Siempre que haya una duda fuerte y razonable o la impresión de que algo en el niño no marcha bien realmente hay que acudir a un centro médico o a Urgencias. Los padres suelen desarrollar un sexto sentido que les hace saber que hay un problema grande o que el estado de salud de su hijo no es el adecuado.
Sin embargo, hay otros contextos en los que se puede esperar y pedir consulta con el pediatra, ya que la situación del niño no reviste gravedad. Es una manera también de no colapsar las Urgencias y de que el menor no se contagie de otros virus o enfermedades que pueden encontrarse en la sala de espera.
La decisión final corre a cargo de cada familia, pero la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) ha elaborado una guía para padres y cuidadores donde especifican cuándo no se trata de casos urgentes; es decir, en qué situaciones no habría que ir a Urgencias.
¿Qué pasa con la fiebre?
La fiebre es un mecanismo de defensa del organismo ante patógenos, por eso no es algo malo, sino una reacción que indica que el cuerpo está trabajando para solventar el ‘problema’. Tal como recuerda la SEUP, “la fiebre no provoca daños en el cerebro hasta que no llega a 42 ºC o más”. Por tanto, en un niño que tenga fiebre no está indicado siempre acudir a unas Urgencias.
Cuando la evolución de la fiebre sea de más de cinco días, hay que pedir cita en el pediatra y mientras tanto manejarlo con antitérmicos para que los síntomas no sean tan molestos.
Hay varias excepciones a esto que conviene saber y que sí justifican la visita a Urgencias, como indica la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría:
- Cuando el niño tiene menos de tres meses de edad (ante la fiebre siempre hay que ir a Urgencias).
- Si el niño se muestra con fiebre y adormilado, decaído o muy irritable.
- Si ha tenido por primera vez una convulsión.
- Si se queja de dolor de cabeza intenso y vomita varias veces.
- Si respira con dificultad.
- Si tiene manchas en la piel que no desaparecen al presionarlas.
- Cuando la fiebre es de más de 40,5 ºC.
Así, en los bebés de entre 3 y 24 meses con una temperatura superior a 39 ºC y sin datos de alarma, como los anteriores, no estarían indicado ir a Urgencias, pero sí que lo viera su pediatra.
El dolor de tripa: cuándo dice algo más y cuándo no
Los episodios de dolor abdominal son muy frecuentes en los niños. Pero no siempre son motivo de Urgencia. Hay que vigilarlos y acudir al pediatra cuando haya vómitos y diarrea sin síntomas de alarma o cuando se trate de “un dolor de barriga no muy intenso que viene y va”.
Sin embargo, sí hay que acudir a Urgencias en estos casos:
- El niño tiene mal estado general y está muy decaído y pálido.
- Es un dolor que no cede en ningún momento, cada vez es más intenso e impide al niño hacer su actividad habitual.
- El dolor está localizado en el lado derecho del abdomen.
- Los vómitos son continuos, con sangre o de color verdoso.
- Las cacas son negras o con hilos rojos.
- El abdomen está tenso, duro o hinchado.
- El niño ha sido operado del abdomen recientemente.
Igualmente hay que vigilar los síntomas de deshidratación que podrían darse ante vómitos y diarreas continuas de más de 24 horas y que se manifiestan con ojos hundidos, poca cantidad de orina, llorar sin lágrimas, boca seca... En este caso también hay que acudir a Urgencias.
Tos y mocos cuando no hay dificultad respiratoria
Los procesos víricos de tos y mocos ocupan muchos meses cada año de la vida de los niños más pequeños. Pero hay un hecho que marca la diferencia y es la aparición o no de dificultad respiratoria.
Esa dificultad respiratoria se concreta, según la SEUP, en respiraciones muy rápidas, donde se marcan las costillas, se mueve mucho el abdomen o se hunde el pecho. En este caso, hay que acudir a Urgencias.
También si el proceso de tos y mocos, aunque los padres no perciban esa dificultad respiratoria, hace que el niño esté llamativamente decaído, somnoliento o muy irritable.
Y, como pasa siempre en bebés menores de tres meses, “cuando el catarro se acompaña de fiebre”.