Fue a finales de 2022 cuando se lanzó ChatGPT. Supuso una auténtica revolución en distintos sectores profesionales y, en tan solo cinco días, ya se contabilizaba el millón de usuarios. No es para menos; una aplicación que es capaz de redactar un texto completo con unas mínimas instrucciones y de hacerlo correctamente, igual que lo haría una persona, puede ser un auténtico filón. En el ámbito educativo, son los alumnos los primeros que han visto sus posibles beneficios, mientras que muchos profesores y autoridades (y padres) lo han demonizado casi desde el primer momento. En cualquier caso, ha destapado una caja de pandora cuya apertura era inevitable. ¿Se debe prohibir la Inteligencia Artificial (IA) en las aulas? ¿Es posible evitar su presencia y, en concreto, la de bots como ChatGPT en las aulas? “No, no es posible evitarlo”, nos dice con total contundencia Guillem García Brustenga, experto del eLearning Innovation Center (eLinC) de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). “Vamos a tener que convivir todos con ello”.
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No tiene ninguna duda de que ChatGPT “va a estar totalmente integrado” en las aulas, “como están integradas las calculadoras o como está integrado Internet o Wikipedia”. De hecho, facultades e institutos de Estados Unidos que lo habían prohibido han tenido que dar marcha atrás y desbloquear ChatGPT de cara al curso escolar que ahora comienza. En primer lugar, por un motivo que es ya una realidad y es que suponía una brecha social, pues los alumnos con un mayor poder adquisitivo podían descargárselo en sus dispositivos propios y utilizarlo, mientras que aquellos que dependían de la red o los dispositivos que ofrece el centro educativo, no. En segundo lugar, porque muchos profesores son conscientes de que es una realidad que les va a afectar directamente en el día a día a sus alumnos cuando salgan al mercado laboral (y, probablemente, antes), de modo que deben acostumbrarse a este avance tecnológico y saber sacarle provecho.
La cuestión, por tanto, es: ¿cómo integrar ChatGPT y la IA en las aulas? ¿Dejarán los alumnos de redactar sus propios textos? ¿Les afectará en su aprendizaje? ¿Cómo deberán impartir los profesores las clases y qué trabajos podrán encargar a sus alumnos? Por el momento no hay respuesta a todos los interrogantes, pero García Brustenga lo ve, incluso, como una oportunidad de dar una vuelta de tuerca a la educación: en lo que a la evaluación respecta, si esta consiste en “memoriza y escribe un texto, pues vamos mal”, comenta. “Seguramente, ya se estaba haciendo mal”.
El experto considera que uno de los grandes desafíos que presenta está precisamente aquí, en la evaluación: “una forma de que los estudiantes aprendan y que puedan demostrar que han aprendido, es cambiando las preguntas de la evaluación”. En realidad, algo que desde diversas pedagogías se lleva reclamando mucho tiempo y de lo que se puede sacar partido.
Beneficios de ChatGPT y la IA en las aulas
- Sentido crítico. Brustenga destaca, entre los posibles beneficios de ChatGPT en las aulas, “el tema del sentido crítico: tenemos que potenciarlo”, subraya. En este sentido, y relacionado con el cambio de preguntas de evaluación, “está muy bien examinar sobre las causas de la Primera Guerra Mundial”, por ejemplo. “Pero esto ya no es una buena pregunta; la pregunta sería ‘con lo que te dice ChatGPT, ¿tú qué crees?, ¿te crees lo que te dice?’” y, a continuación, plantear al alumno que busque las fuentes que justifiquen todo lo que el bot le ha dicho. “Esto ayudará a mucho a a trabajar el sentido crítico”.
- Trabajo constructivo. También destaca el “trabajo constructivo, la construcción del propio aprendizaje”. Así, “si tú vas hablando con una máquina” y le pides “dame unos datos, comprueba esto… va a ayudar muchísimo”.
Riesgos de ChatGPT en el aula
Aunque, bien integrada y con una adaptación estudiada y consciente, es posible sacar provecho de esta inteligencia artificial y de otros sistemas parecidos a ChatGPT que puedan ir apareciendo, “evidentemente, hay mucho riesgo” también, sobre todo, en lo que tiene que ver “con la seguridad y la privacidad”, advierte el experto. “En esos momentos todo está cambiando muy rápido y hay varias empresas que ofrecen cosas parecidas, pero no sabemos muy bien dónde van nuestros datos, si sirven para alimentar la misma máquina o no, si esos datos personales que te dicen que están protegidos, lo están o no…”. En la misma línea, advierte que “si tú pones información que en teoría es confidencial, esto es lo mejor para alimentar al mismo motor y luego aparecer en otros sitios”.
Y, por otro lado, el sentido crítico. Al igual que se puede potenciar, puede ser un arma de doble filo y llevar a “no pensar, creernos todo lo que nos dice la primera”. Por eso es tan importante que los profesores estudien este aspecto: “tienen que conocer muy bien estas herramientas y trabajar muy bien con los alumnos para fomentar este sentido crítico de forma que potencie el aprendizaje, en lugar de ir en contra”.