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ni a observa cuaderno© GettyImages

Verano

Vacaciones de verano de dos meses, ¿causa de pérdida de aprendizaje en los niños?

Las de los escolares españoles son unas de las vacaciones estivales más largas de la Unión Europea, donde únicamente nos supera Grecia, y del mundo


22 de agosto de 2023 - 11:06 CEST

Las vacaciones escolares de verano duran en España dos meses y medio, unas de las más largas de la Unión Europea (solo por debajo de Grecia) y del mundo. Este tiempo es demasiado prolongado para muchas familias en las que puede llegar a suponer un verdadero problema en lo que a conciliación se refiere. Más allá de esta cuestión, que merece un verdadero debate en las instituciones que de respuesta a las necesidades no ya de los padres, sino de miles de niños, se abre otro interrogante, ¿este tiempo tan prolongado fuera del colegio es causa de pérdida de aprendizaje entre los escolares?

Para dar respuesta a esta pregunta, hemos consultado a Ares González, maestro y formador de educación y crianza (aresgonzalez.com), que se muestra contundente al respecto: “no lo pierden”, asegura. “Aquí la dificultad está en cómo se enseñan las cosas, si lo que aprenden lo hacen rápido y memorizado, lo normal es que se pierda en verano. Lo enseñado o aprendido no es significativo para ellos y, por tanto, no se guarda”.

Investigación sobre pérdida de aprendizaje de la Universidad Johns Hopkins

Algunos defensores de la postura contraria, convencidos de que sí se produce ese ‘desapredizaje’, ven una prueba de ello en un concienzudo estudio llevado a cabo por los sociólogos Karl Alexander y Doris Entwisle, ambos investigadores de la Universidad de Johns Hopkins de Estados Unidos, publicado en 1992. Entre otras muchas cosas, recopilaron datos sobre los exámenes que se hacía en muchos centros a los alumnos en otoño y en primavera. Efectivamente, parte de la conclusión de su investigación señalaba que había pérdida de aprendizaje en matemáticas y en lectura en verano (de ahí que sirva de argumento a los defensores de esta teoría), pero es necesario subrayar que no ocurre de manera universal a todos los alumnos.

De hecho, fueron muy claros marcando los casos en los que sí ocurre y es a los estudiantes más desfavorecidos. Y el motivo es que los alumnos pertenecientes a familias más acomodadas podían acceder a otro tipo de actividades, como visitas a museos o viajes, que les brindaba la oportunidad de aprender de una manera diferente. La investigación va, por tanto, en la línea de lo que defiende Ares González, quien apuesta por “aprender formas de hacer, culturas y experiencias” en verano, que “es un momento ideal para viajar o estar en espacios naturales como la playa, el campo, el pueblo, la montaña…”. Todo ello les reforzará el aprendizaje académico y, además, les abrirá un camino mucho más relevante: “Si les permitirmos ser, entonces nos enseñarán qué les gusta hacer: jugar, leer, pintar, escribir, crear, relacionarse…”.

Niñas leen un libro© GettyImages

Otros estudios, también realizados en Estados Unidos, sí que determinan que se da una pérdida de conocimientos en verano, como el elaborado por la Universidad de Brown en 2020, que concluye que los alumnos de primaria y de secundaria del país pierden nada menos que entre un 19% y un 28% de lo aprendido en lengua durante el curso escolar, y entre un 25% y un 34% en matemáticas. También comprueban que la pérdida es mayor en niños de clases sociales desfavorecidas y subrayan la importancia de añadir, a las propiamente académicas, otro tipo de actividades, deportivas, de ocio y de juego para fomentar en ellos un verdadero crecimiento.

En caso de que sí se produzca esa pérdida de aprendizaje...

Incluso si se produjese pérdida de aprendizaje en el período estival, González no ve mayor problema, ya que “a principio de curso se hace una evaluación 0 en todos los niveles para ver cómo han vuelto y ajustar el nivel para empezar desde ahí”, detalla. “La mayoría de niños a mediados de octubre están igual que estaban”.

Por tanto, tampoco les costaría más a los niños en los que se hubiese producido ese ‘desaprendizaje’; “lo que les cuesta, como a todos, es el cambio de ritmo y de rutinas. Despertarse más temprano, ir al colegio, extraescolares, rutina… También nos pasa a los adultos”.

Niños y adolescentes con dificultades de aprendizaje o educativas

“Es importante tener en cuenta que niños o jóvenes con dificultades educativas, si además no han hecho nada durante las vacaciones, después les costará más. Es probable que necesiten más ayuda a la vuelta y no siempre la tienen”, incide González. “Por eso la fórmula en este caso siempre es un poco cada día”. Los deberes y el estudio, siempre mejor en pequeñas dosis, sin forzar. “Eso les llevará mucho más lejos que hacer mucho cada día, porque los agotará o mucho algunas veces porque el aprendizaje es un proceso”.

En conclusión, “si se fuerza el aprendizaje, esa resistencia hará que vayan peor”, afirma el maestro y formador. “Tiene que ser un umbral donde haya esfuerzo, pero que no sea tan alto como para que genere un bloqueo”.

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