Uno de los primeros hitos más visibles en la vida de todo bebé es cuando comienza a gatear. Empiezan a ser un poquito más autónomos y tiene lugar, normalmente, entre los 6 y los 9 meses de edad. A mamás y a papás les llena de ternura ver cómo su pequeño explora por todas partes. Más allá de lo especial de este momento, el gateo es clave en el desarrollo del pequeño; por eso “es importante que, en la medida de lo posible, estimulemos esta etapa en el bebé por los grandes beneficios que tiene el gateo para su desarrollo”, aconseja la Dra Rosa Merlos, pediatra de Vithas Valencia 9 de Octubre.
Beneficios del gateo en el desarrollo del niño
“La autonomía que el gateo proporciona a los bebés les permite explorar e interactuar con el mundo que les rodea. Al gatear, el bebé conecta los dos hemisferios cerebrales, el que se encarga del lado derecho y el que se encarga del lado izquierdo, y facilita el paso de información esencial de un hemisferio a otro, permitiendo la maduración de las diferentes funciones cognitivas. De esta forma, también ayuda a la futura lateralización del cerebro, que implicará que uno de los hemisferios se convierta en dominante”, detalla la pediatra.
- Coordinación de los dos hemisferios cerebrales.
- Favorece que se desarrolle el patrón contralateral (el brazo derecho va sincronizado con el pie izquierdo y el brazo izquierdo con el pie derecho), que es la función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal organizado y en equilibrio en etapas posteriores.
- Se tonifican adecuadamente los músculos que más adelante permitirán que el niño mantenga la columna recta cuando esté maduro para poder ponerse de pie.
- Se desarrolla una mejor visión. “El gateo ayuda a potenciar las habilidades visuales, ya que se trabaja el enfoque visual y también la coordinación entre lo que el ojo ve y lo que la mano y el pie hacen. Al mirar al suelo para colocar la mano o la rodilla correctamente, el niño enfoca los dos ojos en un mismo punto a corta distancia. Si se dirige a un punto gateando, dirige ambos ojos al infinito. Todo esto permite trabajar el enfoque visual”.
- Fomenta la percepción del propio cuerpo. “El gateo hace que maduren y se desarrollen adecuadamente el sistema vestibular (encargado de regular el equilibrio) y el sistema propioceptivo (encargado de que el niño o la niña conozca dónde están las diferentes partes de su cuerpo y reciba la información sobre estas de forma adecuada)”.
- Se utiliza el sentido del tacto continuamente. “Esta estimulación al gatear por diferentes texturas, beneficiará posteriormente la motricidad fina”.
- Aprende a descubrir el entorno, “calcular las distancias para no chocar, siendo consciente de la fuerza de la gravedad, etc”.
- Mejora sus habilidades para evitar golpes y para afrontar las caídas, “poniendo las manos para evitar el golpe y levantándose con más facilidad”.
- Autonomía. “El bebé adquiere autonomía antes porque empieza a tomar sus primeras decisiones a la hora de separarse de sus padres, explorar zonas desconocidas para él, etc”.
Así fomenta el gateo la lectoescritura
El proceso de lectoescritura comienza mucho después que el gateo (años después, de hecho), pero gatear ayuda a que, inconscientemente, se vayan sentando ciertas bases que le serán muy útiles al niño cuando llegue el momento de empezar a leer y a escribir. En primer lugar, porque con el gateo “se trabaja la coordinación entre lo que el ojo ve y lo que la mano y el pie hacen”, tal y como indica la pediatra. De este modo, “cuando el niño gatea se establece entre ojo y mano una distancia similar a la que más adelante habrá entre ambos para leer y escribir, por lo que su adecuada coordinación ayudará en el futuro a la lectura y escritura”.
En concreto, el gateo fomenta la lectoescritura del siguiente modo:
- Percepción espacial. “Con el gateo, el bebé está trabajando el sentido del espacio, la profundidad y el equilibrio, e interioriza conceptos como cantidad y tamaño”.
- Coordinación óculo-manual. “Gatear ayuda al bebé a ejercitar la vista. Aprende a enfocar bien los dos ojos a una distancia que, además, coincidirá con la que tendrán los libros respecto a su rostro cuando lea. También le ayuda a desarrollar la coordinación entre los ojos y las manos, que necesitará más adelante a la hora de leer y escribir”.
- Preparación para el trazo. “A medida que el bebé gatea, la palma de la mano se masajea, envía información al cerebro sobre texturas y sensaciones y adquiere la sensibilidad necesaria para poder tener, en el futuro, un control del trazo de la escritura”.
- Fortalecimiento de las manos. El trazo implica también desarrollar la fuerza suficiente en los músculos implicados. Algo que parece tan sencillo y que no requiere el más mínimo esfuerzo, necesita de una ejercitación previa de la musculatura (a parte de la habilidad cognitiva para ser capaz de hacer el trazo). Aquí, el gateo es también de gran ayuda, ya que “al gatear, el bebé tiene que sujetar su peso con ambas manos, adquiriendo estabilidad en los hombros y las palmas de las manos. Esto es importante para la motricidad fina, que es la que ejercitará más adelante al escribir o dibujar”.
‘Si mi hijo no gatea… ¿debo preocuparme?’
Algunos niños no gatean nunca y pasan directamente de lograr permanecer sentados a dar sus primeros pasos. Teniendo en cuenta todo lo indicado anteriormente y el importante papel que el gateo desempeña en el desarrollo cerebral e integral del niño, ¿que un bebé no llegue a desplazarse nunca de este modo es un problema?
No, no hemos de verlo como un problema. “Si no gatea tendrá que ir aprendiendo más adelante todas aquellas cosas que se aprenden gateando y seguramente le cueste más levantarse cuando esté empezando a caminar y se caiga porque no dominará tanto el suelo”, tranquiliza la Dra. Merlos.