Es muy fácil etiquetar a un niño. A veces, incluso, parece inevitable. No es necesario describirlo como torpe o vago’ (que, en ocasiones, lamentablemente también se hace); con afirmaciones como ‘no para’, ‘no hace caso’, ‘no hace nada en clase’, ‘no escucha al profesor’, ‘va a su bola’… los etiquetamos sin ni siquiera darnos cuenta. ¿Y si lo que hay detrás de esos comportamientos es un TDAH (déficit de atención e hiperactividad), un trastorno del espectro autista en grado más leve o dislexia? Todo ello repercutirá, en mayor o menor medida según el trastorno, en una gran dificultad para prestar atención, para pensar antes de actuar, para quedarse quieto en determinadas situaciones… Y todos esos trastornos tienen en común, por lo general, un peor desempeño académico por parte de quien los padece. Al final, todo ese combo de etiquetas negativas que estos niños escuchan constantemente sobre sí mismos, junto a la complicación que le pueden suponer las tareas escolares, el resultado es que acaban también afectados emocionalmente y con su autoestima dañada.
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Y a eso hay que añadir, además, el estigma social, como advierte la Dra. Carolina Colomer, directora clínica de Irenea, Instituto de Rehabilitación Neurológica de Vithas: “Con frecuencia, los síntomas de algunas afecciones que se inician durante el período del desarrollo son malinterpretadas o ignoradas, lo que puede generar un estigma social y una percepción errónea de los afectados”. De ahí la importancia de que “tanto padres como profesores estén atentos a varios aspectos que pueden indicar un posible problema de neurodesarrollo en niños”. Cuanto más temprano sea el diagnóstico, mejor se le podrá ayudar al niño y más fácil será evitar toda la problemática ya indicada (estigmatización social y problemas emocionales o psicológicos).
¿Cómo evitar la estigmatización a edades tempranas de niños con problemas del neurodesarrollo aún sin diagnosticar?
Ante la falta de comprensión de ciertos comportamientos o conductas en los niños, es más fácil que padres, profesores o cualquier adulto (incluso, a veces, otros niños) acaben etiquetando al afectado y, en consecuencia, se acabe dando esa estigmatización social, pero ¿se puede evitar? Según la Dra. Colomer, sí es posible evitar la estigmatización a edades tempranas, si bien para ello hay que tomar varias medidas: “en primer lugar, debemos destacar la formación a familiares y educadores sobre qué son los trastornos del neurodesarrollo y sus características, para que sepan identificarlos y reconocer los desafíos a los que se pueden enfrentar los niños que los padecen para ser tratados y comprendidos y no etiquetados”.
“Por otro lado, consideramos esencial fomentar la empatía y crear un entorno de apoyo”, subraya la directora clínica de Irenea. “Enseñar a los niños sobre diversidad y aceptar a los demás tal como son puede ayudar a prevenir la estigmatización. Así, si los pequeños se sienten en un entorno seguro, tanto en casa como en el colegio, será más fácil que puedan expresar sus necesidades y recibir ayuda cuando sea necesario”.
¿Cómo reconocer e identificar un trastorno del neurodesarrollo?
Para poder realizar una intervención lo más temprana posible e “identificar y abordar los problemas de neurodesarrollo, y ayudar a mitigar sus efectos y a reducir la estigmatización”, es importante que la familia y adultos de referencia (incluidos profesores) sepan reconocer ciertos síntomas o señales que nos puedan hacer sospechar de la presencia de uno de esos trastornos.
-Señales a tener en cuenta de forma genérica
Según la Dra. Colomer, en líneas generales habría que prestar especial atención a las siguientes señales de alarma:
- Dificultades significativas en el aprendizaje, como la lectura, la escritura o las matemáticas
- Problemas en la comunicación, como dificultades en el habla o el lenguaje
- Comportamientos inusuales o desafiantes, como la hiperactividad, la impulsividad o la falta de atención
- Problemas en las habilidades motoras, como la coordinación o el equilibrio
- Dificultades en la interacción social y la comunicación emocional
- Intereses restringidos o comportamientos repetitivos
- Retrasos significativos en el desarrollo a la hora de alcanzar hitos importantes
-Qué se debe observar frente a un posible TDAH
“De forma más concreta, en el caso del TDAH, que se caracteriza por la dificultad para mantener la atención, la impulsividad y la hiperactividad en distintos grados, puede afectar el desempeño académico, las relaciones sociales y el desarrollo emocional del niño”, explica la experta, quien también detalla que este trastorno “manifiesta otras características, no tan conocidas de esta condición neuropsiquiátrica, como pueden ser dificultades en el equilibrio y las destrezas motoras o reacciones posturales más lentas, que también pueden afectar su capacidad para realizar actividades cotidianas y escolares, generando frustración y baja autoestima”.
-En qué debes fijarte frente a un posible trastorno del lenguaje
“En el caso de trastornos del lenguaje, los menores que los sufren pueden tener problemas para procesar y comprender el lenguaje hablado, para expresarse verbalmente o procesar y distinguir los sonidos del habla, entre otros. Unas dificultades que podrían afectar directamente en su participación en clase y en su interacción social con sus compañeros, además de mermar su autoestima”.
-¿Y si se trata de un posible trastorno dentro del espectro autista?
“En niños con trastorno del espectro autista, en su grado más leve, también se observan características que pueden impactar directamente sobre su rendimiento escolar y destreza motora, como son las dificultades en la comunicación social y la reciprocidad emocional, lo que se traduce en desafíos para comprender expresiones faciales, el lenguaje no verbal y las normas sociales implícitas”.
¿Qué hacer si sospechamos que nuestro hijo podría padecer un trastorno del neurodesarrollo?
El primer paso es acudir al pediatra o a un centro especializado y explicarles los motivos por los que sospechamos o dudamos de la presencia de un trastorno del neurodesarrollo. Ellos serán quienes valoren la necesidad o no de derivar al niño a un profesional más especializado y si es preciso hacerle algún tipo de evaluación.