Es habitual que aumente en verano el llamado ‘ burnout parental’, es decir, ese agotamiento extremo que muchas madres y padres sienten en la crianza. Y aumenta hasta tal punto que el 59% de los progenitores experimentan una importante subida de los niveles de ansiedad y estrés durante las vacaciones estivales, según un estudio de LingoKids al que hace referencia Deusto Salud. Esto provoca, a su vez, un notable incremento de las consultas psicológicas una vez que han finalizado las vacaciones escolares y los niños han vuelto al colegio, como nos constata la psicóloga sanitaria y terapeuta familiar y de pareja Beatriz Gala Ruiz (beatrizgala_psicologia): “Siempre hay dos picos de trabajo importantes para mí desde que comencé a trabajar como psicóloga y, curiosamente, coinciden con la vuelta de las vacaciones de verano y con la vuelta de las Navidades”.
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Tanto en un período como en el otro, “los padres pueden verse sometidos a un estrés muy intenso por los malabares que deben realizar para poder atender a sus hijos durante todo ese periodo vacacional”. Y, si bien este factor es determinante en ese ‘burnout parental’, no es el único; hay otros factores de peso que pueden dar lugar a un mayor estrés.
Factores que inciden en el aumento de los niveles de estrés entre padres y madres en verano
1º Falta de tiempo. “Quizá el factor principal es la falta de tiempo para poder atenderles y ya ni que decir para disfrutar…”, a lo que se suele sumar un esfuerzo económico extra para poder conciliar: “la incongruencia entre las vacaciones de los progenitores y la de los hijos, la falta de recursos y el incremento de los gastos para buscarlos, pone en tensión a las familias, pero no solo en verano, sino un poco antes, cuando tienen que hacerse cargo de orquestar toda esta logística para cuando llegue el momento en que sus hijos estén de vacaciones escolares”. Este es, por tanto, un momento clave, pues “es entonces cuando empieza el agotamiento mental para los padres y madres que tienen que ir elaborando un plan que les funcione y les permita estar lo suficientemente tranquilos en esas semanas para poder atender sus trabajos hasta que lleguen las ‘deseadas vacaciones’”.
2º Cambios en la rutina de los niños. Así, “ese agotamiento mental que los padres ya llevan en su mochila, la falta o el cambio de rutina para los menores, que también genera tensión, suponen causas determinantes para que esos días de vacaciones puedan ser complicados en familia”.
3º Mayor carga mental. Al finalizar el curso académico, lo habitual es que los padres y madres de familia “empiecen a plantearse cómo están funcionando sus dinámicas familiares, qué cambios tienen que plantearse para el nuevo curso y con qué ayudas quieren contar”, apunta la psicóloga. “Por otro lado, y al pasar más tiempo juntos, los papás y las mamás pueden identificar mejor o pueden salir a la luz, más fácilmente, las necesidades del sistema familiar”, lo que incide directamente en una mayor carga mental para ellos. “Todo ello hace que haya más tensión dentro de la familia y, con algún ingrediente más que se esté cocinando a fuego lento, puedan aparecer dificultades que precisen intervención terapéutica”.
Cómo evitar el ‘burnout parental’ en verano
“Lamentablemente, hay una cuestión que poco podemos gestionar que depende de la incongruencia que hablábamos al principio, de las circunstancias sociales a las que nos vemos expuestos y que no podemos cambiar, en el corto plazo al menos”. Sí que hay otras cuestiones que se pueden modificar los progenitores para mejorar la situación familiar en vacaciones:
- Compartir la carga entre ambos progenitores. “Si todo esto recae sobre el equipo de padres y sostienen ambos padres la situación, todo va a ser más fácil que si solo se hace cargo uno”, subraya Gala Ruiz. “Además, esto no supondrá un problema añadido para la pareja pues ambos estarán en el mismo barco y serán apoyo mutuo”.
- Valorar las necesidades de cada miembro de la pareja y de la familia. “Dentro de toda esa combinación de circunstancias, es importante que los papás nos metamos en la organización, nos tengamos en cuenta, nos cuidemos…”. Así, “si un papá o una mamá asume todo eso, con la sensación de cuidado, de valorarse a sí mismo, de entender que su tiempo es importante, la gestión es más fácil”. El motivo es que “si solamente hacemos ese esfuerzo para trabajar o tomamos decisiones enfocadas en ‘las tareas’ y el autocuidado no está en nuestro esquema, la frustración aumenta y el estrés también”.
- Establecimiento de rutinas. “Crear rutinas en la época estival es fundamental para la regulación tanto de nuestros hijos como para nosotros mismos”, dice la experta. “Si no hay horarios establecidos, actividades, ritmos y todo es improvisado, es mucho más fácil que aumente el estrés en el sistema familiar”.
- No esperar a sentirse desbordados para acudir a un psicólogo. No esperemos a tocar fondo. “Cuando veamos que ese estrés aumenta y se hace difícil de gestionar, cuando las discusiones son más comunes o las dinámicas no nos funcionan, quizá ese sea el momento de pedir ayuda y no esperar a estar muy mal para hacerlo”.