La adolescencia, como etapa de transición entre la niñez y la edad adulta, es una de las más complejas de la vida. En consecuencia, es también una de las más difíciles de gestionar para los padres, especialmente en lo que tiene que ver con la sexualidad, una de las cuestiones que más curiosidad despierta entre los adolescentes y sobre la que muchos de ellos no han recibido la educación adecuada. De hecho, para el 30% de los adolescentes la pornografía es el único recurso para aprender sobre sexualidad, según el informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia , de Save the Children. Estudio del que se desprende que nuestros hijos acceden a este tipo de contenido por primera vez a los 12 años y que el 54,1% de los adolescentes, en su mayoría los chicos, cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales. A todo esto se suma que casi el 40% de los chicos y las chicas de la Generación Z consume páginas para adultos, siendo siendo la franja de edad de los 16 a los 24 años la población más activa en este tipo de contenidos, según otro informe, el de la Radiografía del consumo digital de la Generación Z , elaborado por Gfk DAM.
¿Podemos los padres hacer algo para evitar que consuman ese tipo de contenidos? ¿Qué debemos hacer si descubrimos a nuestro hijo o a nuestra hija viendo páginas para adultos? De todo ello hemos hablado con una de las mayores expertas en el tema, Miriam Al Adib, ginecóloga, profesora del Máster de Sexología de la Universidad de Extremadura y autora de Hablemos de adolescencia (Oberon), libro en el que incide en la necesidad de una educación sexual que transmita seguridad a los adolescentes y que comience antes de llegar a la adolescencia.
¿Qué repercusiones tiene en los adolescentes el hecho de ver páginas o contenidos para adultos?
El hecho de que los adolescentes vean páginas o contenidos para adultos puede tener diversas repercusiones en su desarrollo. Puede generar una visión distorsionada de la sexualidad, afectar su autoestima, generar disfunciones sexuales y relacionales, promover estereotipos poco realistas y contribuir a la cosificación y a la adicción al porno.
¿Cómo debemos los padres reaccionar si ‘pillamos’ a nuestro hijo o a nuestra hija consumiendo este tipo de contenidos?
Es importante mantener la calma y no reaccionar de manera exagerada, punitiva o vergonzante. Es fundamental brindarles un entorno seguro y de confianza para poder aprovechar la situación para dialogar de una manera abierta y saludable.
¿Es posible evitar que accedan a ese contenido de manera voluntaria?
Es difícil evitar que los adolescentes accedan a este contenido de manera voluntaria, especialmente en la era digital en la que vivimos. Sin embargo, podemos tomar medidas para limitar su acceso, como utilizar filtros de contenido y supervisar su actividad en línea. Aún así es muy difícil, por eso es tan necesario abordar la educación sexual de una forma abierta para que puedan tener suficiente información y criterio para saber discernir, esto les ayudará a tener un espíritu crítico con lo que puedan ver en algún momento dado.
En caso de que sea, ‘inevitable’, ¿qué tipo de diálogo debemos mantener con ellos? ¿Qué debemos decirles para minimizar, en la medida de lo posible, el daño que les pueda causar ver esos contenidos?
En caso de que sea ‘inevitable’ que los adolescentes accedan a estos contenidos, es crucial mantener un diálogo abierto y honesto con ellos. Debemos explicarles los posibles daños que pueden causarles y enfatizar la importancia de tener una visión realista y saludable de la sexualidad lejos de los estereotipos limitantes, la banalización de la sexualidad y la cosificación de los cuerpos.
¿Serviría de algo ese diálogo? Puede ser un tema complicado a tratar tanto para padres como para hijos y, en consecuencia, puede provocarles rechazo a escucharnos…
El diálogo puede ser difícil de abordar, tanto para padres como para hijos, pero es fundamental intentarlo. Es importante que los adolescentes sepan que pueden contar con el apoyo y la comprensión de sus padres, y que estarán allí para guiarlos y ayudarlos. Para que tengan la suficiente confianza para esta apertura, es necesario mantener una actitud empática con ellos, y por supuesto es crucial haber puesto las bases a lo largo de sus vidas de haber disfrutado de un entorno seguro y amoroso.
¿Qué herramientas podemos brindarles, como padres, para que sepan tomar distancia en la vida real y que no busquen en sus relaciones lo que han visto en contenidos pornográficos?
Como padres, podemos brindarles herramientas para que los adolescentes sepan tomar distancia de lo que han visto en contenidos pornográficos. Esto implica educarlos sobre relaciones saludables, consentimiento, comunicación abierta y respeto mutuo. En definitiva, fomentar una buena educación sexual en general.
¿Cómo ayudarles a tomar decisiones ‘saludables’ en lo que respecta a su sexualidad y a la de otros?
Es esencial proporcionarles información precisa y basada en evidencia sobre el sexo seguro, el consentimiento y el respeto. Debemos enseñarles a establecer límites y a comunicarse de manera adecuada en sus relaciones. Hablarles de la importancia de lo que en el libro llamo las tres ERRES que han de darse en las relaciones sanas: respeto, responsabilidad y reciprocidad.
¿Qué medida o medidas, desde el punto de vista social (o incluso, político), serían las más adecuadas para evitar que menores de edad accedan a contenidos para adultos?
Sería necesario implementar medidas que promuevan una educación sexual integral en el entorno educativo (adaptado siempre a cada edad), que incluya información sobre la parte positiva del sexo (pues si solo hablamos de los peligros no vamos a cubrir su curiosidad innata por saber y lo siguiente que harán será buscar en internet) y, paralelamente, también sobre los efectos negativos que se dan cuando no tenemos educación sexual: sobre los peligros no solo de las infecciones de transmisión sexual y los embarazos no deseados, sino también de los peligros emocionales y relacionales cuando no entendemos bien las tres ERRES (respeto, responsabilidad y reciprocidad). También se deben establecer regulaciones y restricciones más estrictas en el acceso de menores de edad a contenidos para adultos en línea.
¿Cuándo podemos entender que el consumo de este tipo de contenidos se ha convertido en un auténtico problema para nuestro hijo o nuestra hija?
Cuando afecta negativamente la vida cotidiana de nuestro hijo o hija. Esto puede manifestarse en cambios en su comportamiento, disminución del rendimiento académico, aislamiento social, problemas de salud mental o dificultades en sus relaciones personales.
¿Cómo debemos proceder en ese caso, teniendo en cuenta que lo más probable es que no resulte sencillo hablar con él o ella sobre este asunto?
En estos casos sería importante buscar ayuda profesional. Podemos acudir a terapeutas, psicólogos u otros expertos en salud mental que puedan ofrecer el apoyo necesario para abordar este tema de manera adecuada y efectiva. También es crucial mantener una comunicación abierta y comprensiva con nuestro hijo o hija, brindándoles el apoyo emocional que necesitan.