ariadne artiles© Ariadne Artiles

Maternidad

Ariadne Artiles: ‘Siento y sé que puedo con todo por mis hijas’

Nos presenta ‘Mamás salvajes’, un libro de cuentos sobre lo que para ella era un sueño, la maternidad, algo que lleva planificando toda su vida


6 de octubre de 2023 - 16:05 CEST

La vida de Ariadne Artiles, una de las ‘tops’ españolas más reconocidas a nivel internacional, gira ahora en torno a sus hijas: Ari (de casi 6 años) y las gemelas María y Julieta (de 2). Lleva soñando con este momento desde que era una niña, como ella misma nos cuenta, y planificándolo desde que comenzó a trabajar como modelo, una previsión y madurez admirables, teniendo en cuenta que dio sus primeros pasos profesionales siendo aún muy joven. Sabía que algún día sería madre y que el tiempo con sus hijos sería entonces el mejor regalo que les podría hacer, de modo que trabajó sin descanso para poder lograrlo. Hoy, sin renunciar a su faceta de mujer trabajadora y emprendedora, ve cumplido ese sueño de ser madre de familia numerosa y de estar presente verdaderamente en el día a día de sus niñas.

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Nos presenta su tercer libro en torno a la maternidad, Mamás salvajes’ (ed. Nube de tinta), una compilación de seis relatos que, a modo de cuento, explican de manera tan sencilla como dulce aspectos y momentos clave en la vida de cualquier familia: la llegada de un hermanito, celos entre hermanos, el apego seguro… Hablamos de todo ello con la modelo y empresaria, que comparte con nosotros su propia experiencia y las grandes lecciones que ha extraído de los momentos más duros.

Tu nuevo libro se titula Mamás salvajes; ¿consideras que es salvaje la maternidad?

Sí, mucho. Yo creo que es la parte de la vida de las mujeres donde más nos conectamos con el animal que llevamos dentro.

En uno de los cuentos, ‘Mamá pata arregla las cosas’, tratas de manera muy sencilla para los niños el tema de los celos entre hermanos; ¿has tenido que trabajarlos también con tu hija mayor con la llegada de María y Julieta?

Sorprendentemente también con las pequeñas. Porque al final son dos niñas; no es como cuando llegó Ari, que era toda la atención para ella. De repente, tenemos que repartir la atención entre dos y yo, cuando voy a dormir con las niñas por la noche, no es una a la que acurrucas en la cuna, no tienes ese colecho con ella sola (que con Ari fue idílico); ellas dos se pelean por estar encima. Para ellas también es diferente; siempre tienen que pelear un poco por su puesto, por su momento… por su madre, que quieren para ellas todo el tiempo porque son bebés y es lo que demandan, naturalmente.

¿Cómo te organizas para poder atenderlas bien a las tres?

Como puedo. Realmente es una supervivencia. Vivo felizmente cansada porque esto es un proyecto de vida muy pensado y muy deseado. Estoy muy feliz, pero muy cansada. Y la verdad es que no hay un plan, vas sobreviviendo el día a día. Intentas educarlas en el respeto, intentas que trabajen la paciencia… pero son niñas.

Intento empatizar mucho con ellas porque son seres que acaban de salir al mundo. Sabes que todavía están por hacer, que muchas cosas no las pueden entender por más que queramos. Por ejemplo, nos parece muy normal que ellos tienen que respetar y ni siquiera saben lo que es. Poco a poco, les vamos enseñando, pero tenemos que entender que hay un mundo de adultos en el que está todo hecho, que somos unos resabiados, además, y que ellos están saliendo del cascarón durante unos años hasta que se adaptan a nosotros.

Cuando nacieron las gemelas, que fue además un parto complicado,¿cómo lo vivió Ari?

Curiosamente, como yo volví antes a casa que mis hijas porque se quedaron en neonatos un tiempo por peso, porque nacieron pronto, aunque no tenían nada, para ella fue más fácil porque primero volví yo, volvió mamá a estar con ella; estuve bastantes días con ella y luego vinieron sus hermanas.

Y además se lo ha tomado como una mami; es una mini mami chiquitita. Eso hace que ella lo lleve como una adulta, aunque se llevan tres años, que no es nada. Si la hermana le tira algo, ella dice “Ay, María, qué bien lo has hecho”. Me parece una empatía tan de mayor… A mí, como madre, se me cae la baba. Ha tomado un papel muy de mamá, de profe, de hermana mayor.

Volviendo a ‘Mamás salvajes’, en el cuento ‘El viaje de mamá canguro’, hablas de la bolsa, lo que sería nuestro porteo, y cómo eso hace al bebé sentirse más seguro; ¿cuál para ti es el papel del apego en la crianza?

Para mí es fundamental. Por ejemplo, yo siempre he defendido la lactancia materna, lo importante que es dar la leche de mamá… pero es tan importante la leche materna como darles amor. Al final, nuestros hijos, cuando son bebés, se alimentan del amor que les damos, eso es lo más importante que tenemos que entender. Obviamente, la leche materna es mejor para ellos, pero lo más importante es el apego, es poder estar cerca de ellos, darles tu calor, darles tu amor. También sobreviven gracias a eso; de hecho, cuántos niños en el hospital, antiguamente, decían los médicos que ya que no había nada que hacer por ellos y las madres los llevaban a casa y han sobrevivido. Hay un punto ahí súper importante en el apego que salva vidas.

Has creado también a raíz de convertirte en madre, la comunidad ‘La vida madre’, en la que se comparten experiencias e ideas y en la que se normalizan, con sentido del humor, los miedos, inseguridades y los errores que pueden cometer las madres. ¿Cómo surgió?

Lo creamos mi prima y yo porque estábamos justo en ese momento, en esa vorágine de la maternidad, y no encontramos ningún nicho, ningún sitio donde poder hablar con madres y que compartiéramos los problemas reales. Siempre se ha visto como idílica la maternidad y nadie nos contó todas las cosas que pasan en el día a día, que de idílico, tampoco tiene tanto. Lo idílico es el amor, ser madre, para quien lo desea tanto como yo, por ejemplo, porque para otras madres que no lo han deseado tanto, se lo han pintado tan bien que al final es un palazo encontrarte con con todas esas cosas que no compartimos.

Como la gente no lo comparte, tampoco te enteras que te pueden pasar; ni siquiera nuestras madres y nuestras abuelas lo han compartido con nosotras por pudor, por vergüenza… ‘La vida madre’ es para quitar todos esos tabúes, para poder hablar y compartir que se puede ser la mejor madre del mundo y querer que tus hijos se vayan de vez en cuando. Al final somos humanos. Humanizar a la mujer y, sobre todo, darle ese punto de humor, para que las madres no se tomen las cosas tan a pecho, que no son las únicas que lo están pasando, nos parecía fundamental y de ahí salió ‘La vida madre‘.

© ariadneartiles

¿Hay algo que te de miedo de la maternidad?

Solo me da miedo no estar cerca de ellas en algún momento. Es lo único; lo demás, no. Yo siento y sé que puedo con todo por ellas. Pero sí que, cuando eres madre dices, “uf, tengo que durar mucho aquí”. Sobre todo, ahora que somos padres más mayores. Lo único que me preocupa es poder estar con ellas siempre.

¿Y qué es lo más bonito de la maternidad?

Para mí, todo. Hasta mi parto por cesárea, en el que casi me voy, me pareció una maravilla… ¡Es que tuve dos hijas y nacieron sanas!

Me parece una barbaridad cuando alguien dice que parir por cesárea no es parir y hay muchas mujeres que se sienten mal por eso. Es un parto como otro cualquiera. Cuando tú traes a tus hijos al mundo, es parir; da igual la forma, eso al final es cosa del destino y no depende de nosotras. Traer hijos al mundo es el principio de un camino increíble.

¿Y lo más duro de la maternidad?

Hay muchas cosas… Con las gemelas fue la lactancia. Yo me enfoqué mucho en que tenía que darles lactancia materna hasta el máximo que pudiera porque eran prematuras. Me puse ese reto muy entre ceja y ceja, me enclaustré mucho en eso, y lo pasé mal. Tuve tres mastitis con antibióticos...

La madre tiene que tener claro que lo más importante es darle amor a nuestros hijos y llega un momento que si te estás poniendo malita, que estás utilizando unos recursos donde tú ya no estás físicamente bien, hay otras opciones. Hay que valorar eso. A nuestros hijos los alimentamos con amor también y hay muchas formas. La lactancia, sin duda, con las niñas fue lo más duro.

¿Cómo te ha cambiado la vida la maternidad?

Sin duda, para bien. Yo quiero ser madre desde que tenía seis años, entonces es como un sueño realizado. Y ya con la llegada de las gemelas fue la guinda; no me lo podía creer porque me costó mucho con Ari y con ellas fue un regalazo: tener naturalmente dos niñas... No me lo esperaba, además, porque fue muy rápido; dije “quiero tener otro hijo” y… ¡a las dos semanas! Fue maravilloso.