Para muchos, Raúl Gómez es ese simpático, y empático actor y presentador, que tiene el humor y el ‘buen rollo’ como bandera de vida; ese runner empedernido que recorre el mundo a golpe de zapatilla; o el showman de pelo indomable y sonrisa permanente, que contagia optimismo allá por donde va, pero también es un padre feliz, entregado y loco de amor por sus hijas, Julieta y Olivia. Sin embargo, la paternidad, como cuenta en su libro, Bendita Locura, no es un camino fácil. Para hablar de ello y de mucho más, Raúl nos invita a su casa, para pasamos un día inolvidable en familia.
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“Ser padre es la aventura más fascinante que he vivido, es algo increíble que ha superado todas mis expectativas”
-Raúl, este segundo libro recoge el buen rollo y el espíritu aventurero de tu primer libro, La Vida Mola, pero aquí encontramos también al Raúl padre. ¿Qué cambió en ti al nacer Julieta en 2019?
-Cambiaron muchas cosas, ella se convirtió en un ‘monopolio vital’, en nuestro pasatiempo favorito. Es la aventura más fascinante que he vivido nunca, ser padre es algo absolutamente increíble, superó todas mis expectativas. Es alucinante cómo un ser tan diminuto puede revolverlo todo y regalar tanta felicidad. Julieta me relajó laboralmente, me hizo querer estar más en casa. Mi lugar favorito era estar a su lado.
-Cuando supiste que ibas a ser padre por primera vez, ¿hiciste muchos propósitos y planes con el fin de ser el mejor padre del mundo, o te dejaste llevar?
-Me dejé llevar y sorprender. No leí ni un solo libro de los cientos que hay de cómo ser un ‘padre perfecto’. Sandra y yo hemos ido aprendiendo en el camino, intentando hacer siempre lo mejor para nuestras hijas y sobreviviendo muchas veces, porque la paternidad tiene un lado de supervivencia. No pretendo ser el mejor padre del mundo, solo quiero que sean unas niñas felices y tener el tiempo suficiente como para poder disfrutar de ellas.
-¿Viviste la paternidad de un modo diferente, cuando nació, en 2021, tu segunda hija?
-Con mucho más relajo, con dos años de aprendizaje muy intensos y con muchísima más seguridad y tranquilidad, aunque uno más uno no son dos, ¡menuda revolución supone un segundo hijo! Algunos dicen que correr es de valientes, pero lo que es de valientes, de verdad, es ser padres, es un ‘trabajo’ de veinticuatro horas, y un gran ajetreo emocional y, además, cuando son tan pequeños, tienes que estar tan pendiente...
-¿Qué te ha enseñado la paternidad sobre ti que no sabías?
-Me ha hecho aún más paciente de lo que ya era; es increíble cómo el ser que más quieres en el mundo puede agotar tan rápido tu paciencia; ahora mismo, podría decir que tengo mas paciencia que el Dalai Lama. También me ha enseñado que soy capaz de hacer más de una cosa a la vez, me ha demostrado que dormir está sobrevalorado y, lo mejor de todo, me ha enseñado a querer de una forma que nunca me hubiera imaginado, ¡sin límites!
“Sandra y yo hemos ido aprendiendo en el camino, intentando hacer lo mejor para nuestras hijas y sobreviviendo muchas veces, porque la paternidad tiene un lado de supervivencia”
-¿Te ha pasado aquello de “ahora que soy padre, comprendo más a los míos”?
-Pondría un monumento a todos los padres y madres del mundo; criar a tus hijos es un acto de amor infinito y de generosidad alucinante, te dan mucho, muchísimo amor, felicidad, momentos que son gloriosos, pero también son intensos, agotadores, indomables, estresantes y nerviosos.
-¿Qué valores tratas de transmitirles?
-Intentamos inculcarles el respeto hacia los demás, que sean amables, sinceras, positivas, generosas, curiosas, empáticas y valientes, que se quieran a ellas mismas y que crean siempre en ellas. Valores para que sean buenas personas y felices.
“No pretendo ser el mejor padre del mundo, solo quiero que sean unas niñas felices y tener el tiempo suficiente como para poder disfrutar de ellas”
-En 2017 te casaste con Sandra, en una boda rebosante de alegría, complicidad y mucha diversión. ¿Cómo recuerdas aquel día?
-Fue uno de los días más felices de mi vida, una fiesta en toda regla, una celebración del amor con todas las personas más importantes de nuestras vidas juntas, pasándoselo bien, bailando, disfrutando, compartiendo risas... Como dije en su día, si estornudaba en mi boda, ¡me salía confeti!
-Por tu trabajo, viajas con mucha frecuencia y Sandra también vive con intensidad su profesión. ¿Cómo conseguís conciliar vida personal y profesional?
-A veces, es todo un rompecabezas. Sandra trabaja mucho de lunes a viernes y yo, por el contrario, me considero un multimillonario en tiempo libre. Estos últimos cuatro años, desde que nació Julieta, he reducido mis viajes, incluso me apetecía tomarme un tiempo para dedicárselo a mi familia, y lo conseguí. Cuando trabajo, es muy intenso, pero también me deja muchas semanas tranquilas, y tengo la suerte de poder llevarlas y recogerlas del cole. Ellas son mi ‘trabajo’ y es ¡el mejor del mundo!, aunque también puede ser el más agotador.
“Mis hijas me han hecho más paciente, me han mostrado que soy capaz de hacer más de una cosa a la vez, me han demostrado que dormir esta sobrevalorado y me han enseñado a querer¡sin limites!”
-¿Cómo te las apañaste para encontrar los ratos de calma para escribir?
-Para el primer libro, La vida Mola, fue fácil, Julieta aún no había llegado al mundo, y con el cámara, realizador, y director del programa, Maraton Man, y amigo, Iosu Andavert, escribíamos sin parar. Con este segundo libro, mis ratos para escribir eran las mañanas, mientras ellas estaban en el cole, y cuando me tocaba trabajar, las noches eran el momento perfecto para darle a la tecla.
“Algunos dicen que correr es de valientes, pero lo que es de valientes, de verdad, es ser padres, es un ‘trabajo’ de veinticuatro horas y supone un gran ajetreo emocional”
-¿Cómo surgió la idea de escribir?
-Nunca me lo había planteado, pero me gusta contar historias y entretener. Surgió con Maraton Man. Me apetecía dejar por escrito lo que aprendía en mis viajes y explicar por qué creo que la vida mola. Aunque haya momentos difíciles, a los que yo también me he enfrentado, la vida es maravillosa.
-Actor, humorista y presentador, pero se te conoce como Maraton Man. ¿Te pesa esta etiqueta?
-Me encanta, estoy orgulloso. Es el programa más especial y personal que he hecho y fue un antes y un después en mi carrera profesional. He sido muy feliz haciéndolo, he aprendido mucho y ha llegado a mucha gente. Ha motivado a muchas personas a hacer deporte, les ha hecho reír, llorar, descubrir y, en definitiva, a ser un poquito más felices... así que, ¡bendita etiqueta!
-Está claro que el deporte y, especialmente, el running es vital en tu día a día. ¿Qué te da que te engancha tanto?
-Correr me hace feliz, me da calma, y me pone de mejor humor. Y, desde que soy padre, tengo una motivación extra: ver a mis hijas y a Sandra en la meta.
“Estoy orgulloso de que se me conozca como ‘maraton man’. He sido muy feliz haciendo el programa. Ha motivado a muchas personas a hacer deporte, les ha hecho reír, llorar, descubrir y, en definitiva, a ser un poquito más felices... así que, ¡bendita etiqueta!”
-¿Qué planes os gusta hacer en familia?
-Nos gusta ir a desayunar, comer o cenar juntos, al parque, pasear, jugar en casa, pintar, leer, quedar con amigos que también son padres, y viajamos todo lo que podemos.
-¿Qué le pides al futuro para tus hijas?
-Que sean felices. Ojalá encuentren una pasión y puedan vivir de ella; ojalá amen con fuerza y sean correspondidas; que la salud les acompañe siempre; que viajen y descubran lo maravilloso que es este planeta. Deseo que Julieta y Olivia sean uña y carne y estén siempre la una para la otra; que tengan una infancia muy bonita. Me gustaría verlas crecer fuertes, sanas y alegres, ojalá sean valientes, fuertes, curiosas, que no tengan miedo a lo desconocido, ni al qué dirán. Que puedan decir ‘no’ tantas veces como quieran, que vivan cientos de momentos que las dejen sin habla; que se levanten tantas veces como se caigan, y tengan la suerte de tener dos hijas tan increíbles como lo son ellas para nosotros. Espero que cuando crezcan piensen como yo, que ‘la vida mola’ y que, cuando echen la vista atrás, y recuerden lo vivido con nosotros, ¡sientan felicidad!