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El peso del niño sano a término suele estar, de media, en los tres kilos. Hay muchas circunstancias que pueden hacer que sea más alto o más bajo (por ejemplo, la prematuridad o padecer algún problema de salud), pero la mayoría de los bebés están en ese rango.
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Sin embargo, suele darse una circunstancia y es la pérdida de peso fisiológica en el recién nacido. Para saber más sobre ella le hemos preguntado al Dr. Arnau Torres, pediatra del Hospital Sanitas CIMA, de Barcelona.
Una pérdida totalmente normal
Para los padres recientes, especialmente si son primerizos, cualquier cosa que suceda a su bebé puede ser motivo de gran preocupación. Lo habitual es que en el mismo paritorio, o un poco después, el bebé sea pesado y medido. De esa forma se tiene constancia del peso con el que llega al mundo, que los pediatras y neonatólogos tienen en cuenta para valorar la evolución del pequeño.
Pero de ese peso inicial va a ir perdiéndose una parte en las primeras horas de vida. “La pérdida fisiológica de peso en el recién nacido es debida al líquido que se pierde en las primeras micciones de orina y a la expulsión de las primeras heces o meconio”, explica el experto.
Por este motivo, el personal de enfermería lleva un registro exhaustivo de cuántas veces ha hecho pipí el niño (se sabe por el número de pañales mojados) y de cuándo data su primera deposición, el meconio, esa que tiene un color muy característico parecido al petróleo.
Con esos datos, los sanitarios van viendo la evolución del niño en cuanto a peso y también controlan que órganos como los riñones, funcionen bien tras la vida intrauterina.
¿Cuánto peso es habitual perder?
La pérdida de peso más significativa que vive el recién nacido acontece en las primeras 24-48 horas de vida, “y puede llegar al 5-7% del peso al nacimiento”, tranquiliza el Dr. Arnau Torres. Son los parámetros habituales, que deben mantenerse por debajo del 10% del peso con el que el niño nació. “Esa pérdida debe ser menor al 10% del peso al nacimiento en la primera semana de vida”, aclara el pediatra.
Por tanto, si en la báscula el bebé al segundo o tercer día de vida pesa menos de lo que pesó al nacer, hay que considerar que si moja los pañales adecuadamente y come bien, esa bajada está justificada por la pérdida fisiológica del nacimiento.
¿Qué pasa cuándo hay una pérdida muy significativa?
En ocasiones, los bebés tienen una pérdida de peso en los primeros días de vida superior al 10%. En ese momento sí hay que estudiar qué está sucediendo. Puede haber alguna alteración de salud en el niño, aunque lo más frecuente es que no se esté alimentando bien.
En ese caso, hay que revisar con una especialista en lactancia materna qué está pudiendo suceder. Puede que el niño no se enganche bien a la mama, que las tomas no sean suficientes, que la producción de leche no sea la adecuada porque hay restricciones para que el niño esté en el pecho... Hay muchas circunstancias que pueden darse, pero lo importante es saber que las dificultades de la lactancia se pueden superar contando con un buen asesoramiento. Lo ideal es informarse ya desde el embarazo, pero si no, ante el surgimiento de algún problema tras el parto, una consultora especializada puede ayudar a revertir la situación.
¿En cuánto tiempo se suele recuperar el peso del nacimiento?
El peso del nacimiento se suele recuperar a las dos o tres semanas de vida, como indica el médico del Hospital Sanitas CIMA.
Hay que tener en cuenta que, como ganancia mínima de peso diaria, “un recién nacido tiende a ganar, aproximadamente, unos 20 gramos al día tras recuperar el peso del nacimiento”, expone el Dr. Torres. Esto supone que sube en la báscula entre 100 y 200 gramos a la semana, aunque hay pequeños que van por encima de esos datos.
“La mayoría de los bebés duplicarán el peso al nacimiento a los cuatro-seis meses, y al año lo triplican”, comenta. No obstante, lo más importante es “seguir las indicaciones de su pediatra y de los percentiles, que nos informarán de la evolución del peso”, advierte.