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criopreservaci n© GettyImages

Fertilidad

Así puede ayudar la Inteligencia Artificial a lograr el embarazo

¿Cómo puede el procesamiento y análisis de datos hacer más probable la consecución del embarazo en un tratamiento de fertilidad? ¿Qué avances permite la IA? Un experto responde


14 de septiembre de 2023 - 18:36 CEST

¿Puede la Inteligencia Artificial (IA) hacer más efectivo un tratamiento de fertilidad? La respuesta es sí y su aplicación será una realidad a corto plazo. Este impresionante avance de la tecnología está cada vez más presente en todos los ámbitos de la sociedad y lo referente a los tratamientos de reproducción asistida no iba a ser menos. La pregunta ahora, por tanto, es ¿cómo?, ¿cuál será el papel que desempeñará en estos tratamientos? Para averiguarlo, hemos preguntado a Antonio Urries, presidente de ASEBIR (Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción), quien nos habla del enorme potencial del “manejo y análisis de miles de datos de forma inmediata y la posibilidad de procesamiento mediante redes neuronales”. Lo que ha logrado, nos cuenta, es abrir “una vía en la toma de decisiones que puede permitirnos avanzar de forma exponencial en el éxito de los tratamientos de reproducción asistida, que en este caso no es, ni mas ni menos, que el conseguir un embarazo en aquellas parejas que no pueden conseguirlo de forma natural”.

Cómo va a ayudar el análisis de miles de datos con IA en tratamientos de fertilidad

  • Visualización del desarrollo del embrión. “Actualmente se están utilizando de forma habitual sistemas de análisis de imágenes que, de forma continua, graban el desarrollo del embrión desde el mismo momento de la fecundación y, durante los cinco días posteriores, dándonos información tanto de su morfología como de su cinética”, explica Urries. “Estas imágenes introducidas y comparadas con otras imágenes de miles de embriones existentes en grandes bases de datos puede acabar dándonos una predicción de la capacidad de esos embriones de conseguir un embarazo”. Con esa predicción y la información aportada, servirá de ayuda “en la toma de decisión para conseguir un embarazo de la forma más rápida y segura posible”.
  • Técnicas de diagnóstico genético para evitar la transmisión de enfermedades genéticas hereditarias. Ya existen este tipo de técnicas, que se practican sobre todo a personas que tienen más posibilidades de transmitir alguna alteración genética a sus hijos. La IA puede ayudar a resultados mucho más precisos en la detección de enfermedades genéticas.
  • Avances en la edición genética. También en relación a posibles enfermedades que se detecten en los gametos, la IA puede aportar más herramientas y mucho más eficaces para ‘eliminar’ esos genes alterados, esas enfermedades, del óvulo fecundado que se prevé implantar en el útero de la madre. De hecho, un equipo de investigadores de las universidades de Nueva York (NYU) y Toronto dieron a conocer el pasado mes de febrero que habían desarrollado una herramienta que, con la ayuda de la IA, puede modificar la estructura de las proteínas para que activen y desactiven genes. Su objetivo es tratar enfermedades que aún no se pueden ‘eliminar’ en la edición génica de quienes en la actualidad se someten a un tratamiento de fertilidad, que abarcan únicamente enfermedades de transmisión genética. Lo que esta nueva herramienta de edición génica ofrece es tratar desde enfermedades cardiovasculares hasta la obesidad o, incluso, el autismo antes de la implantación del óvulo fecundado en el útero materno.

Lo que la IA permite en tratamientos de fertilidad, pero la ética no

Los avances en embriología y en reproducción asistida han dado un paso de gigante en los últimos años. Han comenzado a ir más rápido que cuestiones de índole ética que impiden que se hagan realidad (o que lo hagan al menos a corto o a medio plazo). Es lo que ocurre con un mecanismo que se logró en 2017 y que tendría múltiples aplicaciones, pero que los científicos ni se han planteado llevar aún con un embrión humano. Se trata de la gestación en un útero artificial.

En el citado año, investigadores del Children Hospital de Filadelfia llevaron a cabo un experimento completamente innovador: “consiguieron desarrollar, en un útero artificial, fetos de corderos con entre 105 y 120 días de gestación, lo que correspondería a 22-24 semanas de gestación de un bebé humano”, nos cuenta el presidente de ASEBIR.

“El experimento consiste en bolsas ziplock de gran tamaño llenas de tubos de sangre y líquido, en los que los fetos de cordero continuaron desarrollándose, de manera muy similar a como lo habrían hecho dentro de sus madres. Durante cuatro semanas, sus pulmones y cerebros crecieron, les salió lana, abrieron los ojos, se movieron y aprendieron a tragar. Aparentemente finalizaron su desarrollo con normalidad, aunque los propios investigadores son conscientes que lo que hoy en día funciona en animales podría no funcionar en humano”.

El objetivo de este mecanismo no es el de que los humanos sean gestados, algún día, fuera del vientre materno. Lo que se persigue es “permitir avanzar en el estudio y tratamiento de anomalías y enfermedades actualmente desconocidas” y siempre estudiando el desarrollo embriones animales (no humanos), como subraya Urries, quien nos explica otra utilidad muy valiosa de esta técnica: “este conocimiento puede ayudar a la supervivencia de los bebés prematuros extremos (nacidos entre la semana 25 y 28) que actualmente presentan una tasa de supervivencia muy baja debido precisamente a un desarrollo incompleto de sus órganos”.

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