En el dolor influyen tanto sensaciones físicas como psicológicas o emocionales. Ante la misma experiencia, cada persona reacciona de un modo, en parte debido a su umbral del dolor, que puede ser más o menos alto. Desde el periodo fetal ya hay dolor e incluso, como señalan desde la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP), se trata de un dolor más intenso, ya que los inhibidores que pueden aminorarlo no están desarrollados del todo.
Precisamente, el Grupo de Trabajo de Analgesia y Sedación de la SEUP ha elaborado un documento con el que aborda cómo tratar el dolor en bebés y niños.
¿Cómo se mide el dolor en los niños?
Hacer una medición de la sensación dolorosa en los niños puede ser más complicado cuando no colaboran, por ejemplo, si aún no hablan, pero los profesionales cuentan con escalas internacionales validades para cuantificar ese dolor, lo que les ayuda a tomar las decisiones médicas oportunas.
En todo caso, el dolor habitualmente siempre va a manifestarse a través de la expresión facial del pequeño, con temblores, muecas, llanto, o mediante movimientos corporales e irritabilidad. Si es algo muy constante y les afecta a la vida diaria, puede variar su actitud en casa o en el colegio o dejar de participar en actividades que antes le interesaban.
“Se sabe que el dolor no tratado a esta edad temprana tiene consecuencias tanto psicológicas como fisiológicas, y puede hacer que estímulos dolorosos futuros desencadenen más dolor”, destacan desde la SEUP.
La importancia de los factores psicológicos
El estímulo doloroso obedece a un daño sobre un tejido, pero en esa experiencia tienen mucho que ver los factores psicológicos y los relacionados con el entorno. Por ejemplo, cuando el adulto tiene dolor, posiblemente ya haya pasado por esa experiencia anteriormente, lo que no le suele suceder al niño, con la consiguiente pérdida de estrategias de afrontamiento. “En ocasiones, el miedo a lo desconocido puede magnificar ese dolor”, insisten los expertos. Por ese motivo es importante ayudarlos a que se sientan seguros a través de las palabras de sus padres y de su comportamiento sereno.
Si el niño siente dolor, al margen de los fármacos que se pueden emplear, hay otras técnicas que resultan eficaces como “la distracción, dar o recibir determinada información, la relajación...”, aconsejan desde la SEUP. También otras medidas como los masajes pueden aliviar el dolor, e igualmente la aplicación de frío local en las primeras horas tras un traumatismo y luego calor.
¿Qué medicamentos se pueden administrar ante el dolor infantil?
Los fármacos que los padres tienen disponibles en casa y que pueden utilizar para calmar el dolor son analgésicos como el paracetamol y el ibuprofeno. “El paracetamol se usa para dolores más leves y el ibuprofeno, en dolores moderados/graves o en dolores de características inflamatorias (dolor de garganta, oídos, contracturas o tras golpes)”, aclaran los especialistas de la SEUP. El metamizol se reservaría en caso de dolores cólicos o tras una intervención quirúrgica.
Hay que recordar que los analgésicos usados de forma adecuada, a las dosis indicadas y sin abusar de ellos, “son seguros y bien toleradas. Tienen escasos efectos adversos, siendo el más seguro el paracetamol”.
Los analgésicos administrados por boca tardan al menos 30 minutos en hacer efecto, y su acción máxima se consigue a la hora o dos horas. Por eso es importante administrar el fármaco en cuanto el niño refiera o se observe dolor en él. “Una vez que el dolor cumple su función de avisar, debemos aliviarlo cuanto antes y buscar la causa con la ayuda del pediatra”, advierten.
Tratar el dolor en casa no significa que no se consulte con el pediatra. “Debemos consultar tanto si persiste el dolor a pesar del tratamiento como si observamos características del dolor que nos preocupen”, aconsejan. Tampoco es cierto que si se ofrece un analgésico, este vaya a ‘enmascarar’ la evolución del cuadro. Es una idea errónea que se mantuvo hace tiempo, pero que no tiene base científica. De hecho, si el niño acude sin dolor al médico, facilitará mejor la exploración.
¿Cuándo pedir ayuda médica ante el dolor?
Aunque en la mayoría de las ocasiones el dolor que muestra el niño va a ser por causas sin importancia, conviene saber cuándo estamos ante un proceso más importante. Estos son los casos que detalla la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas y ante los que el pequeño precisa atención médica:
- Ante un dolor, en cualquier parte, muy intenso, continuo, que empeora con el tiempo o que no responde a los analgésicos habituales.
- Cuando el estado general del niño se ve afectado y está decaído, pálido o sudoroso.
- Si el dolor se asocia a síntomas importantes como fiebre y dolor de nuca, vómitos repetidos, verdosos o con sangre, o deposiciones negras o con sangre.
- Si el dolor se localiza en el testículo o en la parte inferior derecha del abdomen.
- Si el dolor aparece después de un golpe importante en la cabeza o el abdomen, si el niño ha sido operado con anterioridad o si padece algunas enfermedades crónicas, como trastornos de la coagulación.