Volvemos al horario de invierno. Aunque se lleva unos años hablando acerca del fin de esta medida, la realidad es que un otoño más volvemos a atrasar la hora y, en la madrugada del sábado 28 al domingo 29, a las 3:00 habrá que colocar las manecillas del reloj a las 2:00. El principal objetivo de este cambio horario es es contribuir al ahorro energético y aprovechar mejor las horas de luz solar de los meses de invierno, si bien implica “una variación en nuestras dinámicas que tiene un mayor impacto físico y mental del que podríamos imaginar a priori”, tal y como ha explicado Silvia Ortiz, psicóloga del Hospital Vithas Aguas Vivas y el Centro Médico Vithas Alzira, quien resalta que son los bebés lactantes, junto a las personas mayores, quienes “presentan más dificultades en este proceso de adaptación al nuevo horario”.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
¿Qué dificultades de adaptación al horario de invierno presentan los niños?
Los bebés y niños presentan más dificultades porque “su cerebro es inmaduro todavía y no actúa con la rapidez que lo hace un cerebro adulto”, detalla la experta, pero ¿cuáles son esas dificultades? Es habitual que estén más somnolientos e irascibles y los niños más mayorcitos, que manifiesten también más cansancio. Todo esto tiene su origen en los ritmos circadianos, que “son los encargados de gestionar esta situación”.
Estos ritmos implican “cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas”, unos procesos naturales “que responden principalmente a la luz y la oscuridad, y afectan a la mayoría de los seres vivos, incluidos los animales, las plantas y los microbios”. La psicóloga pone como ejemplo de ritmo circadiano relacionado con la luz el hecho de “dormir en la noche y estar despierto durante el día”.
Es una “especie de reloj biológico, de dispositivo de tiempo natural propio de cada organismo según su especie” y modificarlo de manera brusca “influye en funciones como la producción de hormonas, la temperatura corporal, los hábitos alimentarios o la digestión”. Son, por tanto, desequilibrios que tienen su origen en “en la producción de melatonina, la hormona que se encarga de regular los ciclos de sueño”.
El motivo es que esta hormona hace que “nuestro cuerpo siga funcionando en función del horario lumínico, en vez de hacerlo en función del horario establecido, por lo que sentimos más cansancio antes de lo normal”, explica Ortiz.
Una dificultad de esta adaptación puede derivar también “en una descompensación en los niveles de serotonina, neurotransmisor encargado de regular los estados de ánimo negativo y positivo y los ciclos circadianos ya descritos”, además de la agresividad. Esta es precisamente la causa por la que, “para facilitar este tránsito, el cambio horario se realiza en fin de semana”.
Cómo ayudar a los niños a adaptarse antes y mejor al horario de invierno
La parte positiva es que “en condiciones normales hablaríamos de síntomas transitorios, por lo que la gestión de estos no es especialmente complicada, aunque incómoda en algunos casos”, asegura la psicóloga. “La gran suerte es que tenemos un cerebro muy adaptativo, por lo que en menos de una semana el nuevo ajuste se tendrá interiorizado de nuevo y el cuerpo en general recobrará su equilibrio”. En cualquier caso, con bebés y niños recomienda “intentar un proceso de adaptación gradual unos días antes, para favorecer las rutinas cuando estas pasen a ser una obligación que cumplir, para que afecten un poco menos en las dinámicas y rutinas diarias”.
-Opciones de adaptación horaria gradual
Laura Pazos, psicóloga infantil, especialista en sueño y apego y directora de Sleepy Kids, aconseja “bajar persianas de casa al menos una hora antes de ir a dormir y usar luces tenues para poder ir preparando el cerebro para la segregación de melatonina y que les ayude a conciliar el sueño a su hora”. Da también las siguientes opciones a elegir por los padres para facilitar el proceso de adaptación a los niños:
- Ajustar antes de que se produzca el cambio de hora: “en este caso, la semana antes iremos adelantando de 15 a 20 min todas las rutinas (comer, dormir, levantarse…) cada dos-tres días para conseguir que el día de cambio de hora nuestro peque ya esté funcionando en el nuevo horario”.
- Ajustar después del cambio de hora: “empezaremos a funcionar con el nuevo horario el día del cambio e iremos haciendo ajustes según vayamos viendo la necesidad en el peque”.
- No hacer nada: “si el cambio de hora nos favorece (por ejemplo en caso de peques madrugadores), no haremos nada, aunque es muy probable que en unas semanas acabe ajustándose por sí solo al nuevo horario por el ajuste del resto de relojes internos (comida, actividad social…)”.