La Dra. Raquel Velasco es pediatra y consultora internacional certificada en lactancia materna (IBCLC). Actualmente trabaja en Centro Creciendo, de Alicante, y se dedica a la divulgación y el acompañamiento a la lactancia.
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Acaba de publicar su primer libro: Lactancia materna. ¡Empieza el viaje! (Ed. Planeta), dentro de la colección ‘Lucía, mi pediatra recomienda’, que irá abordando en sucesivas obras distintas cuestiones de salud infantil y juvenil que preocupan a los padres. Hemos hablado con ella.
Tenemos más acceso a la información que nunca, pero muchas mujeres siguen estando perdidas en relación a la lactancia, ¿qué es lo que falla?
Por un lado, el hecho de que si bien es cierto que las familias tienen más información que nunca, no toda esa información procede de fuentes fiables, ni está enfocada de manera correcta. Las redes sociales a menudo nos ofrecen una imagen idealizada de la lactancia materna, además de soluciones rápidas, con unos pocos consejos que supuestamente “salvarán tu lactancia”. Y no siempre es todo es tan bonito ni tan sencillo como nos lo pintan.
Y por otro, que no tenemos integrada la necesidad de prepararnos para la lactancia. Casi todas nos preparamos a conciencia para el parto, y está genial, pero, con respecto a la lactancia, damos por hecho que no lo vamos a necesitar, que si la lactancia materna es la forma natural de alimentar a nuestros hijos, debe ser un comportamiento instintivo que no precisará de aprendizaje. Pero no es así: la lactancia es instintiva para el bebé, pero para la madre hay una parte instintiva, pero también otra cultural o aprendida. Para saber cómo dar el pecho, las mujeres necesitamos haber aprendido, haber visto a otras mujeres hacerlo, y poder imitarlas. Y aquí está, en cierto modo, el meollo del problema: hemos perdido ese aprendizaje.
Somos una generación criada mayoritariamente con biberón. Ha habido una generación perdida en relación a la lactancia materna que ha hecho que esa transmisión de información de mujer a mujer tan necesaria se haya interrumpido, de manera que somos la primera generación de mujeres que necesita aprender a amamantar.
Comenta en el libro que “si algo tienen en común muchas de las lactancias que se quedan por el camino es la falta de preparación”. ¿Cómo y desde cuándo prepararse?
Así es: la gran mayoría de lactancias que no consiguen instaurarse con éxito, o que finalizan antes de tiempo podrían haberse ‘salvado’ con información. Y es que hay tantos mitos alrededor de la lactancia materna, tanta necesidad de información actualizada, y es tan poco el apoyo que solemos recibir a nivel social y profesional las madres lactantes, que es esencial tener unos mínimos conocimientos que nos permitan tener confianza en nosotras mismas, obviar las recomendaciones y comentarios desafortunados y saber resolver las dudas más habituales que pueden surgir.
Para prepararse es fundamental por un lado informarse y por otro observar a otras mujeres amamantar a sus bebés. Informarse es sencillo: basta con hacer un curso o leer algún libro sobre lactancia materna que venga, eso sí, de la mano de profesionales expertas en la materia. Y para observar a mujeres que dan el pecho podemos hacer tribu con amigas, hermanas, o acudir a los grupos de apoyo a la lactancia, que son un recurso siempre enriquecedor para la lactancia y la crianza.
Y respecto al momento para hacerlo, desde luego lo ideal es durante el embarazo, ya que una vez que nace el bebé nos queda poco tiempo y energía para ponernos a leer libros o hacer cursos. Pero nunca es tarde para aprender y, una vez pasados los inicios de la lactancia, quedan muchas otras fases por las que transitar en las que la información sigue siendo igual de valiosa y necesaria.
¿Qué se puede decir a los padres que se sienten desplazados con la lactancia materna? ¿Cuál es el papel de la pareja?
Que es comprensible tener esa sensación de estar fuera de lugar, o ‘no pintar nada’ cuando la madre da el pecho a su bebé, pero, lejos de lo que les pueda parecer, o les puedan decir, su papel es fundamental.
Hay muchas cosas que la pareja puede hacer por la lactancia, y que son clave para el éxito de esta, como por ejemplo estar informado y apoyar las decisiones de la madre, hacerse cargo de la organización doméstica, participar del resto de cuidados del bebé (cambiar pañales, bañarle, sacarle a pasear, portearle, dormirle, jugar….), hacer de filtro con las visitas incómodas de las primeras semanas, cuidar las necesidades físicas y psíquicas de la madre…
La lactancia materna, sobre todo durante las primeras semanas, requiere dedicación completa y absoluta, y el postparto es un momento de máxima vulnerabilidad para la mujer, por lo que, con todos estos gestos, la pareja estará contribuyendo al buen funcionamiento de la lactancia materna mucho más de lo que imagina.
¿Por qué es tan importante la primera hora tras el nacimiento en relación a la lactancia a la que denomina “la hora sagrada” en el libro?
Porque en ese periodo de tiempo denominado la “hora sagrada”, que ocurre inmediatamente tras el parto, el bebé se encuentra en un estado de activación, de alerta «buena», que le permite poner en marcha una serie de reflejos que le llevan a localizar el pecho e iniciar la succión. Y sabemos que cuando a un bebé se le permite estar en contacto piel con piel con su madre y hacer esa primera toma espontánea, se suele coger al pecho sin dificultad y sin dolor, y esto favorece el inicio de la lactancia, disminuye el riesgo de complicaciones como la ingurgitación mamaria, y aumenta la tasa de éxito y duración de la lactancia materna.
Así que podríamos decir que para la lactancia materna, los inicios son importantes, y que por tanto esa primera hora de contacto madre-hijo debe ser respetada, a menos que exista un motivo médico muy claro que justifique la separación
Una de las dudas más recurrentes de las madres es saber cómo es realmente la lactancia a demanda, ¿qué conlleva?
“A demanda” quiere decir sin horarios. Es decir, que no se mira el reloj para saber cuánto tiempo pasa entre tomas, ni cuánto duran. Que si crees que tu bebé quiere teta, le das, hayan pasado quince minutos o tres horas desde la toma anterior. ¡Así de sencillo!
Cuando damos lactancia a demanda, los bebés suelen mamar entre 8 y 12 veces al día, pero, claro, esas tomas no se distribuyen de forma regular: lo más habitual es que, a lo largo del día, haya periodos en los que el bebé mame con mucha frecuencia y otros en los que haga pausas más largas.
Y esto es importante saberlo porque esta es la expectativa que debemos tener con respecto a la frecuencia de las tomas. Porque si esperas regularidad, o que siempre pase un cierto tiempo —las famosas tres horas— entre tomas, es probable que te preocupes, que te hagan dudar, o que pienses que algo no funciona bien, cuando en realidad no hay ningún problema.
En el libro hay un apartado sobre lactancia materna y sueño, ¿qué deben tener claro las madres en este sentido?
Que dar el pecho no implica dormir menos, ni peor.
Pese a la gran cantidad de mitos que existen en relación a este tema, hoy sabemos que la lactancia materna favorece la adquisición del ritmo vigilia-sueño de los bebés.
Y con respecto a sueño de las madres, hay evidencia científica que demuestra que las mujeres que amamantan a sus hijos duermen algo más de tiempo ( una media hora más que las que dan lactancia artificial), tienen menos dificultad para conciliar el sueño, y se sienten física y mentalmente mejor.
Las madres que dan el pecho a menudo se enfrentan a comentarios del resto. Uno de ellos es “si no le quitas la teta, no va a comer‘, ¿tiene alguna base real?
No. No hay evidencia científica alguna que demuestre que los niños que toman pecho coman peor.
Todos los niños, incluso los que habitualmente comen fenomenal, pasan por algunas fases en las que su apetito disminuye, y esto suele coincidir con momentos en los que el crecimiento se frena un poco, como ocurre, por ejemplo, alrededor del año de vida.
Y es entonces cuando la teta pasa a ser, a ojos de la mayoría, la culpable de todo, y aparecen comentarios de tipo : “Claro, si es que como tiene barra libre de teta…”, “eso ya es vicio” o “¡hasta que no se la quites, no va a comer!”. Y, por supuesto, esto hace que las mujeres duden, e incluso lleguen a destetar antes de lo deseado por miedo a que la teta sea la culpable de que su bebé no se alimente bien.
Por eso es importante tener información, conocer que la leche materna alimenta siempre, independientemente de la edad del niño, y que lo recomendable es seguir unas pautas de alimentación saludables, y continuar con la lactancia materna hasta que madre y/o hijo deseen, y en caso de que haya dificultades con la alimentación, consultar con nuestro pediatra para que valore el caso, la necesidad de realizar pruebas complementarias, y nos indique pautas individualizadas de manejo de la conducta alimentaria.
Cuando llega el destete, muchas madres lo sufren como la pérdida de algo único. ¿Cómo saber que ha llegado el momento?
Destetar supone poner fin a una etapa de la vida de la mujer que siempre, por uno u otro motivo, es especial y deja huella. Y tomar la decisión cuesta, y remueve muchas emociones. Algunas mujeres llegan incluso a experimentar una tristeza profunda, equiparable a un proceso de duelo. Y debemos saber que es normal que esto ocurra, y que habitualmente pasa en días o unas pocas semanas.
No es fácil saber cuándo ha llegado el momento de destetar. Normalmente se vive como un proceso, en el que inicialmente la idea del destete aparece de forma esporádica (“a veces quiero destetar y otras me muero de pena sólo de pensarlo”, o “por las noches lo destetaría, pero llega la mañana y me da pena”), sobre todo por las noches, o en momentos de especial intensidad o demanda por parte del bebé, o de cansancio por nuestra parte. Esto es normal, y este sentimiento de duda puede estar durante mucho tiempo.
De hecho, algunas mujeres pasan una temporada más complicada, en la que se llegan a plantear destetar, pero luego encuentran el equilibrio y continúan con sus lactancias durante meses, e incluso años.
Ahora bien, cuando la idea de destetar es cada vez más constante, cuando pesan más los momentos en los que la lactancia nos molesta, nos irrita, es que ha llegado el momento de destetar. Y en general, cuando llega ese momento, lo vemos claro y vamos hacia adelante con el destete.