no haga todo por ellos
Los juguetes son cada vez más sofisticados y pueden tener tantas funciones que casi anulan la participación del niño, que se convierte en un espectador pasivo. Hay muchos a los que este tipo de juguetes puede atraer en un principio, pero que se cansan enseguida y más allá de los primeros días de juego, lo abandonan para no volver a cogerlos nunca más.
“En una gran mayoría provocan un juego muy limitado porque limitan al niño a ver, y lo que quiere el niño es moverse”, destaca la experta. Por eso, hay que apostar por aquellos que ponen al niño en primer término como protagonista.
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8. Que su tecnología no sea muy invasiva
“La tecnología en el juguete ha estado siempre, pero cuanto menos invasiva sea, mejor”, aconseja la experta. No hay que demonizar los avances y los nuevos juguetes, pero siempre que sigan poniendo al niño en el centro del juego.
“Cuanto más simple es el juguete, más posibilidades hay de despertar la imaginación del niño. Porque manda él y no el juguete”, indica la experta.
En este sentido, unas piezas de construcción, un muñeco o cualquier otro elemento que pueda parecer simple no lo es en absoluto, ya que tiene el poder de activar los sentidos y la imaginación del niño.