Una de las razones por las que el cáncer infantil se diagnostica con frecuencia tardíamente es debido en primer lugar a la escasa incidencia de su presentación. Además, los médicos de atención primaria y los pediatras, a diferencia de en la medicina del adulto, piensan habitualmente en otras enfermedades antes que en las tumorales. Rechazan y “se resisten” a pensar en la presencia de una enfermedad tumoral en la edad infantil y a realizar su diagnóstico.
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Es obvio que el diagnóstico temprano de una leucemia o de otros tumores en un niño marcarán la diferencia en el pronóstico y disminuirán las secuelas y los efectos secundarios del tratamiento, a largo plazo.
Por qué es tan importante el diagnóstico precoz
Nadie discute que las posibilidades de curación de una leucemia infantil son mucho mayores cuando el diagnóstico se realiza en un estadio temprano de la evolución de la enfermedad. Desgraciadamente, esto suele ser lo menos frecuente y, a pesar de los enormes adelantos en los métodos diagnósticos y científicos para el tratamiento, los oncólogos y hematólogos infantiles suelen recibir a estos pacientes en situaciones avanzadas de la enfermedad.
La repercusión del diagnóstico temprano de la leucemia en el niño conlleva:
- Una disminución de la mortalidad precoz.
- Aplicación de tratamientos quimioterápicos menos agresivos y de menor intensidad que disminuyen su toxicidad sobre el organismo del niño y son mejor tolerados.
- Evita y retrasa la aparición de secuelas orgánicas, psicológicas y sociales.
Síntomas que alertan de una posible leucemia
Los síntomas más representativos para una sospecha diagnóstica de leucemia en un niño, son:
- Fiebre
- Palidez de piel y mucosas
- Dolor óseo
- Aparición de petequias en la piel
- Aumento del tamaño de los ganglios linfáticos, adenopatías en cuello y aumento del tamaño del hígado y el bazo.
- Alteraciones analíticas en la sangre, pancitopenia. Reducción del número de leucocitos o aumento muy significativo, disminución de plaquetas y linfocitos.
Consideraciones sobre las leucemias infantiles
La leucemia aguda puede aparecer a cualquier edad, inclusive en el recién nacido, aunque suele presentarse alrededor de los cuatro años. Los niños son más afectados que las niñas. No existen evidencias de herencia ni familiaridad.
La leucemia es la principal y la más frecuente forma de enfermedad tumoral en la infancia. El 75% de los casos de leucemia aguda infantil corresponden al tipo de leucemia linfoblástica aguda con hemocitoblastos, linfoblastos y células indiferenciadas. El otro 20% corresponde a las leucemias mieloblásticas y el 5% restante a la leucemia granulocítica crónica.
Cómo distinguir los síntomas que se pueden confundir con otras enfermedades
En las primeras etapas de la enfermedad, la leucemia se puede confundir con otras patologías, como la fiebre reumática , la artritis reumatoide o la mononucleosis. El diagnóstico objetivo de la leucemia aguda se realiza a través del estudio de la médula ósea obtenido tras una biopsia o un aspirado de la médula de los huesos. Habitualmente el examen de la médula ósea muestra un aumento de células indiferenciadas de linfoblastos y de linfocitoblastos.
Tratamiento de la leucemia infantil
Los padres de un niño con leucemia necesitan un importante apoyo emocional, una orientación psicológica y una información y tutelaje inicial y sostenido en el tiempo, sobre el manejo y los cuidados del paciente. Además, necesitarán una información extensa y pormenorizada respecto al diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico del tipo de leucemia que su hijo padece.
El tratamiento con quimioterapia produce remisiones en la leucemia aguda duraderas y asintomáticas. La vincristina, junto a la prednisona y la ciclofosfamida, la mercaptopurina y el metrotrexate, son los medicamentos quimioterápicos tradicionales y más utilizados. El pronóstico varía de forma notable de unos casos a otros, pues depende del tipo de células afectadas, de la respuesta a los tratamientos y de las complicaciones que pueden surgir durante la terapia.