La batalla diaria de un niño o una niña con TDAH comienza desde que se levantan: “Juan, lávate los dientes” y por el camino de la habitación al cuarto de baño “se enredan, ya no te escuchan o hacen como que no te escuchan y se ponen a tocar al perro”. Estas son algunas de las situaciones habituales con las que se encuentra Mamen, una cántabra de 45 años madre de un niño de 10 (es un nombre ficticio; prefiere no dar a conocer su identidad para preservar la identidad de su hijo). La batalla continúa por la noche, hasta el instante antes de irse a dormir; así, tras cenar, hay que darle instrucciones muy precisas para que colabore en quitar la mesa: “Juan, recoge tu plato’, y recoge el plato, pero no el vaso”, explica su madre. “Para que lo haga, tengo que decirle ‘Juan, recógelo todo”.
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En medio, el resto del día no es más sencillo, ni mucho menos. Los problemas de atención e impulsividad les afectan enormemente a su rendimiento académico: “este pobre, por las tardes, todos los días estudiando, mientras que madres de niñas de su clase, el día antes de un examen, preguntan en el chat de padres si alguien puede mandar fotocopias del libro y sus hijas sacan luego nueves”, nos cuenta Mamen. “Y mi hijo saca un cuatro, habiendo estudiado, llevándolo al día con esquemas, resúmenes, fichas de vocabulario… Es una lucha constante”.
A todo esto hay que añadir que “estos niños sufren mucho en sus relaciones sociales” a causa de su impulsividad . Uno de los motivos es que dicen sin tapujos lo que piensan: “a mí tu pelo rizado me gusta suelto, pero no en un coleta, que parece una maraña”, le espetó Juan en una ocasión a otra niña. Y no tenía ánimo de ofender, simplemente expresa lo que siente, sin pensar antes si debe o no hacerlo.
Las dificultades y las causas del TDAH explicadas por un experto
¿Por qué les ocurre esto? ¿Por qué les cuesta prestar atención, memorizar o seguir instrucciones a pesar de ser niños cuya inteligencia no está afectada (en algunos casos, incluso, el TDAH convive con las altas capacidades)? La explicación directa es que en el Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) “hay un problema central en los procesos de autocontrol y regulación de nuestro sistema nervioso. Eso afecta al control de la atención, de los movimientos, los impulsos y las emociones fundamentalmente”, nos explica Manuel Antonio Fernández, neuropediatra experto en aprendizaje y conducta conocido como El Neuropediatra (elneuropediatra.es) y director del Centro INANP (Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica).
Y esos problemas en los procesos de autocontrol y regulación vienen de la naturaleza misma del TDAH, que “es un trastorno del desarrollo neurológico, de origen multifactorial, pero fundamentalmente genético y de base claramente neurobiológica, en el que se generan una serie de alteraciones, estructurales y funcionales, en diferentes áreas del cerebro que alteran los mecanismos, que regulan el control de la atención, el movimiento y los impulsos y las emociones, provocando problemas de aprendizaje, y rendimiento académico, problemas de la conducta, o el comportamiento, problemas en las relaciones personales, familiares y sociales, y la estabilidad emocional, el ánimo, la autoestima o el autoconcepto”.
-La dificultad de autocontrol
¿Cómo influye esa dificultad de autocontrol en las tareas cotidianas? El Neuropediatra nos indica que “esta dificultad de autocontrol en cada una de las funciones ejecutivas afecta de forma más intensa a unas áreas determinadas de nuestro funcionamiento diario”. Por ejemplo:
- El control de la atención afecta más al aprendizaje y al rendimiento académico o laboral
- El control de los movimientos afecta más a las relaciones sociales, familiares y personales
- El control de los impulsos, a la conducta y el comportamiento
- El control de las emociones, a la regulación emocional, al ánimo, la autoestima, la autopercepción y el autoconcepto.
En cualquier caso, subraya que todas esas funciones ejecutivas “se encuentran íntimamente relacionadas entre sí, de forma que la alteración de cualquiera de las funciones cognitivas puede sufrir repercusiones en diferentes áreas”. Es decir, el control de la atención puede repercutir también en el área social o personal, puesto que, por ejemplo, puede parecer que lo que le cuenta otra persona al niño o el adulto con TDAH carece de su interés o que no le escucha.
Un factor fundamental para entender el funcionamiento del cerebro de las personas con TDAH
“El autocontrol depende fundamentalmente de la motivación, y la motivación es algo fundamentalmente involuntario que se escapa de nuestra decisión en la inmensa mayoría de las situaciones”, señala Manuel Antonio Fernández. “En este contexto, es importante entender que el rendimiento o los resultados de cada uno de nosotros en cada área de nuestra vida depende de tres factores, cuyo peso es el mismo”; esos factores son: capacidad intelectual, esfuerzo y autocontrol. Es “lo que yo llamo la fórmula magistral de los resultados mágicos. Y la llamo así porque, aunque padres y educadores deberían ser unos expertos en ella, es una gran desconocida”. Esa fórmula es la siguiente:
“Rendimiento = Capacidad Intelectual x Esfuerzo x Autocontrol”
“El desconocimiento de esta fórmula lleva a considerar los problemas de rendimiento como causa exclusiva de la inteligencia o el esfuerzo”. De ahí que sea tan habitual que a algunos niños se les catalogue como torpes o vagos, cuando lo que se esconde detrás es un trastorno del desarrollo como puede ser el TDAH. De este modo, no se les daría “la oportunidad de encontrar la causa de sus problemas, y por tanto, la solución”.
-El papel del autocontrol en la gestión del tiempo
Los problemas con la gestión del tiempo en niños con TDAH viene por una “desproporción entre el estímulo recibido y la respuesta alcanzada”, detalla el experto. Esto “les genera importantes dificultades en la percepción del tiempo. Debido a ello, tener una correcta noción del tiempo, planificar, priorizar, gestionar el tiempo, ser puntual… puede ser prácticamente imposible”.
El neuropediatra pone un ejemplo muy gráfico para explicar esta situación: “siempre digo que, como los gases ocupan todo el espacio que se les da, alguien con TDAH puede ocupar todo el tiempo que le des y, aún así, no acabar lo que está haciendo si no consigues modificar el estímulo que está recibiendo. El resultado es poca autonomía, necesidad de supervisión constante, sensación de comportamiento inmaduro para la edad aunque la inteligencia sea normal”.