El recién nacido pasa mucho tiempo boca arriba, pues es la postura aconsejada para dormir, ya que se ha demostrado que reduce el riesgo de la terrible muerte súbita del lactante. Pero no debe permanecer todo el día así, ya que cuando está despierto conviene hacer una alternancia con la postura boca abajo.
La Dra. María Velázquez de Cuéllar, jefa de Servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Valle del Henares, en Torrejón de Ardoz (Madrid), nos cuenta por qué es tan importante.
¿Cuánto tiempo debe permanecer boca abajo?
La posición boca abajo recibe también el nombre de tummy time. Y hay que comenzar a ponerlo así desde muy pronto. “Debemos empezar a familiarizar al recién nacido con la posición boca abajo (la posición de decúbito prono) desde los primeros días de vida, durante pequeños periodos de tiempo”, indica la experta.
A medida que va creciendo y va estando más contectado con el entorno, esos tiempos se pueden ir ampliando y aumentar de forma progresiva. “Inicialmente puede estar unos minutos, dos o tres veces al día”, comenta, y luego ir alargando los tiempo a medida que vaya tolerando la postura, de modo que a los tres meses de vida “esté en decúbito prono al menos una hora al día”, recomienda.
Al principio, es normal que al pequeño no le guste estar así y muestre su incomodidad o incluso llore. Es importante intentarlo cuando esté tranquilo, cuando no tenga demasiado cansancio ni esté muy hambriento. “Podemos ayuarle a cambiar la cabeza de lado inicialmente. Hay que tratar de motivarlo y distraerlo, porque puede ser que al inicio no le guste; si aun asi sigue llorando, volveremos a intentarlo más tarde”, resalta.
Los beneficios del ‘tummy time’
Que el bebé pase pequeños periodos de tiempo boca abajo tiene muchas ventajas, que cita la Dra. Velázquez de Cuéllar:
- Sostén cefálico. “En esta postura se desarrollan las reacciones de enderezamiento más importantes para el sostén cefálico, que irá conformando el tono postural en todo el cuerpo”.
- Musculatura del cuello. Cuando está boca abajo, el lactante intenta levantar la cabecita, y esto potencia la musculatura del cuello. “Inicialmente sujetará la cabeza unos segundos, hasta conseguir permanecer con la cabeza erguida durante minutos”, descubre la pediatra.
- Equilibrio. Desde la posición boca abajo, el bebé trabaja también el equilibrio, ya que tiene que enderezar la espalda para poder elevar los brazos y alcanzar un objeto. En este sentido, la especialista aconseja realizar estimulación visual y sonora con juguetes.
- Preparación para el volteo. Estando boca abajo, una vez que el bebé tiene un buen control postural, inicia el volteo: “Despega el tórax y con apoyo del antebrazo intenta voltearse”.
- Preparación para el gateo y para sentarse. Además, la fuerza muscular que va consiguiendo en la espalda lo prepara para el trabajo que necesita para sentarse y gatear.
- Diminuye el riesgo de plagiocefalia. La plagiocefalia posicional, que conlleva un aplastamiento del cráneo del bebé cuando pasa mucho rato en la misma posición, es menos frecuente cuando hay esa alternancia de posturas.
- Mejora de otras funciones. Estar boca abajo también mejora la función respiratoria del bebé y el reflujo gastroesofágico.
“La experiencia de jugar en el suelo es, por tanto, clave para que el bebé tenga un desarrollo psicomotor óptimo”, destaca la especialista de Quirónsalud.
Otras posturas que le ayudan
Cuando el bebé está boca abajo necesita contar siempre con la supervisión del adulto. Pero, además, hay otras posturas que son beneficiosas en sus primeros meses de vida, tal como apunta la Dra. Velázquez:
- En el primer mes de vida: coger su mano izquierda para que toque su hombro derecho, y viceversa.
- Tomar las plantas de los pies y llevar sus rodillas lentamente sobre el pecho.
- Hacerle masajes, “pues estimulan el sistema inmunológico, además de favorecer un buen vínculo afectivo”.
- Alternar la posición de la cabeza, cuando estén boca arriba.
- Con tres meses: ayudarles a dar palmadas y a que imite el movimiento de la bicicleta con las piernas. También se les puede ayudar a que se volteen como una croqueta, “con juegos que le hagan girarse sobre sí mismo”, especifica la pediatra.
- Para fortalecer sus músculos dorsales, se pueden hacer ejercicios como “levantarle los dos brazos desde tumbado a sentado”.
- Más adelante se puede “fomentar el gateo estando boca abajo, jugando a la carretilla y ayudándole con la coordinación y la lateralización”, detalla.