Durante la adolescencia, el cerebro se remodela completamente. Es un cambio tan drástico, que incluso se incrementa la velocidad y la eficacia de la conexión entre las distintas áreas. Esto, que puede suponer una gran oportunidad, a menudo no es aprovechado en el estudio, ya que los adolescentes carecen de técnicas eficaces para enfrentarse al aprendizaje, en parte porque aún no se han desarrollado todas esas funciones cerebrales plenamente.
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María Caballero, maestra, doctora en Neuroeducación y licenciada en Psicología, acaba de publicar Técnicas de estudio para adolescentes desde la neuroeducación (Ed. Pirámide). A ella le hemos preguntado sobre este tema.
Cómo programar una sesión de estudio
“Habilidades como la planificación, la organización del tiempo, la atención o la inhibición de la conducta aún necesitan de un refuerzo explícito durante la adolescencia”, indica la experta. Y esto va a impactar en gran medida en el estudio. Además, el sistema emocional de los chicos a esta edad está más activo que el autoconcontrol, lo que también influye decisivamente.
Teniendo todo esto en cuenta, a la hora de programar una sesión de estudio a esta edad, hay que incluir las siguientes pautas básicas, como detalla María Caballero:
- Establecer prioridades y ordenar cómo y cuándo hacer las tareas.
- Gestionar el tiempo del día para poder cumplir las metas propuestas.
- Hacer descansos activos, “como puede ser beber agua o dar un pequeño paseo, que ayuden a recuperar la atención, ya que está demostrado que pasarse horas delante de los libros y de los apuntes es poco efectivo. De hecho, numerosos estudios demuestran que la capacidad de concentración de los seres humanos desciende rápidamente pasados los primeros 25 minutos. Sin embargo, la buena noticia es que la atención se puede recuperar rápidamente, si hacemos pequeños descansos activos de no más de 5 minutos”.
¿Por qué les cuesta tanto gestionar el tiempo?
La respuesta está en la neuroeducación, que nos ayuda a entender el cerebro adolescente. “Al igual que el cuerpo necesita nutrientes en forma de alimentos, sueño o actividad física, el cerebro también necesita una guía que le ayude a aprovechar esa ventana de oportunidad que supone la adolescencia”, indica la experta.
Por un lado, el adolescente no domina aún la planificación, la organización y la autorregulación (funciones ejecutivas), y esto se notará especialmente cuando tenga que sentarse y dedicarse a una sesión de estudio. Pero estas habilidades son como un músculo que hay que entrenar. “El cerebro se va desarrollar dependiendo de lo que hagamos con él y especialmente de lo que haga el propio estudiante”, recalca la autora.
“Sin embargo, puesto que los niños no nacen con las habilidades para autorregularse y gestionar su propio aprendizaje, el desarrollo de todas estas funciones ejecutivas ha de ser apoyado de la mejor manera posible y eso muy a menudo significa un trabajo explícito de habilidades como organizar la tarea, desarrollar estrategias de tolerancia a la frustración, de técnicas para perseverar a través de desafíos, mantener la calma en momentos de estrés o para seguir enfrentándose al reto que supone aprender cada día”, destaca.
¿Cuáles son los errores más frecuentes al estudiar?
Los profesionales cada vez encuentran un número mayor de niños y adolescentes con problemas para regular su propio aprendizaje, que se conectan en última instancia con esas pocas habilidades para autogestionarse y autorregularse.
En este sentido es clave que haya una organización y planificación, un horario y una rutina correcta, “que les ayuda a gestionar su tiempo para establecer prioridades y ordenar cómo y cuándo hacer sus tareas”.
Otro gran error que señala María Caballero es el abuso y el mal uso de la tecnología, “ya que no solo impide el aprendizaje puntual, sino que además la permanente conexión al mundo a través de pantallas digitales se relaciona con un nivel de atención inadecuado y con la falta de estrategias atencionales”, advierte.
¿Cómo hacer un estudio más eficaz?
Hay cuatro claves básicas que señala la especialista para que el estudio sea más eficaz durante la adolecencia:
- El estudiante debe situarse en el centro del aprendizaje, partiendo de su conocimiento previo para comprender realmente a lo que se enfrenta en los libros.
- Debe tomar decisiones de manera autónoma con respecto al estudio, autorregulándose.
- Se deben establecer hábitos y rutinas, y a ello ayudará tanto la práctica como tener un pensamiento crítico.
- Hay que fomentar un aprendizaje significactivo y “y no solo la mera reproducción memorística, construyendo conexiones entre distintas materias que favorezcan el aprendizaje para la vida”
Además, el adolescentes debe centrarse en la explicación (atención), mantener los materiales ordenados (organización), comenzar a trabajar de inmediato, tomar decisiones para solucionar los problemas que se le vayan presentando y evaluar su aprendizaje, haciendo los cambios que sean necesarios.