La vuelta al cole casi siempre supone una mezcla de emociones en los niños: por un lado, la ilusión por iniciar una nueva etapa, por reencontrarse con amigos y compañeros… Pero, por otro lado, también es común que aparezcan sensaciones contrapuestas: tristeza porque se acaben las vacaciones, malestar ante el regreso de horarios y rutinas, agobio por los meses de estudio que están por delante… y también pueden sentir miedo y nervios, especialmente entre los más pequeños que van por primera vez al cole o a sus primeros cursos, y entre quienes se enfrentan a un cambio de centro escolar.
¿Cómo podemos ayudarles a gestionar todas esas emociones? Isabel Cuesta (conocida en redes sociales como ‘Una madre molona’) y Daniel Pérez, formadores de disciplina positiva y divulgadores en Educa En Positivo (@educa.en.positivo), nos detallan las pautas básicas que hemos de seguir para acompañar a nuestros hijos y convertirnos en un auténtico pilar de apoyo para ellos en estos primeros días de regreso a las aulas.
¿Cómo acompañar y apoyar a nuestros hijos si les cuesta la vuelta al cole?
Uno de los principales errores que cometemos es intentar convencerles de que todo va a ir fenomenal. “Que si te lo vas a pasar muy bien, que si vas a aprender muchas cosas, que si vas a hacer muchos amigos”…
El mejor acompañamiento que podemos llevar a cabo es escuchar, permitir que expresen sus miedos, sus preocupaciones, y escuchar con atención. Es importante transmitir que sentir todas esas emociones es normal. Y, a partir de ahí, preguntar qué les puede ayudar a llevarlo mejor. Tenemos que confiar más en su capacidad y no intentar resolver.
¿Debemos prepararlos con antelación o, si sabemos que lo van a pasar mal, esperar al último momento para decirles que ya está aquí la vuelta al cole?
La mejor manera de preparar la vuelta al cole es implicándoles en los preparativos. Podemos revisar juntos el material escolar que vamos a necesitar, que ayuden a hacer la lista, permitirles elegir, etc.
Una herramienta que utilizan muchas familias que confían en nuestras formaciones son las reuniones familiares. Puede ser una buena oportunidad para poner en común ideas para mejorar las rutinas de la mañana, para pensar si quieren apuntarse a alguna extraescolar o para hablar de cómo nos sentimos y cómo podemos hacer equipo.
Para peques que nunca han ido al cole, recomendamos hacer la ruta al cole días antes, verlo aunque sea por fuera, así como leer cuentos donde los protagonistas vayan al cole.
Y, sobre todo, trabajar los miedos e inseguridades de los adultos. Imagina que la persona que más te quiere en el mundo te llevase a un sitio y, aunque disimule, notarás que está de los nervios. Las emociones se contagian, así que las mamis y los papis tenemos que trabajar nuestra confianza y seguridad.
¿Es positivo animarles diciéndoles que van a hacer muchos amigos nuevos y que se lo van a pasar genial o es contraproducente?
Justo ese es uno de los errores que comentaba antes. Es preferible hacer preguntas y que ellos lleguen a esas conclusiones que intentar convencerles. Más aún si están pasando por emociones como el miedo. Cuando verbalizamos que sentimos una emoción, esa emoción baja su intensidad. Por eso cuando tú te desahogas con tu mejor amiga y le dices exactamente cómo te sientes, automáticamente sientes alivio. Con nuestros pequeños es igual.
¿Hay algo que no debamos decirles nunca?
Ante todo, nada de amenazas, ni de castigos. Tampoco recomendamos los chantajes “si te portas bien, a la salida del cole te traigo una sorpresa”. Y mucho menos, los chantajes emocionales: “si lloras mamá, se va a poner triste”.
Falta mucha educación emocional; la mayoría de los que hoy somos madres y padres no hemos crecido en un ambiente donde las emociones fueran permitidas y aceptadas, por lo que solemos rechazarlas, evitarlas, esconderlas… modificar esto no es algo sencillo. Implica mucha consciencia y práctica. Así que no hay que machacarse si se nos escapa alguna frase desafortunada, sino ser capaces de ser conscientes y rectificar.
¿Qué podemos hacer si a los pocos días de volver al cole están más irascibles y hay más rabietas?
Lo mejor es empatizar y comprender que es algo normal. Cuanta más aceptación por nuestra parte, con mayor tranquilidad y empatía podremos actuar. Es bueno que procuremos bajar el ritmo cuando vengan del cole, no llenar las horas de actividades, levantarnos con tiempo suficiente para hacer la rutina sin prisas, etc. El estrés es nuestro peor enemigo.
Sobre todo en los más pequeños que van al cole por primera vez o en los que se cambian de centro, ¿qué hacer en caso de que vayan muy ilusionados y ya en el primer día o, al cabo de unos pocos días, ven que el cole no es lo que esperaban?
Lo mejor que podemos hacer es mostrarnos presentes. Presentes no es estar pegados todo el rato, sino estar disponibles emocionalmente, ser ese lugar seguro en el que puedan expresar cómo se sienten.
Si las cosas no son como esperan, si hay algún problema o reto, lo mejor es mostrar nuestra empatía y comprensión. Intentar escuchar sin interrumpir. Y que nuestra intervención vaya más dirigida a formular preguntas para que ellos encuentren sus propias soluciones.
¿Cómo debemos actuar si las mañanas se convierten en una ‘batalla campal’ porque se niegan a ir al colegio?
Tendríamos que conocer el origen de esa negativa. No es lo mismo que se niegue ir al cole porque hay un bebé que se queda en casa, que realmente haya algo en el centro escolar que no esté yendo bien. Es decir, tendríamos que ver qué hay más allá de ese comportamiento y ayudarles a redirigirlo desde el origen del mismo, no actuando directamente sobre la conducta. Esto se enseña en las formaciones, ya que no existe un manual de instrucciones para que los niños se “porten bien”.
Por otro lado, es de vital importancia que los adultos no asumamos la rutina de mañana como una batalla. Aprovechamos una tarde tranquila para hablar de cómo vamos a hacer la rutina de la mañana, qué ideas se les ocurren a ellos para que no lleguemos tarde, quién se va a encargar de cada cosa… cuando hacemos de la familia un equipo ganamos todos.
¿Y si el niño no expresa sus emociones, pero observamos que empieza a padecer enuresis nocturna coincidiendo justo con el inicio de las clases?
Lo primero es conocer si el origen tiene que ver con ello o es un problema más de tipo fisiológico o madurativo. Cada caso puede ser distinto y, por lo tanto, la intervención, específica para ese caso concreto. No podemos dar una receta mágica. En todo caso, si esta situación perdura en el tiempo sería bueno comentarlo en el centro educativo y, si fuera necesario, consultar con un profesional.
¿Cuándo deberíamos ‘preocuparnos’ y considerar que la adaptación es un problema?
Nuestra experiencia es que en muy pocas ocasiones hay que preocuparse y, sin embargo, siempre es bueno ocuparse. Ocuparse significa actuar como hemos comentado al principio de la entrevista, es decir, haciendo partícipes a los niños de esta vuelta al cole y confiar en sus respuestas y decisiones.
Acompañarlos y no tanto facilitarles el proceso pensando en que “yo tardo menos en hacer las cosas y voy más rápido”. Solo en los casos en los que, de forma reiterada y permanente en un periodo de tiempo más o menos prolongado, detectemos problemas de adaptación, deberíamos ponernos manos a la obra. En este caso la ayuda del equipo docente del colegio del niño es de vital importancia. Por eso recomendamos mantener una relación muy estrecha con ellos para poder ayudarles en el proceso.