Los videojuegos son uno de los grandes protagonistas de adolescentes y preadolescentes, y gran parte de ellos, además, juegan online con otros jugadores. Así se desprende del estudio ‘Adolescent Video Gaming and Attachment to Parents and Friends: A Longitudinal Study’, según el cual la mayoría de los adolescentes juegan a juegos en línea de forma habitual y dedican entre 10 y 20 horas semanales de su tiempo libre a esta actividad. A esto hay que sumar que muchos de los jugadores contra los que compiten de manera online nuestros hijos son auténticos desconocidos que, incluso, pueden mentir sobre su identidad.
Por eso, “es muy importante que las familias sepan a qué videojuegos juegan sus hijos y supervisar si el contenido es adecuado y apropiado para su edad”, como recomienda Eduardo Cruz, CEO de Qustodio, plataforma que promueve la seguridad digital en las familias. Hacerlo es fundamental para evitar los siguientes riesgos que señala el experto:
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1. Ciberacoso
Implica insultos, amenazas y comportamientos abusivos, lo que acaba afectando a la salud mental y disfrute de los más pequeños de la casa y dando lugar a un entorno hostil. De hecho, según el IV Informe de Prevención del Acoso Escolar en Centros Educativos, elaborado por Fundación ANAR y Fundación Mutua Madrileña, el 37% de los jóvenes que sufren ciberbullying
lo experimentan a través de los videojuegos.
2. Acceso a contenido inapropiado
Los menores se exponen a material inadecuado, violento o sexualmente explícito, lo que puede tener efectos negativos en su bienestar emocional, así como en su rutina y alterando las relaciones familiares y sociales. En lo que a los contenidos sexuales se refiere, “puede generar una visión distorsionada de la sexualidad, afectar su autoestima”y también “promover estereotipos poco realistas y contribuir a la cosificación e, incluso, a la adicción al porno”, tal y como nos indicaba en una entrevista la ginecóloga Miriam Al Adib
, autora de Hablemos de adolescencia (Oberon), hace unas semanas.
3. Robo de identidad
El robo de datos personales y de cuenta pueden ser comprometidos, exponiendo a los jóvenes a fraudes financieros, suplantación y pérdida de control sobre su experiencia de juego. De ahí la necesidad de que los padres lleguen a acuerdos con sus hijos y hagan que estos “se comprometan a consultar con ellos determinadas acciones, como aceptar una invitación de juego ‘online’ o realizar un pago por Internet”, aconseja Eduardo Cruz.
4. Micropagos
El acceso a micro transacciones puede conducir a gastos excesivos, fomentar una mentalidad de compra impulsiva y distraer de la experiencia de juego saludable. Por ello, es importante que las familias eviten configurar las tarjetas bancarias en herramientas que los menores utilicen para jugar.
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5. Adicción
La adicción a los juegos en Internet tiene, como cualquier otra adicción, múltiples consecuencias que afectan a todos los ámbitos de la vida. Las implicaciones se presentan en el ámbito familiar, escolar y social, fruto, entre otras cuestiones, de un cambio de comportamiento que le hace estar más irascible.
6. Aislamiento social
Ese cambio de comportamiento, unido a la obsesión por seguir jugando y pasando de nivel, conduce al menor al aislamiento social y a dejar de lado otras actividades de ocio por las que antes podía sentir interés. La falta de aliciente alguno por relacionarse y por esas actividades de ocio pueden conducir a retroalimentar aún más la adicción, entrando en un bucle del que es complicado salir.
7. Salud mental
Como es lógico, una consecuencia directa de todo ello es la salud mental, que se acaba viendo afectada en mayor o menor medida (en función también de la dependencia del menor por los videojuegos online). Más aún teniendo en cuenta que estos menores se encuentran en una etapa de sus vidas, la preadolescencia y la adolescencia, en las que son más influenciables y más susceptibles ante ciertos mensajes o situaciones.
8. Salud física
También la salud física puede verse afectada, puesto que, a mayor tiempo jugando a videojueos en línea, más expuestos están al sedentarismo y a alimentarse peor, tanto en cantidad como en calidad. Pueden empezar, por tanto, a mostrar una mayor tendencia al sobrepeso y otros problemas asociados a ello.
9. Bajada del rendimiento académico
Por último, una bajada del rendimiento académico es casi inevitable. A mayor tiempo dedicado a los videojuegos, menos el destinado a los estudios, de modo que las notas pueden experimentar un descenso, que se agudizará más o menos en función, de nuevo, de la dependencia que el menor muestre.