La leche materna parece un alimento mágico cuya composición va variando en función de las necesidades del bebé. Esto ocurre así desde el minuto uno en el que una madre comienza a dar el pecho a su bebé y hasta que se produce el destete. En verano, la cuestión no es que se modifique ad hoc por el calor, pero tiene la capacidad de ofrecer al bebé aquello que necesita exactamente, que en el período estival es, sobre todo, hidratación.
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Los beneficios de la leche materna en verano se suman a los que ofrece el resto del año porque tiene la capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes del bebé durante el período estival, lo que garantiza que el lactante “reciba los beneficios de una alimentación adecuada en cualquier situación, manteniendo sus beneficios”. Eso sí, hay que prepararse porque es una época muy dada a que las tomas sean “más frecuentes, intermedias y más cortas”, y como detalla Elisa Corrales, matrona de Hospital Universitario de Torrejón. El motivo es que muchas de esas tomas “son solamente para hidratarse”.
Beneficios de la leche materna en verano
En concreto, la leche materna ofrece los siguientes beneficios al bebé de manera específica en el período estival:
- Aporta mayor hidratación. Con el calor y con la exposición al sol (que, aunque se evite exponer a los niños al sol en las horas centrales del día, en esta época del año es potente durante la mayor parte del día), los bebés tienen una mayor necesidad de hidratación. Sin embargo, su capacidad para regular su temperatura de manera eficiente es, durante los primeros meses de vida, muy limitada. Por eso demandarán más pecho porque la leche de la madre “alivia la sed”. Las tomas para evitar esa sensación de sed serán diferentes: por lo general, serán “tomas intermedias en las que solamente lacten un poquito de leche al principio” y también “muy cortitas” porque al inicio de la toma “la leche es más líquida, no es tan grasa como al final de la toma”.
- Protege de los golpes de calor. Los bebés son más susceptibles de sufrir golpes de calor precisamente por esa falta de capacidad para regular por sí mismos su temperatura corporal eficientemente. Pues bien, “la lactancia materna tiene nutrientes y líquidos suficiente para protegerles, incluso, contra golpes de calor”. El motivo es que contiene “no solamente nutrientes y electrolitos que ayudan a mantener ese equilibrio hídrico, sino también de minerales del bebé”. La leche materna desempeña, por tanto, “un papel bastante importante en proteger al bebé en calores extremos” al prevenir, con ella, la deshidratación y los efectos perjudiciales del calor excesivo en el organismo.
- Favorece una mejor digestión. “El sistema digestivo de los bebés puede verse afectado en un día de mucho calor”, lo que se suele manifestar con una mayor irritabilidad en los pequeñines, que tendrán “sensación de malestar”. Para evitar estas molestias, la mejor opción es la lactancia materna “porque se digiere mucho mejor”, asegura la matrona. “Tiene enzimas digestivas que lo que van a hacer es adaptarse a las necesidades del bebé”. En consecuencia, “evita una sobrecarga del sistema digestivo y ayuda a prevenir trastornos digestivos, como cólicos o estreñimiento”.
- Fortalece el sistema inmunitario. “Los anticuerpos que tiene la leche materna ayudan a proteger al bebé de enfermedades estacionales más comunes”. Por ejemplo, “ahora, en verano, está habiendo muchas infecciones respiratorias que están están un poco más más pico que otros años” y se están dando más casos de “virus respiratorio sincitial y bronquiolitis”. Pues bien, esta lactancia materna proporciona una barrera de protección adicional para fortalecer el sistema inmunológico del bebé y “va a ayudar a aportar mayor cantidad de anticuerpos, lo que les protege de infecciones respiratorias y gastrointestinales”.