adolescentes y horas de llegada a casa© AdobeStock

Adolescentes

Así debes ‘negociar’ con tu hijo adolescente la hora de llegada a casa

Los adolescentes necesitan límites y normas, pero también flexibilidad y confianza. El asunto de las salidas fuera es uno de los que más conflictos suele causar. ¿Cómo regular la vuelta? ¿Cuándo están preparados para asumir más responsabilidad en la decisión?


9 de agosto de 2023 - 10:36 CEST

Cuando los hijos dejan de estar bajo la protección de los padres en situaciones como la llegada a casa pueden surgir distintos problemas. Lo habitual es que  en la adolescencia quieran estirar al máximo el tiempo que permanecen fuera con sus amigos,  y que, por el contrario, los padres deseen que la vuelta se produzca antes.

Para ti que te gusta

Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte

Navega de forma ilimitada con nuestra oferta 80 aniversario

1 año por 49€ 9,80€

Este contenido es solo para suscriptores.

Celebramos nuestro 80 aniversario con un 80% de descuento.

Suscríbete 1 año por 49€ 9,80€

TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

Antonio Ortuño Terriza es psicólogo clínico infantojuvenil y terapeuta familiar con más de 30 años de experiencia ha escrito varios libros, entre los que se encuentra Familias inteligentes: claves prácticas para educar ,y es el responsable de www.familiasinteligentes.com. A él le hemos preguntado cómo ha de ser esa ‘negociación’ entre padres e hijos.

¿Desde qué edad se puede ser más flexible con la hora de llegada?

Para el experto, hay un momento clave en el que hay que dar más autonomía en la hora de llegada a los hijos y es cuando, según él denomina, empiezan las “provocaciones”. Estas pueden ser de distintos tipos: llegar más tarde de forma intencionada, mentir, incumplir promesas... “Esas provocaciones hay que leerlas en clave de cambio, de avance”, recalca.

El objetivo final sería que el adolescente pase de obedecer a sus padres a tomar él la responsabilidad en la decisión, es decir, a “autoobedecerse”. “Que decida cuándo estudiar o cuándo se va de fiesta. Los adolescentes no quieren ser obedientes, quieren ser responsables. Y los padres quieren que sus hijos sean responsables, pero , en su día a día, buscan la obediencia”, comenta.

En este sentido, el trabajo tendría que ir a buscar que se responsabilicen por sí mismo, puesto que, además, “cada vez hay más evidencia científica de que  los castigos, las broncas o las reprimendas no fomentan la responsabilidad de los adolescentes”.  Y comenta su caso: “Las familias vienen a terapia diciéndote ‘lo tengo castigado con todo... y ni por esas cambia’. Efectivamente, con el castigo no se avanza, no se madura”.

© AdobeStock

¿Qué pasa si quieren llegar más tarde y no estamos de acuerdo?

A medida que los hijos crecen, el control sobre ellos debe ir disminuyendo progresivamente. Esto es imprescindible para que maduren. “Si ese traspaso de responsabilidades se ralentiza, aparecen las provocaciones, que hemos de interpretar como señales de que nuestros hijos quieren tener más protagonismo en su toma de decisiones”, apunta Antonio Orduño. Y esas decisiones no están solo en los horarios sino en otros ámbitos vitales como  la ropa que se ponen, el aspecto que lucen, el orden de su dormitorio o lo que cuelgan en las redes sociales. 

“La negociación es un paso intermedio entre el ‘no puedes salir’ al ‘¡que te lo pases bien, cariño!’. Pero negociar con adolescentes es muy complicado”, revela. La forma más idónea sería concretar, de forma transparente y con la participación de todos, las alternativas y las consecuencias de sus decisiones, “teniendo claro que las alternativas están bajo control del adolescente, pero las consecuencias han de estar bajo el control del adulto”.

El equilibrio entre la libertad y la protección en la adolescencia

Para encontrar ese equilibro entre educar en libertad y proteger a los hijos adolescentes, Antonio Ortuño propone la técnica del semáforo inteligente:

  • En el semáforo rojo hay que ejercer la autoridad empática, las decisiones son de los padres, el control es adulto y hay que decir que no a nuestros hijos con la idea de proteger y aportar seguridad. Pero hay que aprender a decir no a nuestros hijos con la idea de que la siguiente vez ellos aprendan a decirse no a sí mismos.
  • En el semáforo amarillo, las decisiones se pueden negociar, la responsabilidad de nuestros hijos necesita una supervisión amable y coherente.  De cómo se negocie en casa, nuestros hijos aprenderán a negociar fuera de casa.  
  • En el semáforo verde, el control ya es de nuestros hijos, debemos darles oportunidades para que aprendan a ser responsables. Porque la única manera de que sean responsables es tomando decisiones y asumiendo sus consecuencias. Pero para que exista una verdadera libertad y un adecuado autocontrol, anteriormente el paso por los otros colores del semáforo ha requerido de un control externo coherente con lo que se dice, y amables en el plano emocional.

Cuando los hijos salen solos de casa, los padres sienten cierto miedo y preocupación, que pueden provocar más conflictos en la convivencia, por lo que el psicólogo recomienda trabajar esos temores.

En relación a la pregunta de si hay que esperar a los hijos despiertos hasta que lleguen, su respuesta es clara: “Esperarles despiertos es un indicador de preocupación mal gestionada, puesto que los adolescentes lo percibirán como una falta de respeto y de confianza. Así que no recomiendo esperarles despiertos. El manejo de las preocupaciones es una de las competencias parentales más difíciles, pero más efectivas para fomentar la responsabilidad cuando se ejerce con buenas prácticas”, subraya.