Skip to main contentSkip to footer
mitos de la crianza que hay que desterrar seg n marta gar n© GettyImages

Entrevista

Marta Garín, pediatra: ‘No cumplir con los dogmas sociales en la crianza hace que las madres carguen con mucha culpa’

Los mitos sobre la crianza proliferan a un ritmo demasiado acelerado. Muchos padres se enfrentan al cuidado de sus hijos con informaciones contradictorias o directamente falsas o que los ponen en riesgo.


13 de noviembre de 2023 - 11:41 CET

Tener un hijo no es solo llenarte de dudas sino de consejos de los de alrededor. Muchos de ellos no responden a ninguna base científica y pueden confundir más que ayudar. Para desmontar los más frecuentes, la Dra. Marta Garín, pediatra con consulta en Málaga y a través de dos plataformas online, (Doctoralia y BluaU de Sanitas), acaba de publicar Cierra la boquita que te vas a resfriar... y otros mitos absurdos de la crianza (Ed. La esfera de los libros).

Se trata de un exhaustivo, pero muy ameno libro, sobre algunos de los mitos más frecuentes que rodean el cuidado del bebé y el niño. Así, desmonta ideas erróneas sobre el recién nacido, la lactancia, el biberón, los virus, los dientes, el sueño... Hemos charlado con ella.

¿De dónde proceden más mitos sobre el cuidado y la crianza de los hijos: de la tradición o de las redes sociales?

Pues antes, sin duda, de las familias. Los mitos eran el resultado de un crianza en grupo, en tribu. Se arrastraban conocimientos de generación en generación, conocimientos que se heredaban y se trataban como dogmas, como leyes irrefutables sin que nadie, o casi nadie, cuestionase su validez. Hoy en día con las redes sociales, el acceso inmediato a tantísimo flujo de información hace que los mitos, las mentiras, proliferen a la velocidad de la luz. Se pueden crear noticias falsas, falsas nuevas leyes absolutas sobre salud o crianza en un segundo, detrás de un altavoz potentísimo.

Los perfiles que tratan sobre crianza, maternidad, salud, bienestar… son infinitos, y las fuentes muy diversas; hay desde mamás, grupos de mamás, pediatras, psicólogos… y por ello a veces la fuente que elegimos para informarnos de un tema en concreto o para responder a una cuestión inmediata no es la mejor. La formación de quien divulga o comunica en redes, a menudo, no es importante o no se correlaciona con el grado de impacto o penetración que va a tener en la población general, de modo que, a veces, opiniones de gente no formada en la cuestión que se trata encuentran una difusión enorme simplemente porque poseen gran número de seguidores.

De todos los mitos con los que tienes que lidiar en la consulta, ¿cuáles son los más peligrosos para la salud de los niños?

Siempre señalo los de vacunas, porque las vacunas salvan vidas, y es muy duro que, porque aún sigan vigentes creencias más que refutadas por la ciencia en torno a las vacunas, haya padres que a día de hoy no permitan que sus hijos se vacunen.

Pero muchos mitos pueden dañar. Por ejemplo, todos los relacionados con la lactancia, con el coger o no a tu bebe, con el dormir o no con él… todos esos en los que se juzga el modo de amar al recién nacido: no le des pecho tan frecuente, no lo cojas tanto, déjalo llorar, no duermas con él… En esta primera etapa de familia recién construida, los padres, y sobre todo la madre, se enfrenta a una situación nueva, en la que se siente vulnerable, en la que teme fallar de algún modo, y los juicios e imposiciones que vienen del entorno más inmediato, a veces de gente que quiere a esa madre y que cree estar ayudando, hacen mucho daño. Todos los mitos que acaban por generar culpa son muy nocivos y es importante que nos limitemos a decirles a esas mamás: lo estás haciendo bien. Eso que te grita tu cuerpo es normal. No dejes de abrazar a tu hijo, de amamantarlo, de acunarlo, todo lo que quiera y necesite.

Y después, mitos nutricionales que se siguen manteniendo y que preocupan porque  hoy en día la obesidad infantil es una epidemia imparable  si no comenzamos, desde las consultas, a hablar más de nutrición, a educar en nutrición. No, señora, los zumos no son sanos, aunque sean naturales; no, señora, el cerebro del niño no necesita azúcar, de hecho el azúcar debe ser cero por debajo de los 2 años; señora, si para que se tome la leche necesita añadirle cacao en polvo mejor es que no tome leche, la leche no es imprescindible por encima del año. Y muchísimos más que tenéis recogidos en el libro y agrupados por temática: recién nacidos, lactancia, infecciones, sueño…

Libro Cierra la boquita que te vas a resfriar© La esfera de los libros

Hay mitos en la crianza que van en contra de la propia biología, como “no lo cojas en brazos que se malacostumbra”, ¿cómo han llegado tan lejos?

La crianza y la maternidad es algo muy animal. Parir, al menos para mí, me conectó de un modo muy bestia, muy crudo, con mis instintos, y unidos a esa fuerza nace una especial capacidad de detectar las necesidades de tu bebé, algo así como el sentido arácnido de Spiderman. Algo que hace que, aun no sabiendo el por qué, reconozcas que el niño necesita de ti. Esto es un mecanismo perfecto que la naturaleza pone en marcha para que todo ruede, para que podamos criar a nuestros hijos; ignorar esas llamadas es ir en contra de toda naturaleza.

Yo no sé cuándo se llega a esto de tratar de limitar el tiempo que tu bebé tiene para estar sobre ti. ¿Quién decide cuándo es conveniente y cuándo no? Creo que el establecer estos límites del todo arbitrarios: lactar cada 3 horas con puntualidad británica, no antes ni después, cogerlo solo cuando el consejo de abuelas, vecinas y cuñados estime oportuno, decidir que debe dormir 16 horas distribuidas en dos siestas perfectas a las 11 horas y a las 16 horas y un sueño ininterrumpido a x meses y tantos otros nace unido al concepto de mamá superwoman.  Mamá que crias y que además trabajas dentro y fuera de casa y que tienes que seguir existiendo dentro de esta vorágine.  

Ahí se trata de ‘ordenar’ a veces lo que es imposible ordenar, las necesidades de afecto o cuidados o sueño de un bebé. Y si bien es posible ir estableciendo rutinas poco a poco, en realidad nosotros lo que hacemos es acompañar la maduración natural de ese bebé. No imponer unos ritmos, unos horarios o unos tiempos para cada actividad. Cuidado porque el no cumplir estos dogmas que la sociedad establece hace que las madres carguen con una culpa inmensa: sé que esta mal, pero duermo con mi bebé; sé que está mal, pero toma casi cada hora y media; sé que está mal, pero no tengo modo de que haga una siesta a media mañana… Pues bien, muy probablemente, nada de eso está mal.

La lactancia es uno de los temas que concita más mitos y más opiniones ajenas, ¿cómo pueden las madres lactantes ponerse a salvo de ellos?

Pues formándose, leyendo, preguntando, buscando ayuda en gente que se dedica a esto, que se actualiza. Ojalá pudiera decir que simplemente poniéndose en manos de su pediatra, pero, todavía, aunque mucho menos frecuente cada vez, encuentras que hay pediatras que saben poco de lactancia y que en lugar de derivar a los pacientes que presentan problemas con ella, los manejan con argumentos como:  ‘tu leche no alimenta’, ‘el pecho por encima del año no aporta nada’, ‘ usa infusiones entre las tomas para que no coma tanto’…

La lactancia, para mí, fue lo más duro de este inicio de crianza. Sentir de repente que no llegas, que algo en ti falla de algún modo, que a pesar de que te contaron que tu bebé se engancharía a tu pecho nada más conocerte y todo iría genial, de repente no fluye, algo no marcha y sientes que fracasas como animal.  Es vital tener apoyos entre la gente que te quiere y, además, buscar profesionales formados en lactancia materna antes de decidir abandonar,  si es que eso no es lo que quieres o introducir suplementos. La mayor parte de las veces lo que hace que una lactancia no vaya bien puede arreglarse.

Hablas en tu libro de la mercantilización de la crianza, de todos esos productos creados por la industria para generar necesidades, ¿de qué modo volver y centrarse en lo esencial?

Lo esencial es invisible a los ojos decían, ¿no? Lo esencial es el amor, el vínculo, la protección, que tu hijo se sepa querido y a salvo. A partir de ahí, evidentemente, tenemos herramientas, productos, que nos dan un servicio, que nos ayudan a alimentar, calmar, vestir, cuidar… Aquí hay que poner el filtro, y ese filtro puede ser tu amiga que ya ha sido mamá recientemente y te dice que por favor te olvides de comprar un esterilizador de biberones, o tu pediatra que te cuenta que de ningún modo vas a necesitar un humidificador. Creo que es útil hablar con ellos respecto a todo ese ajuar que organizan las mamás cuando saben de la llegada de un hijo.

Luego hay otra parte, la parte en que de repente necesitas un spa para bebés, visitas regladas al osteópata, coach de sueño, polivitamínicos… en un bebé sano, sin patología, sin problemas. A veces hay que pararse y volver a repasar lo esencial y darte cuenta de que muchas necesidades pueden no ser reales (otras sí) .

Hay mitos, como el de que llevar a los bebés a la escuela infantil les confiere más defensas, ¿tienes la impresión de que los padres se dejan llevar a veces porque la sociedad no lo pone fácil?

Evidentemente, la sociedad no lo pone sencillo, ni la familia, ni la vecina, ni el pediatra. Todos blanden sus verdades como dogmas y, en general, nos cuesta escuchar o debatir sobre cuestiones en las que nos creemos poseedores de la verdad absoluta. Luego, en el caso de este mito que me planteas, creo que construimos la excusa, la justificación, para una situación que muchas veces no es elegida.  Es evidente que en España tenemos un grave problema de conciliación y que muy a menudo los padres no ‘deciden’ llevar a sus hijos a una escuela infantil, sino que necesitan hacerlo  y entonces surge el “bueno, así mejor, porque tienen que inmunizarse cuanto antes” o el “es que ya se aburre en casa, o necesita estar más estimulado” en niños muy pequeñitos.


Haces divulgación en Instagram (@dragarinpediatra), ¿cómo pueden diferenciar los padres la información rigurosa y de calidad de la que no lo es? 

Pues preguntándote quién escribe o dice o graba eso, qué formación tiene, en qué trabaja, buscando referencias, viendo si es capaz de ofrecer bibliografía que apoye aquello que dice… No vale ver un tik tok en el que una chica dice que el flúor es malo y que no deben limpiarse los dientes con él y no preguntarnos nada más, y quedarnos con ese mensaje tan escandaloso y tan falso. ¿Quién es esta chica? ¿Qué profesión tiene? ¿Qué formación? ¿Sobre qué es su perfil? A veces te basta ver que al lado de ese vídeo en que habla de que el flúor es nocivo tiene otro en el que te cuenta cómo curar la resaca poniendo un algodón empapado en alcohol en el ombligo o que la orina es genial para hidratar el cutis, y ya eso te da pistas sobre qué nivel de evidencia puede tener todo aquello que ‘divulga’.

Y luego hay una responsabilidad de las plataformas que deben perseguir las publicaciones en las que se producen estos atropellos, esta desinformación sobre salud: publicaciones en las que se difunden mitos y mentiras que pueden ser muy dañinos por el alcance que llegan a tener. En estos casos debe ser X (antigua Twitter), Tik Tok, Instagram… quienes den un golpe en la mesa y bloqueen estas cuentas o al menos eliminen esos posts que hacen mucho mas daño que ver los pezones de una mujer en una publicación sobre lactancia materna. Ojalá los responsables de las redes eligiesen mejor sus enemigos.