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c mo estimular a los ni os de forma natural© Beatriz Maya

Crianza

La experta Beatriz Maya nos revela cómo estimular de modo natural al niño

Para acompañar las primeras etapas de vida del niño es básico conocer cómo será su evolución en sus habilidades clave: lenguaje, desarrollo cognitivo, motor y emocional. De todas habla la especialista en su nuevo libro.


11 de octubre de 2023 - 15:45 CEST

Beatriz Maya es logopeda, maestra especializada en Pedagogía Terapéutica y directora de CREE (Centro de Rehabilitación y Educación Especializada), en Madrid, donde se dedica a detectar y tratar tanto las dificultades en el lenguaje, como otras del desarrollo y del aprendizaje en niños y adolescentes.

En sus redes sociales (@centrocreemadrid) divulga sobre estas cuestiones, acompañando a los padres en la tarea. Acaba de publicar su primer libro  Crecer sano, crecer feliz   (Ed. Zenith), una guía de crianza desde recorre los tres primeros años de vida del niño. Hemos charlado con ella.

Cuando un niño no adquiere el lenguaje al mismo ritmo que otros, se suele comentar que ‘ya hablará’. En el libro detallas las señales de alarma. ¿Cuáles son las más importantes que tendrían que llevar a consulta?

Aunque la teoría nos dice que las primeras palabras suelen surgir en torno a los 12 meses, a mí siempre me gusta dar de margen hasta los 18 meses por contemplar los diferentes ritmos de desarrollo de los peques.  La clave mayor es que a los 18 meses no hayan surgido esas primeras palabras  y luego que a los 24 meses, aunque un niño suele manejar habitualmente unas 50 palabras, que no llegue a unas 20 como mínimo. Si no es así, habría que consultar con un especialista.

¿Cuál es tu recomendación a las familias bilingües en cuanto a la adquisición de varios idiomas desde que el niño es bebé?

Lo más importante del bilingüismo es que se instaure bien en casa desde el principio. Por ejemplo si uno de los padres habla en castellano y el otro en inglés, hay que procurar que el peque tenga el mismo tiempo de exposición a ambos idiomas. No deben tener miedo porque ya se ha investigado muchísimo sobre este asunto y  nunca va a ser la causa de una dificultad o un retraso en el lenguaje.  Si existe alguna dificultad, retirar uno de los idiomas tampoco sería la solución. El bilingüismo es muy enriquecedor para los peques.

En el libro abordas también el juego y la estimulación en casa, ¿en qué entorno se debería producir esa estimulación?

Siempre me gusta decir a las familias que nuestro peque solo nos necesita a nosotros, no necesita una habitación llena de juegos, no necesita nada del otro mundo que no esté en el día a día. Siempre podemos integrar el juego con una canción en el coche, con el ‘veo veo’ en una sala de espera en el médico. No es necesario ningún requisto como tal para que esto pueda llevarse a cabo.

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Destacas cómo el juego con el niño tiene un claro efecto en su cerebro, ¿cuánto tiempo deberíamos dedicar a jugar con los hijos?

Mi objetivo con las familias no es agobiarnos buscando un tiempo concreto cada día para poder jugar con nuestro peque. Más vale calidad que cantidad en este asunto. A lo mejor un día podemos dedicar 20 minutos a ese juego, pero estando totalmente presentes. Esto va a ser más importante que pretender estar, por ejemplo, dos horas en las que hemos estado pendientes de otras cosas, como el móvil o las tareas de casa. Intento transmitir esa premisa de que más vale calidad que cantidad. Sacar un ratito al día es importantísimo, pero siempre se pueden integrar esos ratitos de conexión con nuestros peques en nuestra rutina y en nuestro día a día.

Algunos estudios han alertado sobre el efecto de las pantallas en el desarrollo del niño. Parece que a las familias les faltan recursos para ofrecer alternativas al móvil. ¿Cómo llamar la atención del niño hacia otras actividades?

Es un asunto delicado. Es muy difícil que un peque prefiera cualquier otra actividad a una pantalla por la cantidad de estímulos, sonidos, luces que esta ofrece y que no va a proporcionar cualquier otro material. En ese sentido, nuestro peque siempre va a preferir una pantalla.  Lo importante es evitar que la pantalla sea siempre la primera alternativa.  Deberíamos centrarnos en los intereses de cada peque. Habrá algunos a los que les guste más lo manipulativo (puzles, plastilina...), habrá otros más movidos que necesiten el movimiento y quizá hay que salir a la calle a jugar.

No hay que demonizar las pantallas: todos las hemos usado, las usamos y las vamos a usar en algún momento, pero cuanto más reduzcamos su uso, mucho mejor. No hay que caer en que la pantalla sea el primer recurso que se ofrece en cuanto el peque llora o se aburre un poco en un restaurante. Se pueden llevar diferentes materiales dependiendo de lo que a nuestro peque le guste. En Instagram tengo varios vídeos de cómo hacer una ‘maletita de primeros auxilios’ en este tema para ayudar a las familias.

“No forzaremos a nuestro peque a tener interés por un determinado concepto, sino que nuestra función será generar ese interés en él”, comentas en el libro. ¿De qué manerar lograrlo?

Con esto me refiero a que si llega el momento en que hay que echar una mano a nuestro peque con el apredizaje de determinados conceptos, por ejemplo, los colores, los números, las letras... No hay que forzar ese aprendizaje. Por ejemplo, si necesita realmente, en un propósito ajustado a su desarrollo, reforzar el aprendizaje de los colores, se puede hacer mediante un juego para que, a la vez que pase un rato divertido, se consiga ese objetivo.

¿Eres partidaria de que sea el niño el que ‘deje’ el chupete, el pañal.. en lugar de que sean los padres los que se lo ‘quiten’?

En el caso del pañal, tenemos que ser nosotros los que acompañemos a nuestro peque en este proceso, que sea él el que nos indique las señales que nos hagan ver que el momento ha llegado, y a partir de ahí hacer una labor de puro acompañamiento más que otra función. Sin embargo, con el chupete es diferente, pues  el uso prolongado del mismo tiene consecuencias anatómicas sobre la boca del niño  que luego pueden repercutir en la articulación del lenguaje, en la pronunciación, y no podemos ser tan respetuosos como nos gustaría para evitar las consecuencias de ese uso prolongado.

‘No les evites sentir, ayúdale a sentir’, escribes en tu libro. ¿Cuál es la base de una buena educación emocional en el niño pequeño?

La base de una buena educación emocional, en líneas generales, sería que nosotros como padres conozcamos los procesos y las etapas por las que discurre el desarrollo de nuestro peque, y sepamos cómo abordarlas desde el cariño y desde el respeto, y con esa información hacer una labor de acompañamiento.

No consiste en que evitemos las emociones que consideramos negativas, como la tristeza, el miedo, la ira... Son emociones sin más, como las demás, que no debemos evitarle.  Nuestro peque se siente que enfadar, tiene que sentir miedo, pero ahí estamos nosotros para acompañarle desde el cariño, desde el respeto, y así poder asentar las bases de su personalidad futura y de las relaciones sociales que tenga a nivel laboral y personal. Es un tema muy importante que hay que cuidar desde el primer día.