Niños y adolescentes tienen en el agua una de sus diversiones principales y favoritas en el periodo estival. Pero, a veces, algunas afecciones, como las que están relacionadas con los ojos complican el baño porque no es conveniente mojarse con ellas.
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Hemos recurrido al Profesor Jesús Merayo Lloves, director del Insituto Oftalmológico Fernández-Vega, para que nos aclare qué sucede en estos casos y qué medidas de precaución hay que tener para evitar riesgos mayores.
¿Cuáles son los problemas oftalmológicos más habituales en verano?
Las patologías en los ojos más frecuentes durante el verano en niños y adolescentes son la irritación ocular por exposición al sol y al viento, las reacciones a alérgenos vehiculados por el aire y las infecciones, tanto víricas como bacterianas, según confirma el experto. Estas infecciones se pueden producir por contagio en zonas muy concurridas, como es el caso de las piscinas o de los parques acuáticos.
“También se ven con frecuencia traumatismos oculares en relación con actividad deportiva y, ligado a actividades en el campo, picaduras de insectos en la zona periocular”, advierte.
¿De qué manera prevenir estos problemas en los ojos?
Hay que tener en cuenta que los ojos de los menores son más sensibles que los de los adultos, por este motivo conviene siempre extremar las precauciones, protegiendo sus ojos de la radiación solar, el agua y el viento, que pueden afectar a la vista.
Las medidas preventivas se centran en “evitar que lleguen agentes irritantes o patógenos a los ojos. Para ello se recomienda el uso de gorra o sombrero, gafas de sol y las protecciones adecuadas para nadar o hacer buceo. En caso de alergias, evitar las horas de más carga polínica en el ambiente, planteando otras actividades”, recomienda el Profesor Merayo.
Si hablamos de infecciones, lo fundamental es mantener una buena higiene con lavado de manos adecuado y nunca tocarse los ojos con las manos sucias.
¿Qué sucede con las conjuntivitis: impiden el baño o no?
Cuando el niño tiene conjuntivitis, el ojo aparece rojo y con secreciones que hay que tratar con colirios que prescribe el médico. “Las conjuntivitis infecciosas son contagiosas y hay que cuidar el riesgo de contagio en el entorno, especialmente en el familiar”, destaca el especialista del Instituto Universitario Fernández-Vega.
“Las conjuntivitis víricas son muy contagiosas y se ha de extremar la higiene, evitando el contacto con las secreciones y, por ejemplo, no compartiendo toallas. En este caso se debe evitar el baño en piscina y el contacto de las secreciones con otros niños y la familia”, advierte. Por lo tanto, si el menor tiene una conjuntivitis no podrá utilizar la piscina para preservar al resto de los bañistas, además de observar todas las medidas para impedir su transmisión.
Otras afecciones oculares frecuentes son el ojo rojo sin dolor y sin secreción, que puede surgir ante la presencia de algún irritante, y que “suele tratarse de episodios pasajeros que se resuelven de forma rápida”, tranquiliza. En estos casos, la recomendación del oftalmólogo es lavarse la cara con agua fría y aplicar en los ojos colirio de lágrimas artificiales también frías.
En el caso de que el ojo rojo se acompañara de picor, podríamos estar ante una manifestación alérgica ocular. Y, más preocupante, cuando el niño tiene el ojo rojo y se queja también de dolor ocular y de molestias ante la luz, “se pueden estar afectando otros componentes de la superficie ocular, como la córnea, y provocar queratitis o úlcera corneales, que requieren atención especializada urgente”, alerta.
El gran riesgo de usar lentillas en la piscina
Niños y adolescentes usuarios de lentillas no deben llevarlas nunca en la piscina. El motivo es que hay riesgo de infección con el agua. En concreto, de queratitis por Acanthamoeba, una ameba. Es una patología muy poco frecuente, como destaca el Profesor Jesús Merayo, pero muy grave.
“En el agua de las piscinas hay amebas, pero es muy difícil que causen algún problema en ojos sanos. Sin embargo, en la parte más superficial de la córnea de los usuarios de lentes de contacto hay cambios (pequeñas erosiones, alteración del epitelio) que hacen que las amebas se adhieran, penetren en la córnea y provoquen alteraciones muy graves, difíciles de tratar y que pueden afectar gravemente a la visión”, advierte. Por este motivo, a la hora del baño en piscinas hay que quitarse siempre las lentillas.