Los niños tienen un grandísimo potencial. Todos. A veces, sin embargo, a algunos les cuesta más demostrarlo y su rendimiento académico no refleja todo aquello de lo que es capaz. ¿Cómo podemos ayudarles los padres, desde casa, a que esta situación cambie y brillen mucho más en el colegio? “Para que un niño quiera sacar todo su potencial, primero debe creer que lo tiene”, asegura la docente Paula Lacuesta, de La pizarra de Paula (@lapizarradepaula). “Esta frase puede parecer una obviedad, pero créeme que si preguntas a cualquier alumno por qué no se esfuerza más por lograr mejores notas, seguramente te encontrarás con un ‘¿para qué, si lo mío no son las mates?’, por ejemplo”.
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El papel de los padres para ayudar a los niños a sacar todo su potencial en el colegio
Teniendo muy claro esa premisa y la necesidad de infundir confianza en sí mismos a nuestros hijos, hay otros pasos también importantes que los padres hemos de seguir para ayudarles a mejorar su rendimiento académico, independientemente de la edad que tengan.
1º Hacerle ser consciente de los obstáculos a los que se enfrenta
“Para exprimir sus capacidades y hacerle ver que las tiene, es clave la comunicación abierta en casa acerca de sus intereses, pero también sobre las limitaciones que cree tener. Si detectas que tu hijo ha interiorizado que no se le da bien una asignatura o considera que no es bueno en algo, el primer paso y fundamental es desmontar esa creencia”, aconseja Paula. El hecho de que le cueste más una determinada parte del temario o un aspecto concreto no debe extrapolarse a la asignatura al completo, algo que e bastante habitual que ocurra y que, al final, acaba condicionando tanto el interés del niño o del adolescente por esa asignatura en cuestión y, en consecuencia, también las notas.
Para ello, para superar ese obstáculo concreto, Lacuesta recomienda una estrategia a la que ella llama buscar el punto de enganche: “si un niño afirma no ser bueno en mates porque no le salen las multiplicaciones, tal vez sea porque no se sabe las tablas de multiplicar; si se ‘engancha’ en los problemas, tal vez no tenga una buena comprensión lectora para descifrar el enunciado”.
Por tanto, habrá que averiguar dónde está verdaderamente la dificultad y analizar cuál es la mejor manera de superarla: “De la misma forma que Julio Cesar alzó su imperio bajo el lema ‘divide y vencerás’, tú tienes que hacer algo similar con tu hijo; divide sus debilidades, encuentra el punto de enganche y trabajad solo en ello hasta solucionarlo”. De este modo, al encontrar “el obstáculo sobre el que se edifican el resto de dificultades, la muralla de las limitaciones de derrumba”.
2º Demostrarle su valía con los resultados que va logrando
El segundo paso es “el más importante”, según la docente y consiste en “hacerle ver que lo ha conseguido, que sí puede y que sí es válido”. Con esta estrategia se irá generando un efecto bola de nieve a la inversa, ya que “si poco a poco se desmontan limitaciones y se mejora la autoestima académica del niño, su potencial irá aumentando y los buenos resultados llegarán solos”.
3º Fomentar su autonomía
La autonomía puede asustarles, tal y como indica Paula Lacuesta, pero “es la clave del éxito de sus estudios actuales y también de su vida adulta”. La cuestión es cómo fomentar esa autonomía. Lo adecuado sería hacer de guías en este punto con nuestros hijos y que sean ellos quienes, “una vez se han buscado sus intereses y encontrado las limitaciones que lo frenan, empiecen a construir su castillo”.
“Te recomiendo que lances al aire mi pregunta favorita: ‘¿qué te diría esa persona a quién tanto admiras?’. Aquí lo interesante es que él mismo se dé cuenta de que puede hacer más de lo que actualmente hace”. Es decir, lo que tenemos que tener en cuenta es que, “en vez de decirle qué tiene que hacer o cómo debe solucionarlo, debemos ayudarle a que él mismo indague sobre qué debe hacer y de qué manera”.
Y esto habría que aplicarlo también a los deberes, pues es contraproducente ayudarles a hacerlos. Lo adecuado es ejercer de guía, estar ahí por si nuestro hijo precisa nuestra ayuda y, en ese caso, hacerle las preguntas pertinentes para que sea él quien dé con una posible solución.
4º Establecer objetivos a corto plazo y premiar los logros
“Una vez sacudida la motivación para lograr sus sueños, toca escribir sus objetivos diarios”, añade la CEO de La pizarra de Paula. “Al principio, siéntate con tu hijo y plantea 2 ó 3 mini-tareas que tenga que cumplir. Cuando las termine todas, monta una fiesta”.
La fiesta no tiene por qué ser literal, pero sí debe quedar patente que el haber cumplido con esas pequeñas tareas es un gran éxito y, como tal, hay que celebrarlo. “Si recompensas verbalmente a tu hijo tras haber hecho una acción, se sentirá gratificado y muy probablemente desarrolle un vínculo positivo por tratar de volver a cumplir sus metas diarias”.
El papel de los hábitos de estudio
De cara a ayudarles a desarrollar todo su potencial en el colegio, ¿cuándo es preciso comenzar a inculcar a los niños estos hábitos de estudio? “Imagina esta misma pregunta pero cambiando la palabra ‘estudio’ por ‘alimentación saludable’. Probablemente tu respuesta sería: tan pronto como se pueda”. Lo mismo debería ocurrir, según Lacuesta, con los hábitos de estudio, pues enseñan a los niños “algo mucho más importante que a hacer los deberes de la profe”. Para ella, lo importante de que un niño “se siente todos los días (el tiempo pertinente según su edad) desarrolla su disciplina, constancia, esfuerzo y motivación académica”.
-Cómo establecer hábitos de estudio en los niños:
- Marcar descansos y añadir alicientes. “La mejor manera de seguir una buena rutina de estudio consiste en tener en cuenta su edad, graduar los descansos según su capacidad para concentrarse y añadir alicientes que potencien que la rutina de estudio se complete”, asegura. “No hablo de comprar un juguete cada fin de semana; hablo de recompensar verbalmente a tu hijo cada vez que se supera con sus rutinas, permitirle ver 10 minutos más de su serie favorita el viernes o ir a pasear a su parque favorito”.
- Enseñarles cómo afrontar el estudio o los deberes. Lo recomendable en este punto es, al igual que en lo que a la autonomía respecta, servir de guía: “al principio apareces para guiar su comportamiento y, una vez pasados unos días o semanas en que tu peque ya sabe cómo debe proceder, ir desapareciendo de la ecuación progresivamente”. De este modo, irá automatizando el proceso y será capaz de enfrentarse por sí mismo a una situación que le acompañará el resto de su vida académica.
“Seguir todos estos pasos te garantizará una tasa de éxito muy alta, ya que esta estrategia se asienta sobre los pilares neuroeducativos más importantes: motivación, responsabilidad, rutinas y equilibrio”, asegura Paula Lacuesta. “Si tu hijo cree que puede lograr sus metas, y tiene las estrategias para lograrlo, el resultado es inevitablemente grandioso”.