Los bebés y los niños pequeños no saben sonarse de forma efectiva como los adultos para expulsar la mucosidad. Esto hace que se les acumule, con el malestar y la congestión que conlleva. Para evitarlo y proporcionarles más confort están los lavados nasales.
Belén Concejero es fisioterapeuta pediátrica, directora del Centro Little by Little, de Madrid, y miembro del equipo médico de la Dra. Rebecca Ordovás, especializado en atención pediátrica a domicilio.
¿Cuándo está recomendado el lavado nasal?
El lavado nasal descongestiona la zona de las narinas (orificios) nasales y la nasofaringe. “Vamos a realizar la técnica siempre que les veamos un poco atascados, por ejemplo, antes de comer y antes de dormir”, indica la experta.
Un momento clave es, sobre todo en bebés, antes de las tomas, ya sean al pecho o al biberón. “Si no lo hacemos, muchas veces parece que se ahogan o roncan”. También están indicados antes de las siestas y de irse por la noche a la cama. “Un truco es introducir el lavado nasal después de toda la rutina del baño y que sea algo tan normal como lavarnos los dientes o ponernos una crema”, aconseja.
Los lavados nasales pueden ser, por tanto, a demanda, siempre que el niño o el bebé los necesite, porque “no hay un límite máximo al día”. En este sentido, sería igual que el número de veces que nos sonamos los adultos con un pañuelo. “Si lo hacemos correctamente, no irritaremos la mucosa ni el epitelio”, destaca.
¿Qué tipo de suero se debe utilizar?
En el mercado es posible encontrar suero fisiológico normal o suero fisiológico hipertónico. Cada uno tiene una indicación. El suero fisiológico “de toda la vida” es el que tiene una concentración de 0,9% de cloruro sódico, tal como explica Belén Concejero. Se suele vender en monodosis, incluso en supermercados.
Por su parte, el suero hipertónico tiene una concentración del 3% de cloruro sódico, es decir, es mucho más salino.
“Por lo general, siempre haremos los lavados nasales con suero fisiológico de manera preventiva. Vamos a reservar el suero hipertónico para aquellos momentos en que los peques están muy congestionados y necesitan una ayuda extra”, comenta la fisioterapeuta.
Actualmente se pueden encontrar monodosis hipertónicas enriquecidas con ácido hialurónico que contribuye a que las mucosas y el epitelio no se resequen.
¿Cuál es la técnica adecuada para un lavado nasal en niños?
Dependiendo de la edad del niño, la técnica correcta para realizar el lavado nasal será la siguiente, como detalla Belén Concejero:
En bebés que no sujetan la cabeza
- Les pondremos tumbados de lado con una almohaditas debajo de la cabeza.
- Limpiaremos siempre el orificio que queda arriba.
- Aplicaremos entre 0,5 ml de suero (con objetivo de hidratar) y 1,5 ml de suero (con objetivo de movilizar y arrastrar).
- Se hará con una jeringuilla específica que lleve un adaptador de silicona o spray para no hacerles daño y que el suero salga de manera continua, pero sin presión.
En bebés que sujetan la cabeza
- Lo ideal siempre va a ser hacerlo sentados.
- Les pondremos encima de nosotros y buscaremos que tengan durante todo el lavado la boca abierta para evitar que parte del suero vaya a la trompa de Eustaquio y facilite la aparición de las temidas otitis.
- Podremos poner hasta 5 ml de suero por cada narina o agujero.
- Del mismo modo seguiremos usando los adaptadores de silicona o spray para difundir el líquido sin demasiada presión, pero de manera continua para que llegue más lejos.
¿Qué errores no se deben cometer en el lavado nasal?
Hay técnicas y aparatos que se utilizaron en el pasado y ya no se recomiendan. En este sentido, los padres que tengan varios hijos y que hayan hecho lavados nasales con los mayores, conviene que se pongan al día cuando realicen esta técnica con los más pequeños.
“Ahora ya sabemos que es más importante hacer los lavados nasales siempre que podamos con la boca abierta y sin excesiva fuerza”, recalca la especialista. “Yo en consulta le digo a las familias que prueben a hacérselo ellos mismo. La idea de ‘lavar el cerebro’ es desagradable para todos: bebés y mayores. Por eso no hay que tener miedo a lavar la nariz de los hijos, siempre que se haga con presión constante y en una posición adecuada”, insiste Belén Concejero.