Cuando llevas días, semanas o, incluso, meses sin dormir una sola noche del tirón es más que normal desesperarse. Cuando la causa de nuestra propia falta de sueño es la de nuestros hijos, buscamos por todos los medios intentar que se regule para que puedan descansar todos en casa. De ahí que se busque información sobre todo tipo de técnicas, desde el método Estivill o Ferber (que consiste en ir dejando paulatinamente a los niños que duerman solos aunque lloren) a otros más acordes a la disciplina positiva, pasando por ‘remedios’ como las cápsulas de melatonina. “Muchos padres les dan melatonina a sus hijos porque se piensan que así se dormirán y dormirán más horas seguidas y no se despertarán por la noche, y eso no es cierto”, nos asegura Olga Sesé (@babyrem_coach), coach del sueño infantil. El motivo es claro: “la melatonina ayuda a relajar, a inducir el sueño, pero no mantiene el sueño”.
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Qué es la melatonina
“La melatonina es una hormona que segregamos nosotros mismos de forma natural a partir de los cuatro meses”. A partir de esa edad, “ponemos en marcha unos mecanismos que se llaman los ritmos circadianos, que son los encargados de la producción de la melatonina y el cortisol”. Ambas trabajan ‘en equipo’, ya que “la melatonina es la hormona que nos ayuda y nos induce al sueño y el cortisol es la hormona que nos hace despertar por la mañana”. La primera “se empieza a producir cuando deja de haber sol”; cuando va oscureciendo, el cerebro entiende que es el momento de dormir y, del mismo modo, cuando empieza a salir el sol, el cerebro empieza a “segregar cortisol para despertarnos y estar activos”, tal y como nos explica con total claridad la experta.
La luz es, por tanto, la encargada de regular los ritmos circadianos y, en consecuencia, “el reloj interno de nuestro organismo”. Cuando la melatonina y el cortisol no trabajan en equipo y se produce niveles más altos de este último, “pueden conducir a la privación del sueño”, es decir, serán causa directa de “que tu hijo duerma mal y de que se despierte muy temprano al día siguiente”.
¿Podemos entonces deducir que una solución para equilibrar ambas hormonas es dar cápsulas de melatonina a los niños? “Yo no la recomiendo nunca”, apunta con contundencia Sesé. “Yo prefiero trabajar en hábitos saludables, en horarios, en rutinas, antes que ofrecer melatonina”. Aunque no suele presentar efectos adversos, ya que “a los niños se les da normalmente solo dos o tres gotitas”, lo adecuado es consultar antes con el pediatra.
Olga Sesé señala que sí se podría ofrecer “cuando ya se ha trabajado la parte conductual del sueño y el niño, con un buen horario y con una buena rutina, tarda dos horas en dormirse”. Es entonces cuando, “con el pediatra tenemos que valorar si realmente se le puede ofrecer melatonina para que vaya más rápida esa conciliación del sueño”. En cualquier caso, “sería el último recurso” para la experta.
¿Cómo trabajar la parte conductual del sueño?
En primer lugar, por obvio que pueda, resultar, es fundamental recordar que debemos evitar las pantallas (especialmente las de dispositivos móviles) antes de iniciar la rutina de ir a la cama. Entre otras muchas cuestiones, porque la luz que emiten móviles y tablets lo que hace es activar la segregación de más cortisol y, por tanto, “alteran la producción natural de melatonina, que se bloquea frente a esta luz”. Por eso, habrá que apagarlas “al menos 30 minutos antes de que los niños se vayan a la cama”, si bien lo ideal sería incluso antes.
En esta línea, la coach del sueño infantil también recomienda “bajar las luces en casa una hora antes de llevarlo a dormir e ir creando un ambiente tranquilo”. Si nuestro hijo tiene problemas para conciliar el sueño, habrá que estar pendiente de otras cuestiones, como las siestas (que no deberían ser demasiado largas) y los tiempos de vigilia del niño en función de su edad: “hay que procurar que llegue con sueño a la cama, pero no sobrecansado”.