Dentro de los trastornos del aprendizaje podemos citar la dislexia, la discalculia o cualquier otro que haga que su rendimiento académico sea inferior al deseado porque alguna habilidad no se desarrolla igual que otros niños. ¿Qué hacer en verano?
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Sobre ello le hemos preguntado a Sylvie Pérez, profesora colaboradora de los estudios de Psicología y Educación de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) para que nos cuente qué es lo más adecuado: si seguir reforzando estos campos en los que el niño muestra dificultad o hacer un descanso durante los meses estivales.
‘¿Lo estamos haciendo bien?’
Cuando un niño tiene problemas de aprendizaje, durante el curso escolar tiene que trabajar duro para superarlos, pues las materias y el curriculo está organizado y dispuesto para niños que no los tienen. En este sentido, muchos de ellos acuden a refuerzo escolar o a distintas terapias para compensar esa habilidad que les falta y que lastra su rendimiento.
Seguir todas estas terapias de septiembre a junio, durante el curso escolar, conlleva un gran trabajo y dedicación, tanto para el menor como para sus padres, ya que muchas se imparten fuera del horario escolar y cuando salen del colegio han de acudir a otros centros para llevarlas a cabo con el especialista correspondiente.
Cuando llega el verano, muchos padres se plantean si lo están haciendo bien por parar esas semanas, lo que les genera gran inquietud como resalta la experta.
Parar o continuar los tratamientos en verano
Todos los niños, tanto los que tienen dificultades como un trastorno del aprendizaje, como los que no, y al igual que los adultos, “necesitan un parón real, dejar atrás las rutinas de cada día”, señala Sylvie Pérez. Y “si hacer un parón en la rutina implica dejar de hacer un refuerzo, se deja el refuerzo”, insiste.
“No pasa nada por parar; al revés, necesitamos parar para volver a reconectar, para volver a esforzarnos más adelante”, destaca. Además, hay que tener en cuenta que los niños con un trastorno del aprendizaje ya experimentan durante el curso un sobreesfuerzo para llegar o comprender las materias del resto de sus compañeros. Por eso, la especialista subraya que esa reeducación psicopedagógica, la logopedia o cualquier intervención que se lleve a cabo para mejorar el trastorno puede parar durante un tiempo, pues “no se va a perder todo lo adquirido por descansar”.
Es más, en cuanto al miedo a sufrir un posible retroceso si se aparcan durante el verano las terapias, la experta de la UOC apunta que “los aprendizajes funcionan como una cremallera: dos pasos adelante y uno atrás. Y no pasa nada si se da uno atrás; ya daremos dos hacia adelante, pero hay que parar un poco”.
Trabajar de otro modo durante el verano
Aunque no se acudan a sesiones regladas para trabajar el trastorno específico del aprendizaje en verano, el niño puede seguir mejorando sus habilidades en muchos aspectos con otro tipo de actividades.
Una de las más aconsejables, y además para toda la familia, son los juegos de mesa, que “fomentan las funciones ejecutivas, como la memoria y la atención”. Estos juegos tienen que ser adaptados a la edad del niño y lo mejor es que sean partidas cortas o que se puedan retomar en otro momento.
Con el juego no solo se refuerzan habilidades académicas sino muchas otras que tienen que ver con las emociones, las relaciones sociales y los lazos familiares, por lo que es una estupenda opción para verano.
Cómo retomar las terapias en la vuelta al cole
Del mismo modo que a los adultos les cuesta volver al trabajo tras las vacaciones, a muchos niños les supone un gran esfuerzo retornar al colegio, y más si tienen dificultades de aprendizaje.
En este sentido, la profesora de la UOC recomienda con respecto a las actividades extra “retomarlas unos 10 o 15 días antes durante un rato cada día para que la vuelta a la normalidad incluya estas actividades”. Así, se puede trabajar con ellos algunos aspectos, como incidir en la lectura, o llevar a cabo los trabajos que hayan indicado sus terapeutas o sus docentes. Es una manera de ir entrado poco a poco en las rutinas escolares de forma pausada y progresiva y, si es posible, en compañía de los padres.