Si hay una temática que encante a los niños pequeños, esa es la escatológica. Por eso, Ángela Quintas, química clínica, experta en nutrición humana y microbiota, recurre a ella en su último libro, ‘Superpedorro. Un cuento para entender los bichitos que tenemos en la tripa’ (Editorial Tinunmas), para explicarles algo que es muy importante que conozcan y que no siempre se tiene en cuenta en su educación: el papel de la microbiota intestinal tanto en el proceso digestivo como para protegerlos de determinados virus. De la mano del protagonista del libro, un niño llamado Elías (que tiene muchos gases), los peques de la casa podrán ir entendiendo, de manera sencilla, cómo la microbiota le ayuda a tener una buena salud.
¿Por qué es necesario explicar a niños pequeños qué es y para qué sirve la microbiota?
En el cuento nos centramos en la microbiota intestinal, que está considerada un órgano con más de 1.000 bacterias y un peso que puede llegar a los 2kg. La microbiota sirve entre otras cosas, para terminar el proceso de digestión de los alimentos, para protegernos de los virus y bacterias. También para crear y sintetizar algunas sustancias como las vitaminas.
Entendiendo la importancia de la microbiota, podrán entender la importancia de una buena alimentación. Su alimentación está directamente relacionada con cómo se encuentran, energía, estado de ánimo y con su salud general.
El libro se titula ‘Superpedorro’ y trata algo tan importante como la alimentación infantil recurriendo a una temática que suele encantar a los niños, como es la escatológica; ¿por qué esta historia?
En mi anterior libro, ‘¿Por qué te duele la tripa?’, hablaba sobre microbiota, nutrición, cómo actúan las bacterias, qué alimentos te sientan bien y por qué, cómo combatir diferentes patologías... Pensamos que estaría muy bien acercar y explicar de una manera divertida y amena lo importante que es una buena alimentación y que los pequeños de la casa conocieran cómo funcionan las bacterias en nuestro organismo.
El cuento nos presenta a Elías, un niño que presume de tirarse unos pedos enormes hasta que un día empieza a hacer cacas líquidas y a dolerle la tripa. El médico le diagnosticará una gastroenteritis y le contará cómo sus bichitos intestinales están batallando contra ese virus. También, le dará algunos consejos sobre cómo vencer a los virus para poder volver a su vida normal.
¿Cómo inculcar, desde corta edad, hábitos alimenticios saludables?
Lo más importante es adquirir nosotros mismos unos hábitos de alimentación saludables y así poder compartir con ellos momentos como ir a la compra, cocinar y por supuesto las comidas. Poco a poco irán aprendiendo y adquiriendo estos hábitos. El momento de la comida tiene que ser un momento agradable que podamos compartir en familia, intentando evitar situaciones o temas que puedan generar malestar para que no asocien esas experiencias con la comida.
¿A partir de qué edad deberíamos empezar a hablar con ellos sobre cómo afecta la alimentación a la salud?
Desde que son pequeñitos debemos ir inculcando unos hábitos de alimentación saludables y transmitirles que no hay alimentos buenos o malos; ni alimentos permitidos o prohibidos, si no que hay alimentos que vamos a consumir con mayor o menor frecuencia. Podemos empezar con juegos, como alimentos de juguete y poco a poco conforme adquieran cierta madurez ir explicando la importancia de la alimentación en la salud.
¿Cómo podemos los padres ayudar a nuestros hijos a entender que es importante de qué y cómo se alimentan en función de la edad?
Lo más importante, como decíamos antes, es dar ejemplo. No podemos pretender que nuestros hijos quieran comer alimentos saludables si nosotros no lo hacemos. Al principio lo único importante es que el niño empiece a probar y a disfrutar de la comida. Cuando no quieren comer algo no debemos forzarlos, pero tampoco dejar de ofrecer ese alimento. Pasarán por diferentes etapas en que quieran comer más y otras en que quieran comer menos y ésto dependerá en gran medida de su ritmo de crecimiento. También hay fases de selectividad alimentaria, en las que rechazan el consumo de ciertos alimentos, aquí debemos tener paciencia, no forzar y seguir ofreciendo porque llegará el día en que vuelvan a tomarlo.
¿Qué pautas debemos darles cuando tienen problemas digestivos recurrentes?
Lo primero será revisar sus hábitos de alimentación, ya que muchas veces problemas digestivos como el estreñimiento o malas digestiones están relacionados con una mala alimentación. A continuación debemos revisar si hay alguna intolerancia alimentaria o patología que esté provocando ese malestar para así poder adecuar la alimentación a su situación concreta. Por ejemplo, si existe una intolerancia a la lactosa, debemos explicar muy bien qué alimentos son los que deben evitar y que consecuencias tiene consumirlos.
Se ha hablado en los últimos años mucho sobre la conveniencia o no de dar dieta blanda a los niños cuando tienen gastroenteritis; ¿qué pueden comer y qué no en este caso?
No hay evidencia de que la dieta blanda acelere la recuperación en un episodio de gastroenteritis. En primer lugar, lo más importante es asegurar la hidratación con suero oral de farmacia o agua. En cuanto a la alimentación, iremos ofreciendo alimentos según la apetencia del niño y en pequeñas cantidades para ir comprobando la tolerancia. No tenemos que ceñirnos a arroz, patata hervida y pescado blanco, puede comer lo que le apetezca, al principio un poquito y poco a poco iremos aumentando las cantidades en función del apetito del niño. Lo que sí debemos evitar son alimentos ricos en grasas y en azúcares.
¿Qué alimentos debemos fomentar que ingieran cuando presentan otros problemas digestivos?
Dependerá del problema concreto. En casos de estreñimiento, por ejemplo, debemos asegurar tres cosas muy importantes: aporte de agua, actividad o ejercicio y consumo de alimentos ricos en fibra. En estos casos incluiremos hidratos de carbono ricos en fibra como la pasta integral, la quinoa, los copos de avena o las legumbres; frutas ricas en fibra como el kiwi, los frutos rojos, los higos o la ciruela; y verduras como la alcachofa, los espárragos o el brócoli :). También los frutos secos son una gran fuente de fibra, podemos darlos enteros a partir de los 5 años o en crema o triturados para menores de 5 años. Otro truquito es añadir a las ensaladas, yogures o tostadas semillas de lino y chía, que son muy ricas en fibra y en ácidos grasos Omega-3.