“El yoga enseña a los niños a reconocer sus emociones. Les facilita el ejercicio de ponerles nombre, e incluso color y forma, y les proporciona herramientas para encontrar ese espacio personal necesario”, nos cuenta esta experta. “El yoga es una práctica que puede hacer tanto por nuestros hijos...”, afirma Mercedes de la Rosa. Ella estudió Periodismo y Relaciones Internacionales y vivió y trabajó durante unos años en países extranjeros. Tras sufrir una fuerte crisis de insomnio, conectó con la práctica del yoga, y sus hábitos cambiaron para siempre y a mejor. Aprendió a cui-darse por dentro y por fuera, “y a confiar...”, asegura.
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Poco a poco, la vida le llevó a ser empresaria y yogui. Y en 2005 nació su centro ZUY (Zentro Urban Yoga), primero en Barcelona y después en Madrid. Como no podía ser de otra manera, ella aplica toda la sabiduría aprendida con sus dos hijas y también en su propio centro, en el que imparte, de forma puntual, talleres infantiles. “El yoga en niños trabaja la atención y la consciencia, que son dos de las patas imprescindibles para vivir una vida plena. También nos ayuda a reconocer y a gestionar emociones, a ganar seguridad, a aceptarnos, a querernos, a respetarnos y a ser amables con nosotros y con todo lo que nos rodea”, concluye.
Yoga en niños
- A nivel físico: “Les proporciona conciencia de su cuerpo, les permite obtener buenos hábitos posturales, movilizar los músculos, tonificarlos, ganar flexibilidad... y les enseña a respirar, que es una herramienta muy necesaria en nuestras vidas”.
- A nivel psicomotriz: “Trabaja la coordinación, la agilidad y el equilibrio”.
- A nivel mental: “Les permite reconocer sus estados de ánimo y emociones, y conectarlos con su cuerpo y mente. Les invita a trabajar la amabilidad y la compasión, y les proporciona herramientas para relajarse y conectar con la serenidad y la calma”.